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La guía definitiva de las leches vegetales: qué variedades existen y cómo usarlas en la cocina

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La guía definitiva de las leches vegetales: qué variedades existen y cómo usarlas en la cocina

Si hace unos años era complicado encontrar alternativas a la leche de vaca o de cabra, hoy la dificultad parece ser la contraria. El boom de las bebidas vegetales ha desatado una enorme variedad de productos que pueden generar confusión al consumidor a la hora de elegir la más adecuada.

La decisión dependerá de varios factores, como su aspecto nutricional o necesidades dietéticas concretas. Pero si lo que queremos es usar las leches vegetales en la cocina, es importante tener claras las diferencias entre unas y otras para que sean un sustituto eficaz de la leche y la nata común.

Ya sabemos que desde el año 2017 la normativa europea impide la denominación comercial de "leche" en productos que no sean de origen animal, con la excepción de la leche de almendras. Sin embargo, a nivel popular lo habitual es que sigamos llamando leches vegetales a estas bebidas, pues entendemos que son alternativas sustitutivas de los lácteos, como quien elige entre leche entera y desnatada, o leche sin lactosa.

¿Por qué consumir bebidas vegetales?

Antes de que se popularizaran en los supermercados, estas bebidas ya existían en tiendas especializadas, generalmente en comercios de productos ecológicos o dietéticos, cuando poca gente sabía lo que era el veganismo o la celiaquía.

Soja

Así pues, en principio las leches vegetales están destinadas a quienes no consumen alimentos de origen animal, vegetarianos o veganos, pero también son una buena alternativa para intolerantes a la lactosa y alérgicos a la proteína de leche. También son la apuesta de aquellos que rechazan la industria láctea o consideran que son más sostenibles.

Sin embargo, en realidad cualquier persona puede introducir estos productos en su despensa por una mera cuestión de gusto. No hace falta ninguna excusa para disfrutar de las variedades que más nos gusten, y pueden ser una saludable alternativa a refrescos y otras bebidas.

Precisamente aprovechando el juego de sabores y texturas podemos aprender a usarlas en beneficio de nuestras recetas. Es posible cocinar con leches y natas vegetales, pero no todas son intercambiables entre sí y no podemos echar mano de la primera que tengamos en la despensa.

Para elegir bien, primero hay que saber distinguirlas, y así sacarles el máximo partido en la cocina.

¿Cuál es más saludable?

La calidad nutricional de una bebida vegetal no depende tanto de su materia prima, sino de la proporción de ingredientes. Todas aportan a priori nutrientes valiosos para el organismo, sin que existe la definitiva y única perfecta. De hecho, existen en el mercado variedades que no son nada recomendables como consumo habitual, con el ingrediente supuestamente principal muy diluido y añadiendo azúcares, almidones o cacao.

Leche

Ninguna es 100% equiparable nutricionalmente a la leche de vaca, aunque la leche de soja se aproxima bastante por su contenido proteico superior, siempre que esté enriquecida con vitamina D y calcio. Algunas también cuentan con vitamina B12, pensando en el consumidor vegetariano.

Este es un punto clave si lo que nos interesa es elegir el producto más saludable: los nutrientes añadidos. Las bebidas vegetales apenas conservan el contenido nutricional original de su materia prima base; salvo que se enriquezcan con minerales y vitaminas, sus beneficios como tal son muy pobres.

En cualquier caso, no hay que olvidar que ni los lácteos ni las alternativas vegetales son imprescindibles o necesarios en ninguna dieta saludable. Con una alimentación variada y equilibrada podemos obtener todos los nutrientes que necesitamos, incluyendo el calcio.

Las calorías de estos productos son muy similares y se mueven en un rango parecido al de la leche de vaca de supermercado, con unas 63 kcal por cada 100 ml si es entera, bajando a los 35 kcal si es desnatada. Las vegetales se mueven entre las 55-25 kcal por cada 100 ml, siendo las más ligeras las que están más diluidas.

Leche Almendras2

De cara a dietas de adelgazamiento, nos puede interesar más fijarnos en la cantidad de hidratos de carbono, más concretamente de azúcares. La leche animal contiene azúcares naturales en forma de lactosa -no se le añade más salvo que sea una bebida preparada-; las vegetales pueden tener azúcar, fructosa, siropes o zumos de frutas como añadidos.

Como criterios generales de calidad, podemos buscar los productos que contengan el mayor porcentaje posible de la materia prima principal (al menos un 5%, mejor si se acerca al 10%), el mínimo de azúcares añadidos (máximo 5%, similar a la lactosa de la leche), y que estén enriquecidos con vitaminas y minerales.

Tipos de bebidas vegetales y usos culinarios

Las bebidas vegetales se elaboran triturando un ingrediente vegetal con agua y filtrándolo para eliminar todas las fibras, dando como resultado un líquido más o menos espeso, de un color que varía entre el blanco, el nácar y tonos amarillentos.

Leche de Avena

Podemos distinguir las variedades en función del tipo de ingrediente principal con el que están elaboradas, sin contar el agua. Es el producto con el que se anuncian comercialmente y marca también su denominación. Puede ser una legumbre (soja), frutos secos, cereales, semillas o, como caso excepcional, coco.

La densidad, el sabor y el contenido de grasa determinan qué bebida vegetal será más adecuada para cada receta, aunque, en el fondo, todo se reduce al gusto personal, porque también hay grandes diferencias entre marcas. Podemos guiarnos por las indicaciones de cada fabricante, que suelen dar pistas y consejos de uso, o preparar nuestras propias bebidas vegetales.

Bebida o leche de soja (legumbre)

La leche de soja es la más conocida y la más versátil, que ya hemos comentado que se asemeja mucho a los nutrientes de la leche de vaca. Al proceder de una legumbre muy completa como es el haba de soja, destaca por su contenido en proteínas y sabor más neutro.

Leche de Soja

Es un comodín muy práctico para sustituir la leche animal en la cocina, teniendo en cuenta que el sabor puede variar según el fabricante, básicamente por la proporción de soja y el uso de endulzantes que pueden incorporar. En recetas saladas, conviene elegir una marca que no añada azúcares de ningún tipo -o el mínimo posible-, ni aromas.

La soja contiene lecitina natural que actúa como estabilizante, por lo que esta bebida se comporta muy bien a la hora de batir y emulsionar. Es perfecta para elaborar salsas o lactonesa. Las variantes ligeras o light son mucho más aguadas y nos darán resultados más pobres en las recetas, algo así como la leche desnatada.

Soja

Las moléculas negativas de las proteínas de la soja reaccionan con las positivas de los ácidos del café, por eso a veces se "corta" al mezclar ambos. Para mitigar el efecto, hay que evitar calentarla demasiado, y verter el café sobre ella -y no al revés- removiendo poco a poco.

Bebidas de cereales

La bebida de avena es quizá la más popular a día de hoy, probablemente por la propia fama que tienen los copos y la harina de este producto. Cualquiera que haya tomado porridge o gachas ya conoce su sabor: se reconoce el cereal pero es suave, ligeramente dulce pero adaptándose bien a ingredientes salados.

Leche de Avena

Cuando contiene un porcentaje notable de avena en su composición, esta bebida es otro gran sustituto de la leche en recetas dulces o saladas, y suele emulsionar muy bien, intregrándose en las masas de forma homogénea. En preparaciones cocinadas -una bechamel o un bizcocho- su sabor prácticamente desaparece.

La bebida de arroz es muy pobre en proteínas y puede pecar de demasiado ligera y aguada según el fabricante. Cuando el porcentaje de arroz supera el 10%, estamos ante otro buen sustituto de la leche en recetas dulces y saladas, con un sabor muy neutro. Es la opción más obvia para preparar el arroz con leche, pero se adapta igualmente a cualquier otro postre, y hace buena pareja con el chocolate sin quitarle protagonismo.

Quinoa Postre de quinoa con leche.

Considerada como pseudocereal, la quinoa también se emplea para preparar una bebida vegetal que suele ser muy nutritiva, pero algo amarga para consumir directamente o para mezclar en batidos y café. En recetas dulces ese amargor puede mitigarse al combinarse si se potencian los aromas y las especias; las preparaciones saladas aporta un matiz a fruto seco interesante, pero conviene probar para que no amargue demasiado.

En tiendas más especializadas es posible encontrar otras bebidas de cereales como el mijo, la espelta o el trigo kamut. En general cumplen las mismas características, con un sabor más pronunciado a cereal en el caso de partir de granos integrales. La espelta suele ser más intensa y el kamut más dulzón, aunque, como siempre, depende del fabricante.

Bebidas de frutos secos

Más calóricas -y nutritivas- y de sabores más intensos, las bebidas de frutos secos son excelentes para disfrutar al natural o combinarlas con cacao puro y especias si buscamos un sustituto de los lácteos chocolateados en el desayuno o la merienda.

Horchata Almendra Horchata o leche de almendras casera.

También son más caras por el propio coste de la materia prima, y eso hace que muchos fabricantes maquillen los ingredientes para ofrecer bebidas demasiado pobres. La leche de almendras es la más sencilla de encontrar y la única que legalmente puede llamarse así, ya es un producto con larga tradición en ciertas regiones, sobre todo mediterráneas.

Acostumbrados a tomar la leche de almendras, llamada también horchata, como un refresco dulce, muchas marcas añaden demasiados azúcares, reduciendo el contenido de fruto seco. Prepararla en casa es muy fácil, y nos permite subir el porcentaje de almendra para dar una bebida más densa y grasa, un gran sustituto de la leche de vaca entera, incluso de la nata para cocinar.

Anacardos Anacardos.

Podemos aprovechar a nuestro favor el sabor de las bebidas de frutos secos para potenciar ciertas recetas, por ejemplo usando la de almendra en un bizcocho que lleve harina de este ingrediente, o combinando la avellana con cacao y chocolate. La nuez de macadamia es más grasa y el anacardo mucho más suave, más adecuadas para elaboraciones saladas, como salsas o cremas, perfecta para la bechamel.

Bebidas de semillas

También son más energéticas que las de cereales por su mayor contenido de grasa y proteínas, pero con menos azúcares naturales. Son una buena alternativa para las personas que además puedan tener problemas de alergias a los frutos secos.

Canamo Semillas de cáñamo.

Las más comunes son las de sésamo, alpiste y cáñamo. La primera tiene un sabor más pronunciado, que puede recordarnos a la tahina, aunque desaparece casi por completo al integrarla a diferentes recetas. Ofrecen un sabor a fruto seco pero menos dulce, con toques más amargos, que muchos fabricantes intentan mitigar con diversos endulzantes, aromas, o combinándolos con frutos secos.

El porcentaje de semillas habitualmente es inferior al de las bebidas vegetales, porque también concentran más nutrientes. Para ofrecer un producto más interesante al consumidor, estas bebidas se completan con aceite vegetal -casi siempre girasol o cáñamo-, almidón de tapioca o arroz, gomas vegetales y lecitina de soja.

Leche de coco

La gama de productos del coco puede resultar confusa. Tradicionalmente, la leche de coco ha sido siempre en realidad más bien una "nata", muy rica en grasas, densa y cremosa, el ingrediente perfecto para preparar salsas de curry y platos similares.

Leche Coco

Pero desde hace tiempo encontramos también bebidas de coco más enfocadas al consumo directo, como sustituto de la leche. La gama de calidades puede variar mucho según el fabricante, que a menudo recurren a concentrados o extracto de coco para ofrecer un refresco sabroso con poca cantidad de fruta real.

Estas bebidas son poco adecuadas para sustituir los lácteos en recetas saladas, y no siempre funcionan en las dulces. Tienen un sabor y aroma a coco muy intenso, que podría funcionar bien en salsas exóticas, pero no tienen la densidad necesaria y podrían aguarlas. Sí es adecuada, por ejemplo, para unas torrijas sin lactosa.

Coco

En la repostería habrá que usarla pensando en que dejará su aroma tropical, por lo que puede funcionar en bizcochos más neutros, o combinados con piña, naranja o mango, también con chocolate. Sí es un buen ingrediente para preparar batidos, smoothies y polos o granizados muy refrescantes.

Cremas o preparados vegetales

Categoría aparte son las "natas" o cremas vegetales, de las que existen versiones de prácticamente los mismos ingredientes que las bebidas, en formatos más reducidos. Las más fáciles de encontrar son de soja, arroz, avena, almendra y espelta.

Nata

El sabor es más suave pero ofrecen una textura más densa y fluida, que una vez agitado el brick presentan un líquido homogéneo apto para usar en frío o caliente. Para obtener esa densidad se incrementa el porcentaje de materia prima, se reduce el agua y se añaden grasas y espesantes.

La crema de soja es la más fácil de encontrar y la que mejores resultados ofrece en sustitución de la nata ligera de cocina, con un sabor prácticamente neutro. También es más económica.

Finalmente, la leche de coco que en realidad es crema, es la mejor alternativa para sustituir la nata para montar en recetas dulces. Con un elevado contenido en grasa, este producto presenta más de un 50% de coco combinado con agua de la propia fruta. Cuanto mayor sea el porcentaje, más grasa tendrá, y más denso y cremoso será el resultado de nuestra receta.

Nata de coco Crema o nata de coco, más densa y grasa que la bebida.

Para incorporar la nata a elaboraciones como una tarta de queso -o equivalente vegano-, una mousse, una pannacotta, un helado o una crema catalana, nos basatará con agitar bien la lata y añadir el contenido. De nuevo, el contenido total de coco puede variar según el fabricante; el nivel de grasa se queda a nuestra elección según el postre que estemos elaborando.

Pero si queremos "montar" la crema, tendremos que dejarla enfriar 8-10 horas en la nevera para que se separe la materia sólida del agua, que se quedará debajo. Hay que sacar con cuidado, usando una cuchara, el coco sólido para batirlo con una batidora de varillas hasta obtener la textura deseada.

Leches vegetales en polvo

Existen también las versiones en polvo de las bebidas vegetales, destacando las variedades de frutos secos. Como ventaja, duran más tiempo, se pueden guardar en la despensa y permiten ajustar el porcentaje de agua a nuestro gusto.

Polvo

Son un buen sustituto de la leche en polvo en sus usos culinarios, pero hay que leer bien los ingredientes. La mayoría contienen solo un 50-55% de fruto seco, soja o cereal, añadiéndose maltodextrina -que es una forma de azúcar-, aceites vegetales, jarabes, proteína de guisante y otros ingredientes.

Bola extra: horchata de chufa

No olvidemos que nuestra horchata de chufa también es una bebida vegetal, elaborada en este caso a partir del tubérculo de una planta herbácea. La concebimos como un refresco casi reservado al verano -al menos fuera de tierras valencianas-, pero nada nos impide usarla también como sustituto de lácteos.

Difícilmente encontraremos horchata de chufa sin endulzar en los comercios, así que podemos destinarla a recetas de postres, helados y batidos, o prepararla en casa sin agregar nada de azúcar, como haríamos con cualquier otra bebida vegetal.

Fotos | iStock - Pixabay - Unsplash - jules - www.kjokkenutstyr.net
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Llegan las primeras alcachofas al mercado y hemos seleccionado estas seis recetas para celebrar que empieza su temporada

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Llegan las primeras alcachofas al mercado y hemos seleccionado estas seis recetas para celebrar que empieza su temporada

Aunque como ya nos contó Miguel, el grueso de la segunda floración de la alcachofa se recoge a partir del mes de abril, ya encontramos en febrero muy buenas alcachofas en el mercado, y para aprovechar su temporada os proponemos seis originales recetas con este delicioso ingrediente.

En España producimos dos variedades de alcachofas protegidas con marcas de calidad: las que tienen la Indicación Geográfica Protegida de la Ribera Navarra o alcachofas de Tudela y las que tienen la Denominación de Origen de alcachofas de Benicarló, procedentes de Castellón.

La alcachofa es un ingrediente ideal para cuando estamos intentando perder peso, puesto que es un ingrediente que tiene muy bajo contenido calórico, solo 45 calorías por 100g. Además contiene mucha fibra, por lo que es altamente saciante, y una proporción muy alta de agua, por lo que se le considera un diurético natural.

La alcachofa es en realidad una flor, la floración de un cardo que usamos en la cocina gracias a los árabes. Este alimento es una buena fuente de minerales como el potasio, por lo que su consumo es recomendable durante todo el año y con cualquier edad.

Es interesante recordar que si las preparáis hervidas, podéis aprovechar el agua de su cocción para guardarlas en conserva en sus jugos, y también podéis beberos ese agua, ya que este líquido es sabroso y muy diurético. Además también se puede incorporar a zumos de frutas y a caldos de verduras.

Cómo elegir las alcachofas y cómo conservarlas unos días

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Hace unos años, María José nos explicaba el truco de su madre para elegirlas y conservarlas mejor: Un truco que uso al comprar alcachofas para saber si son tiernas es tocar con el dedo la terminación de las hojas, y si pinchan es mejor no adquirirlas. Además, comprobaremos que están bien llenas o apretadas, siendo mejores las que pesan más.

Como se oxidan muy rápidamente, lo mejor es consumirlas el mismo día que las compremos, en caso contrario hay que conservarlas en la nevera y no demorar su preparación más allá de unos pocos días, para que no empiecen a ponerse negras. El zumo de limón es estupendo para retrasar un poco su oxidación.

También podemos congelarlas si no vamos a usarlas o queremos tenerlas preparadas justo para cocinar, pero antes tenemos que limpiarlas y escaldarlas, dejarlas secar y ya podemos introducirlas en bolsas y meterlas en el congelador.

En este caso no es necesario descongelarlas previamente. Cuando las queramos utilizar, las introducimos congeladas directamente en el agua hirviendo o en el guiso que estemos haciendo y continuamos cocinando la receta.

Seis recetas para disfrutar la temporada de alcachofas

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Receta de arroz con habichuelas y alcachofas al estilo de la huerta murciana

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Ingredientes

Para 4 personas
  • Alubias blancas 250 g
  • Cebolleta 2
  • Diente de ajo 3
  • Pimiento rojo 1
  • Tomate triturado 60 ml
  • Pimentón dulce al gusto
  • Laurel 1
  • Alcachofa 5
  • Arroz redondo 4 puñados
  • Vinagre opcional

Cómo hacer arroz con habichuelas y alcachofas de la huerta murciana

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 1 h 50 m
  • Elaboración 30 m
  • Cocción 1 h 20 m

Escurrir las alubias remojadas, enjuagar con suavidad y poner cocer con abundante agua fría, una de las cebolletas y un diente de ajo pelado. Asustarlas echando agua fría cuando rompa el hervor dos o tres veces, y quitar la espuma que salga. El tiempo dependerá del tipo de alubia y del agua, aproximadamente 60-90 minutos. En olla exprés apenas 15-17 minutos.

Picar la otra cebolla y los ajos finos. Pelar el pimiento rojo -opcional, recomendable- con un pelaverduras y trocear en cubos, desechando las semillas. Calentar un fondo de aceite en una cazuela y pochar la cebolla con el ajo y una pizca de sal, hasta que se transparenten.

Echar el pimiento, saltear unos minutos y añadir el pimentón, removiendo rápidamente a fuego suave para que no se queme. Echar el tomate y el laurel, remover y bajar el fuego al mínimo para que se haga el sofrito mientras pelamos las alcachofas.

Sacar los corazones retirando las hojas externas más duras, cortar las puntas y pelar los tallos. Frotar cada unidad a medida que se limpian con limón, por todas partes de forma generosa, para que no se oxiden. Cortar en cuartos y añadir a la cazuela con una pizca de sal.

Sofreír el conjunto unos pocos minutos y echar las alubias cocidas con cuidado. Remover, añadir el vinagre y cubrir con caldo o agua. Cocer unos 5-8 minutos y echar los puñados de arroz. Mantener la cocción a fuego medio hasta que el cereal esté cocido y las alcachofas en su punto.

Vigilar el nivel de líquido para añadir más caldo o agua si fuera necesario, para dejar la consistencia al gusto. Al reposar y enfriarse espesará más. Retirar la hoja de laurel, probar y ajustar de sal y pimienta. Mejora con el reposo.

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2. Alcachofas guisadas con cigalas

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  • Ingredientes: 8 alcachofas, 4 cigalas, 8 gambones, aceite virgen extra, agua y sal.
  • Elaboración: Limpiamos y pelamos bien las alcachofas. En una cazuela, ponemos a cocer las alcachofas con agua y sal y las dejamos unos 20 minutos hasta que estén bien tiernas. A continuación, las escurrimos reservando el caldo y las cortamos por la mitad dejando en un lado el corazón y la base de la alcachofa y en el otro las hojas. Las salteamos en aceite de oliva aromatizado con un diente de ajo y trituramos las hojas mezcladas con el caldo de la cocción. Pasamos ese puré de alcachofas por un colador fino sobre las bases y corazones de alcachofas salteados y dejamos que se cocinen durante unos minutos. Pelamos los gambones, los salteamos un minuto por cada cara y los incorporamos al guiso. Preparamos las cigalas cociéndolas durante 3 minutos y servimos una en cada plato como guarnición.

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3. Alcachofas con almejas

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  • Ingredientes: Alcachofa cocida 8, Almejas (pueden ser chirlas) 500 g, Aceite de oliva virgen extra, Diente de ajo 1, Sal y pimienta al gusto, Cebolla 1, Vino blanco 75 ml, Perejil fresco picado al gusto.
  • Preparación: Dejamos las almejas gallegas en agua con una pizca de sal para que se vayan limpiando, eliminando las arenillas. Si los excesos económicos de las navidades os pasan factura podéis hacer la receta con chirlas. Mientras, preparamos las alcachofas, pelándolas bien, retirando la punta y cortando en cuartos para cocerlos bien en agua con sal. Cuando las alcachofas estén bien tiernas, las reservamos para continuar con la receta. Si usas alcachofas cocidas en conserva, bastará con que escurras el producto, reservando algo del agua de cocción o líquido de expedición. En una fuente amplia, doramos el diente de ajo muy picado y pochamos una cebolla cortada en juliana. Cuando la cebolla empieza a tomar color, agregamos una punta de harina, medio vaso del líquido de cocer las alcachofas y el vino blanco, agregando también las almejas para que se abran con los vapores de la cocción. Cuando las almejas se abren, reincorporamos las alcachofas cocidas y el perejil picado y dejamos que el conjunto se haga durante unos 5 ó 6 minutos para que se integren bien los sabores. Llevamos a la mesa acompañando este guiso de un buen pan casero porque la salsa es impresionante.

Receta completa | Alcachofas con almejas

4. Lentejas estofadas con alcachofas de temporada y gambones

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  • Ingredientes: Lentejas cocidas en conserva 1 frasco, 3 o 4 Alcachofas, 12 Gambones, Salsa de tomate 1 cucharada, 1 Pimiento verde italiano, 1 hoja de Laurel y Salsa Perrins al gusto
  • Elaboración: Pelamos las alcachofas, cortando la parte dura de la punta y las hojas de fuera y torneamos el tallo, cortándolas después en cuartos. Para que no se oxiden, las dejamos en agua con limón o con unas ramas de perejil hasta el momento de incorporarlas a la cocción.Para hacer un caldo con más sabor, empezamos cociendo las cabezas y peladuras de los gambones con agua y unos trozos de verdura que tengáis en el cajón de la nevera. Tras aplastar las cabezas y colar bien el caldo ya tenemos la base para el estofado. En una cacerola, ponemos una cucharada de aceite de oliva y salteamos el pimiento verde muy picadito, añadiendo después la cucharada de tomate frito y las lentejas muy bien lavadas bajo el grifo para quitar el sabor del líquido de conserva. Luego añadimos el caldo de las gambas y la hoja de laurel. Cocemos con la tapa puesta hasta arrancar el hervor y después destapamos y bajamos al mínimo el fuego, dejando cocinar hasta que las alcachofas estén tiernas, lo que no tardará más de 10 o 15 minutos. Añadimos los gambones pelados y un chorrito de Perrin's, y apagamos el fuego dejando que se cocinen con el calor remanente. Si podéis dejad reposar el estofado de un día para otro porque su sabor mejora.

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5. Ensaladilla de alcachofas y gambas

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  • Ingredientes: 3 patatas medianas, 200 g de mayonesa, 50 g de pepinillos, 50 g de zanahorias cocidas, 10 corazones de alcachofa cocidos, 24 colas de gamba cocidas y 2 huevos cocidos.
  • Elaboración: Lo bueno de las ensaladillas es que podemos tirar de algunos ingredientes que ya están cocinados. Por ejemplo las zanahorias podemos aprovechar los botes de variantes que venden y que incluyen las zanahorias y los pepinillos. Y por no decir las alcachofas, no hay mejor invento que los corazones de alcachofa ya cocidos. El trabajo que nos ahorra. Cocemos las patatas peladas hasta que estén blandas. Las enfriamos y chafamos con un tenedor. Añadimos la mayonesa y mezclamos bien. Mientras también podemos cocer los huevos. Incorporamos todos los ingredientes, menos las gambas, bien picados. Mezclamos y dejamos en la nevera para que se enfríe bien. Servimos en los platos o cuencos y colocamos las gambas por encima para llevar a la mesa.

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6. Bacalao confitado con alcachofas

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  • Ingredientes: Alcachofas frescas, aceite de oliva y bacalao desalado.
  • Elaboración: Limpiar las alcachofas, tornear la parte de abajo pero dejar base para luego poder asentarla sin que se deshaga. Confitar cubiertas de aceite durante 2 horas a 80ºC. Marcar las alcachofas ya terminadas poniéndolas boca abajo y abrirlas separando los pétalos. En el aceite donde se confitaron las alcachofas, confitar el bacalao durante 15 minutos a 70ºC, montando luego el aceite sobrante como un pil pil.

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13 errores que pueden arruinar tu queso

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13 errores que pueden arruinar tu queso

En Directo al Paladar somos amantes confesos y declarados del queso en todas sus variedades. Ingrediente de lujo en multitud de recetas, por sí solo es un manjar que lo mismo te soluciona la cena que te apaña el aperitivo o la merienda, y merece la pena invertir en producto de buena calidad.

A quien le apasiona el queso no le importa invertir un poco más en una pieza especial, pero no podemos olvidar que se trata de un alimento costoso de producir y también delicado. Manipularlo incorrectamente en casa podría arruinar por completo el sabor o la textura del mejor queso del mundo, y los errores más frecuentes se suelen cometer a la hora de conservarlo.

¿Hay que sacarlo de su envase? ¿Todos los quesos se guardan en la nevera? ¿Tienen utilidad las queseras? ¿Cómo evitar que se reseque? Para resolver estas y otras dudas, repasamos a continuación los fallos más frecuentes en los que podemos caer cuando guardamos el queso en casa.

1. Tratar a todos los quesos por igual

No es lo mismo un queso fresco que un curado o añejo. La procedencia de la leche, la maduración, el tipo de pasta o de corteza, la presentación... son factores que determinan las características de cada queso, y deben tenerse en cuenta también para su conservación.

Quesos

En general, los quesos más frescos se estropean más rápidamente y la aparición de mohos no es buena señal, mientras que sí es comestible en los productos enmohecidos o más curados, pues es parte de su maduración.

Un queso tipo Burgos debe conservarse en un recipiente hermético y consumirse rápidamente; los que además incorporan sueros o salmueras, como la burrata o la mozzarella, hay que mantenerlos en su líquido y en recipientes cerrados. Un queso duro conviene separarlo del envase original.

2. Conservarlo a temperatura ambiente

El queso lleva con nosotros miles de años y la nevera es un invento relativamente reciente, pero eso no quiere decir que sea adecuado mantenerlos a temperatura ambiente. Podríamos hacer una excepción si disponemos en casa de una fresquera a la antigua y nuestra zona no es muy cálida o húmeda, pero sigue sin ser lo más recomendable.

Queso

Un queso de pasta dura y semigraso, como puede ser el manchego, puede mantenerse en una despensa fría (no más de 12º C) si el ejemplar está entero, protegido aún por su corteza. Sin embargo, ante el riesgo de cambios de temperatura, el frigorífico será siempre la mejor opción, y lo protegerá también de visitantes inesperados -insectos o, por qué no, roedores-.

3. Colocarlo en la zona más fría de la nevera

Es la mejor opción, sí, pero no de cualquier manera. Para maximizar la conservación de los alimentos se aconseja mantener la nevera a una temperatura de unos 4-5º C, que favorecerá a los quesos más frescos y perecederos, pero no tanto a los más duros.

Queso

Los productos de corteza dura, desde los tiernos a los más añejos, respondrán mejor a la zona menos fría del electrodoméstico, que puede variar en función del modelo. Algunos fritoríficos disponen de espacios concretos para quesos y lácteos, pero conviene consultar las indicaciones del fabricante.

La zona superior suele ser la más templada, y otro buen recurso son los cajones para frutas y verduras, que pueden venir bien para los quesos más grandes o enteros. Igual que ocurre con los vegetales, el exceso de frío puede estropear el sabor, el aroma y la textura de un buen queso.

4. Dejarlo expuesto

Los quesos están protegidos por su corteza natural; en el momento en que se abren, empieza su degradación. Al exponerlos al aire, la temperatura y la humedad, la pasta va perdiendo cualidades, por eso hay que evitar al máximo el contacto con el exterior.

Queso

Nunca hay que guardar un queso abierto simplemente en un plato en la nevera: a las pocas horas se habrá quedado muy reseco y no tendrá el mismo sabor. Si hemos sacado unas cuñas para la cena y nos han sobrado, podemos introducirlas en un recipiente hermético para consumirlas, eso sí, en poco tiempo.

5. Envolverlo en plástico film o aluminio

El queso abierto no se debe dejar al aire, pero envolverlo en el típico plástico film transparente no es la mejor idea. En primer lugar, ese plástico podría transferir su sabor al queso, y además lo "ahoga", y puede generar humedad o condensación. Sucede lo mismo con el papel de aluminio, que además tiende a romperse.

Queso Film

Para conservaciones más cortas podría ser un recurso ocasional exprés -siempre preferible a dejar el queso tal cual en la nevera-, o para los quesos más frescos y húmedos. En el resto de casos, la mejor alternativa es el papel encerado que suelen manejar los profesionales también en carnicería, o papel sulfurizado de hornear.

Mejor aún sería emplear un paño limpio de gasa, como el que se emplea para filtrar el suero en la filtración del suero en elaboraciones lácteas. Es el método más recomendable para variedades como el queso tetilla, que lo protege sin resecar ni acumular humedad.

6. Exponerlo a olores fuertes

Los quesos, en general, son muy sensibles y absorben los olores que tienen cerca. Esto es útil si queremos aromatizarlo, por ejemplo con aceite de oliva, o para la maduración en vino, pimentón o romero, pero supone un problema añadido en su mantenimiento.

Queso Cortado

Al guardarlo en la nevera lo exponemos a todo tipo de alimentos más o menos agresivos que pueden afectar a sus sabores naturales, y los quesos más fuertes como los azules podrían dejar mal olor en el propio frigorífico. Por eso siempre hay que mantener los aromas fuertes bien alejados, y guardar los quesos diferentes por separado.

En general se recomienda introducir el queso en un recipiente hermético inodoro para aislarlo mejor, sin dejar de envolverlo en papel o gasa. Y nos ayudará a tener más ordenada la nevera.

7. No dejarlo respirar

El recipiente debe ser hermético, pero no debería estar completamente cerrado, especialmente si los quesos son blandos. Estos podrían fermentar o pudrirse demasiado rápido, y los quesos más duros necesitan respirar un poco, no estar completamente aislados, especialmente por la corteza.

Queso Ar

Resultan muy útiles las tapas con pequeñas aberturas que pueden dejarse abiertas para que circule el aire, y además son más recomendables los recipientes de vidrio, que dejan ver el interior y no transmiten ningún sabor ni olor. Si la nevera reseca demasiado, podemos colocar sobre el queso -envuelto en papel- la gasa ligeramente humedecida o usar un paño limpio.

Algunos profesionales usan el truco de colocar dos terrones de azúcar dentro del recipiente cerrado herméticamente, que regularán la humedad interior de forma natural, hasta que el azúcar comienza a derretirse.

8. Congelarlo

Si bien el queso, por lo general, sí se puede congelar, no es muy recomendable hacerlo. La congelación siempre va a modificar la textura de los alimentos y puede provocar la pérdida de sabor y aroma al descongelarlos. Además, los aparatos domésticos no son la mejor herramienta para mantener las cualidades intactas de un producto.

Estos electrodomésticos no congelan tan rápido como los profesionales, pueden generar escarcha y no es raro que transfieran olores extraños al queso. Por eso solo se aconseja recurrir a la congelación en caso de extrema necesidad, o para guardar las cortezas.

9. Conservarlo mucho tiempo

Un queso semicurado no podremos convertirlo en curado en casa. Es posible que se intensifiquen los sabores con el paso del tiempo, y perderá humedad paulatinamente, volviéndose más duro, pero eso no quiere decir que sea buena idea conservarlos durante demasiado tiempo.

Queso

A pesar de que son alimentos, en general, con una larga vida útil, los productores los disponen a su venta en el momento óptimo, y así merecen ser degustados. Ya hemos comentado que los quesos más frescos se estropean más rápidamente, por lo que conviene respetar la fecha de caducidad o las indicaciones de consumo una vez abiertos.

10. Comprar demasiado

Enlazando con el punto anterior, pecar de exceso en la compra es otro fallo en el que podemos caer si nos dejamos llevar por las ofertas o la emoción del momento.

Queso

Las piezas más grandes acostumbran a salir más baratas en su precio al peso, pero a la larga no merece la pena si el queso se nos va a echar a perder. Lo mejor es comprar con cabeza, según nuestras necesidades y capacidad de consumo. Aunque los ejemplares sin abrir aguantan mejor y más tiempo, inevitablemente perderán calidad por mucho que cuidemos su conservación.

11. Envasarlo al vacío

Es cierto que muchos quesos se comercializan envasados al vacío, sobre todo cuñas o porciones, pero en casa no es del todo recomendable. Este método de conservación extrae la máxima cantidad posible de aire del envase antes de cerrarlo herméticamente, por lo que está totalmente desaconsejado para quesos muy blandos.

Queso Vacio

En los quesos duros y semiduros es un buen sistema para conservaciones cortas sin refrigerar -por ejemplo, en los típicos mercadillos o en mostradores comerciales-, también para viajes. Pero ya hemos comentado que el queso necesita respirar y el plástico no es su mejor amigo. Una vez en casa, lo mejor es desenvolverlo cuanto antes.

Si nos vemos con un excedente de queso en casa y no queremos que se estropee, podemos recurrir a este sistema antes que desperdiciar por completo el producto. Las piezas enteras sin abrir admiten mejor el envasado al vacío; en otras circunstancias, mejor evitarlo.

12. Servirlo demasiado frío (o caliente)

Las temperaturas muy bajas matan los sabores, impidiendo degustar un buen queso en toda su plenitud. El frío de la nevera mitiga los aromas y también modifica la textura, dejando cualquier variedad con una dureza mayor de la que le es natural.

Por eso, igual que se recomienda con prácticamente cualquier alimento, siempre hay que sacar el queso al menos 20-30 minutos antes de degustarlo, fuera de su envoltorio. El tiempo exacto dependerá de la época del año, la temperatura de la cocina o de la variedad.

Queso Servido

Lo ideal es servirlo a unos 18º C. Un queso más añejo necesitará más tiempo para atemperarse, y podría beneficiarse de algunos grados más de servicio. Los más frescos, como el Burgos, la mozzarella o un cremoso, es mejor mantenerlos a no más de 15º C. Los cambios bruscos de temperatura no le sientan bien, mejor no recurrir al horno o el microondas para acelerar el proceso.

Evidentemente, en días muy calurosos hay que vigilar también la situación contraria. El exceso de temperatura puede reblandecer demasiado a los quesos, liberar las grasas y generar sabores y aromas poco agradables. Hay que evitar exponerlos a la luz directa del sol.

13. No cortarlo correctamente

Un último error muy común que parte del desconocimiento de las particularidades de cada variedad de queso. Como el buen jamón ibérico o el sashimi, un mal corte puede cambiar por completo la textura, estropeando también el sabor y las sensaciones que genera en boca. Cuñas, láminas finas, lascas, cubos, rectángulos... la dirección del corte también es importante.

Queso Cortando

Saber cómo cortar y servir cada queso es esencial para degustarlo correctamente, así como disponer de los utensilios adecuados. En las tiendas especializadas estarán encantados de aconsejarnos sobre el mejor método para apreciar al máximo su sabor.

Recordemos para terminar que, en gastronomía, no existen realmente las reglas úniversales. El mundo del queso es tan sumamente amplio y variado que sería muy complicado fijar unas normas únicas: siempre hay excepciones. A la hora de invertir en un buen queso de calidad, nadie como el propio productor para resolver las dudas que puedan surgirnos.

Fotos | Unsplash
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Así se inventó la pizza hawaiana: una de las creaciones más importantes de la historia de la gastronomía

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Así se inventó la pizza hawaiana: una de las creaciones más importantes de la historia de la gastronomía

Capaz de levantar tantas pasiones como odios, la pizza con piña tiene poco de hawaiana. Creada por casualidad por un inmigrante griego aficado en Canadá, es hoy uno de los platos más queridos del país americano, y el resto del mundo tenemos mucho que agradecerle. Porque disfrutar sin pudor de una buena pizza con piña es toda una declaración de principios.

Por mucho que el presidente de Islandia casi creara una crisis internacional al manifestar que la prohibiría si pudiera, la pizza hawaiana sigue campando a sus anchas en menús y recetarios de todo el mundo. La combinación de ingredientes funciona y gusta, y ya va siendo hora de superar el eterno debate entre sus defensores y detractores. Pero viajemos un poco en el tiempo para honrar su nacimiento.

El origen griego de una pizza canadiense

Los movimientos migratorios han definido gran parte de nuestras culturas gastronómicas, aunque nos empeñamos en asociar platos y recetas a supuestos microcosmos aislados del resto del mundo. Sin la inmigración, con sus intercambios de ingredientes, técnicas y conocimientos, sería imposible comprender cómo comemos hoy en día, y la globalización sin duda ha roto aún más las fronteras culinarias.

Pizza Hawaiana

Esa mezcla de influencias ha dejado una huella muy evidente en la cocina del continente americano, especialmente en los países del norte. Si Estados Unidos ha creado una identidad culinaria propia a partir de retazos de muchas tradiciones de todo el mundo, Canadá tampoco se queda atrás.

La inmigración griega cambió el panorama gastronómico canadiense

El país del arce recibió desde mediados del siglo XX más de 100.000 inmigrantes griegos que se aventuraron a abrir sus propios negocios, muchos de ellos hosteleros. Lo curioso es que desde finales de los años sesenta la gran mayoría apostó por un modelo de local entre diner y pizzería que daría lugar a algunas de las franquicias más populares del país.

Pero fue un joven llamado Sam Panopoulos quien firmaría de casualidad uno de los platos más icónicos de la gastronomía mundial. Nacido en Grecia, Panopoulos llegó a Canadá con su familia en 1954, no sin antes hacer una afortunada parada en Nápoles, donde conoció la pizza por primera vez. Ya en tierras americanas empezó a trabajar en diversos locales en la región de Windsor-Detroit, zona fronteriza con Estados Unidos.

Pizza Hawaiana

A principios de los cincuenta la pizza prácticamente era una desconocida para los canadienses. Según contaba el propio Panopoulos, había que cruzar a Detroit para probarla, y de allí saltó al país vecino con las primeras tímidas incursiones. Como recoge el libro 'Signature dishes that matter', por entonces la pizza se veía como "comida étnica", un exotismo desconocido para el paladar local.

Panopoulos empezó a combinar platos canadienses con cocina china y pizzas

Fue poco después cuando Sam Panopoulos abrió con su hermano el diner Satellite Restaurant, en la localidad de Chatham (Ontario). Motivado por salir de la monotonía del menú clásico de este tipo de locales, contrató a un cocinero asiático para empezar a jugar con platos de inspiración china e introducir nuevos sabores en el aburrido gusto de su clientela. La pizza era el siguiente paso.

Las primeras pizzas de Canadá eran muy "primitivas, no estaba mal, pero no eran nada especial". Normalmente solo se servían con champiñones de lata, queso, beicon o pepperoni. Panopoulos quería probar con nuevas combinaciones e ingredientes, y así empezó a experimentar con casi cualquier cosa hasta dar con fórmulas que funcionaban.

Canadá carecía completamente de tradición pizzera y eso jugaba a su favor: no había ninguna norma que romper ni expertos a los que ofender.

Pizza Hawai

Por entonces lo tiki había creado una especie de fenómeno en Estados Unidos, al que sus vecinos no fueron inmune. Hawái se convirtió en estado oficial en 1952 y surgió una especie de mito de paraíso de playa y sol en torno a su cultura, materializándose en forma de recetas y cócteles. La fruta tropical enlatada, particularmente la piña, invadió las despensas de medio planeta.

Y así, un buen día de 1962, a Sam Panopoulos se le ocurrió introducir el concepto agridulce, tan típico de la cocina china, a su pizza. Abrió una lata de piña en almíbar, la escurrió bien y la repartió sobre la masa de tomate, queso y jamón. Y descubrió que funcionaba deliciosamente bien; la bautizó con el nombre de la marca de la fruta envasada y el resto es historia.

La pizza hawaiana como símbolo

En Nápoles probablemente se echaron la manos a la cabeza cuando oyeron hablar por primera vez de la pizza hawaiana. Pero, por mucho que la napolitana sea considerada la cuna de esta masa plana -y tenga reconocimiento de la UNESCO-, ni surgió espontáneamente allí ni tienen la exclusividad absoluta.

Pizza Hawaiana

Se podrá proteger la receta de la auténtica pizza napolitana, pero un plato tan profundamente popular y humilde estaba destinado a transformarse y reinventarse de mil formas distintas. Existen muchas variedades y estilos en todo el mundo, con múltiples connotaciones culturales e históricas, y todas son perfectamente válidos.

Hay que atreverse a probar cosas nuevas para hacer avanzar la gastronomía, sin tener por qué dejar de lado las recetas más tradicionales -que, por otro lado, difícilmente serán inmutables-. La creación de Panopoulos fue pura improvisación casual, como tantos otros inventos, y tiene el honor de haber abierto nuevos caminos.

Sentó un precedente que no solo convirtió la pizza con piña en uno de los platos más populares del mundo, también demostró que no hay normas ni esnobismos que valgan en esto de la cocina. Si su obra aparece incluida como uno de esos signature dishes que han definido la historia culinaria reciente, merece ser tratada con respeto.

Tostada Tostadas Hawái, una receta sencilla muy popular en Alemania y Suiza.

Gastronómicamente hablando, la combinación dulce-salado suele ser un acierto, y el análisis químico de la piña desvela que marida muy bien con quesos, carnes y tomate; no en vano la tostada Hawái de piña con jamón triunfó rápidamente en Alemania y Suiza. Lo ideal es disfrutarla con piña fresca de calidad, pero originalmente la conserva era el único método de probar esta fruta en países no tropicales, y sigue siendo un recurso válido.

Debatir o hacer mofa de gustos culinarios carece de sentido

La pizza con piña no tiene por qué gustar a todo el mundo -ni mucho menos-, pero está lejos de ser una aberración. Claro que al ser humano le encanta polemizar y discutir, y si podemos identificarnos con un bando en un debate, lo defenderemos hasta la muerte. Sea la tortilla de patatas con o sin cebolla, la fruta escarchada del roscón o la paella.

Nuestra 'personalidad gastronómica', como definieron nuestros compañeros de Xataka, está marcada por la propia evolución, nuestros genes y nuestro aprendizaje en un contexto determinado. Nuestros gustos se moldean, y también la identificación con unos valores o símbolos que consideramos "auténticos".

Pero, como muy bien reivindica David Chang en su serie documental 'Ugly Delicious' (Netflix), no debería haber fronteras en la cocina, y mucho menos vergüenza de nuestros gustos. En el primer programa un chef nipón prepara una pizza japonesa con base de mayonesa, coronada con atún de primera calidad, y resulta ser exquisita. ¿Por qué no?

Pizza

Habrá cocineros que se nieguen a servir pizza con piña y estarán en su derecho, mientras otros se aventuran con recetas propias incluyendo ingredientes aún más chocantes. Lo que debería preocuparnos es la calidad del plato y que el resultado sea satisfactorio.

Porque al final se trata de poder disfrutar, y si lo que te hace salivar es una pizza con trozos de piña nadando en queso fundido, tienes todo el derecho a saborearla sin pudor. A quien no le guste, pues que pida otra cosa, pero sin mirar por encima del hombro. Juzgar al prójimo en base a sus gustos desde una pretendida superioridad sí que carece de sentido.

Fotos | iStock - Unsplash
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Cómo hacer bombones y trufas para conquistar en San Valentín (o darte un capricho cuando sea)

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Cómo hacer bombones y trufas para conquistar en San Valentín (o darte un capricho cuando sea)

Chocolate y San Valentín casi parecen sinónimos. No solo en Japón se vive con locura este fenómeno, nuestra tradición de celebrar el amor regalando y devorando chocolates de todo tipo viene ya de lejos. Hoy las marcas y los artesanos intentan hacer su agosto, pero el mejor regalo seguirá siendo el hecho por nosotros mismos.

Elaborar bombones o trufas es todo un placer que cualquier amante del cacao debe experimentar alguna vez. La misma preparación puede ser una buena actividad para hacer en pareja, pues no deja de tener su punto seductor, y nos permite jugar con los ingredientes y la presentación a nuestro gusto. Y, por supuesto, nos dará mucho juego más allá del 14 de febrero.

Conceptos clave

Antes de lanzarnos a poner perdida la cocina, es importante tener claros ciertos conceptos clave para trabajar correctamente con el chocolate. Hay que recordar que, como tal, no es un ingrediente natural, sino un producto elaborado formado esencialmente por:

  • Pasta de cacao a partir de los granos de cacao.
  • Manteca de cacao (grasa).
  • Azúcar o edulcortantes.

La proporción de cacao y azúcar marcará el tipo de chocolate, su intensidad aromática y su sabor, además de su cantidad de grasa total y azúcares. Además, pueden incorporar otros ingredientes como leche o derivados, algún emulsionante y aromas naturales o artificiales. El chocolate blanco no tiene pasta de cacao, solo manteca y azúcar.

El proceso de elaboración de chocolate es complejo y pasa por diferentes fases que empiezan con la selección y tostado de los granos; como en el café, cada maestrillo tiene su librillo, y en el mundo especializado encontramos una gran variedad de chocolates con sabores, aromas y texturas diferentes.

Choco Pastillas

En casa lo que nos interesa es saber que nuestros bombones saldrán más ricos cuanto mejor sea la materia prima. Invertir en chocolate de primera calidad es tener la mitad del trabajo hecho, y no siempre es buena idea escoger los chocolates llamados "para postres". Suelen ser demasiado recios, muy dulces y, en definitiva, poco interesantes.

Lo ideal es apostar por chocolate de, aproximadamente, un 60% de cacao, aunque también se pueden elegir chocolates con leche. Ese porcentaje se refiere a la cantidad de cacao sobre el azúcar, no sobre el total que incluiría la manteca. Por eso hay chocolates del mismo porcentaje que tienen más grasa que otros.

Cómo trabajar el chocolate: fundido y atemperado

Un paso del que no nos vamos a librar es el de fundir el chocolate. Si además queremos que conserve brillo, y luzca bonito, homogéneo y sin manchas, tendremos que atemperarlo. Esta primera fase hay que manejarla con cuidado y no tener prisa, ya que el chocolate es un producto muy delicado que puede estropearse con el mínimo descuido.

Chocolate Picado

El método más seguro es el baño maría, que permite controlar con precisión el punto exacto sin riesgo de que se queme. Lo mejor es confiar en un recipiente especial que ofrezca estabilidad, procurando que el agua nunca toque directamente la base del cazo donde está el chocolate, y sin dejar que hierva para que tampoco salpique agua

Daxin66 - Cazo para  fundir chocolate, caramelo, mantequilla o queso, de acero inoxidable 18 / 8

Daxin66 - Cazo para fundir chocolate, caramelo, mantequilla o queso, de acero inoxidable 18 / 8

El fundido irá más rápido si picamos el chocolate en piezas menudas, si lo rallamos o si usamos chocolate en pastillas, no chips, normalmente destinadas a un uso más profesional. Unas varillas pequeñas de pastelería ayudarán a obtener una buena textura, y una lengüeta es esencial para retirar hasta la última gota de chocolate derretido.

Chocolate Fundido

Para atemperarlo, es decir, volver a bajar la temperatura para después subirla de nuevo a unos grados concretos, necesitaremos un termómetro. Los más precisos son los de pastelería o de azúcar, diseñados específicamente para trabajar con elaboraciones dulces, de azúcar. Aquí se detalla todo el proceso paso a paso.

IBILI 776700 - Termometro De Azucar

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Termómetro Digital de Cocina con espátula para chocolate, salsa, mermelada, jarabe, espuma de leche, barbacoa (℃ / ℉)

Termómetro Digital de Cocina con espátula para chocolate, salsa, mermelada, jarabe, espuma de leche, barbacoa (℃ / ℉)

En los obradores profesionales suelen contar con una superficie de mármol o de granito frío para extender el chocolate fundido y enfriarlo, usando una espátula para extenderlo y una rasqueta que permite recogerlo. Si en casa no tenemos, podemos recurrir a las hojas de guitarra sobre una bandeja metálica enfriada, o añadir un poco de chocolate sólido que, al fundirse, bajará su temperatura.

Decora 0271021 ESPATULA Bakery 16 CM

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Wilton Comfort Grip Espátula Curvada 22,5 cm, Centimeters

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ScrapCooking 9422 - Paquete con 10 Hojas de Acetato y Recetas, 34,2 x 23,2 x 0,5 cm

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Elaboración de trufas y bombones

Trufas

Las trufas básicas son la mejor receta con la que empezar; el formado irregular incluso les sienta bien, no tienen que salir todas iguales y perfectas. Para facilitar la tarea, es útil contar con tenedores especiales de chocolatería, así como una rejilla o colador de malla muy fina donde sacudir el exceso de rebozado.

Schneespitze 10 Piezas Tenedores de Chocolate de Acero Inoxidable Tenedores de Acero Inoxidable con Mango de plástico Tenedores para Fondue Queso para La DecoracióN De Postres Bricolaje

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Estas trufas parten de una ganaché simple (chocolate fundido y nata con alto porcentaje de grasa), que se deja enfriar hasta que permite extraer bolitas o porciones. ¿Queremos trufas más redondas y mancharnos menos? Podemos usar un sacabolas. Para cubrirlas tenemos el clásico cacao en polvo, pero podemos emplear frutos secos picados, coco rallado, té matcha, frutas deshidratadas molidas, sprinkles, bolitas o virutas de azúcar, etc.

FunCakes, Sprinkle para repostería (Rosa claro) - 80 gr.

FunCakes, Sprinkle para repostería (Rosa claro) - 80 gr.

Otra opción es volver a bañarlas en chocolate fundido, negro, con leche o blanco, para jugar con los contrastes de sabor y color. En ese caso, nada mejor que una herramienta como la cuchara perforada. Siempre hay que dejar escurrir el sobrante antes de retirar cada trufa y dejarla secar completamente, sobre rejilla o papel antiadherente.

Si nos ponemos aún más sibaritas, una vez solidificada esa capa podemos aplicar decoraciones de más chocolate fundido con una manga pastelera de boquilla muy fina, haciendo filigranas o lo que nos permita el pulso. Los lápices pasteleros de precisión también son muy útiles para estos menesteres y menos engorrosos.

Chocolate Molde
Lékué Decorador pastelería, Silicona, Rojo

Lékué Decorador pastelería, Silicona, Rojo

En cuanto a los bombones, lo primero será contar con moldes adecuados. La silicona es muy cómoda a la hora de desmoldar las figuras, aunque también dan excelentes resultados los moldes de plástico transparente resistente, siempre que sean de una buena marca de calidad, y que siempre son reutilizables.

Para elaborarlos rellenos necesitamos moldes con cavidades profundas; lo primero es cubrir todo el fondo con una fina capa de chocolate atemperado que hay que dejar enfriar por completo. Se puede usar un pincel o verter el chocolate directamente y escurrir el exceso, ayudándonos de una espátula.

Trufas Cava

A continuación, ya podemos rellenarlos al gusto: con ganaché, fruta o frutos secos, mermelada, crema, mazapán, dulce de membrillo, guindas... Se cubre finalmente con una tapa de chocolate fundido y, de nuevo, hay que esperar a que estén fríos y completamente secos antes de desmoldar.

IBILI 860301 - Moldes Silicona Bombon - Corazon

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SCG29 Molde de Silicona para Chocolate, 15 cavidades con Forma de Botones, Color marrón

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IBILI 737600 - Capsulas Bombon Corazon 36 Pc

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Para San Valentín o aniversarios más personales podemos elegir los clásicos moldes de corazones, también válidos para Navidad. Si queremos darles un toque de color podemos usar una capa exterior de chocolate blanco teñido con colorantes especiales de chocolate, o usar deco melts, aunque estos últimos son un poco empalagosos y conviene usarlos con moderación.

Deco Melts FunCakes - Cobertura para repostería, Rosa, 250 g

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Recetas para enamorar

Trufas al Ron
Algunos de los enlaces aquí publicados son de afiliados. A pesar de ello, ninguno de los artículos mencionados han sido propuestos ni por las marcas ni por las tiendas, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores

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Siete recetas con fresas para alegrar tus postres con productos de temporada

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Siete recetas con fresas para alegrar tus postres con productos de temporada

El mes de febrero nos trae una de las frutas que más alegría nos da en casa, pues podemos utilizar este ingrediente en numerosísimas recetas. Hoy hemos seleccionado siete recetas con fresas para celebrar que ya ha empezado su temporada.

Dulces y fáciles de comer, las fresas y los fresones son frutas que nos aportan pocas calorías y cuyo componente más abundante es el agua, por lo que resultan muy refrescantes. Además, las fresas contienen gran cantidad de sales minerales como potasio, magnesio y calcio, y vitaminas C y E.

Es una fruta que se suele digerir bien y resulta muy nutritiva y sabrosa. En nuestro país, la temporada va de enero a junio, por lo que en febrero ya están en su mejor momento, y es fácil encontrarlas en fruterías y supermercados.

Fresas y fresones

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La mayoría de las veces, las llamamos fresas pero suelen ser fresones. Las fresas son más pequeñas y tienen el tallo más largo, y a veces se venden con el nombre de fresas silvestres. En otros países se conocen con el nombre de frutillas.

Esta fruta es originaria de América, y no llegó a España hasta entrado el siglo XIX. A partir de entonces, España se convertió en el máximo productor de fresones de Europa, siendo la provincia de Huelva la más destacada en producción de fresón. También son famosos por su calidad las fresas de Aranjuez en la Comunidad de Madrid.

Nuestras fresas y fresones tienen fama por su gran calidad por lo que son muy demandadas en Europa, exportándose sobre todo a los franceses, alemanes y británicos, que las consumen en muchas recetas dulces.

Cómo conservar las fresas en buen estado

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Para que las fresas no se estropeen rápidamente, conviene no quitarles el pedúnculo ni las hojas verdes, no lavarlas ni humedecerlas hasta que las vayamos a comer y guardarlas dentro del frigorífico. En general duran más las que compramos en cajitas de madera que las que vienen en barquetas de plástico.

Es preferible que no estén unas encima de otras sino extendidas en una bandeja. Como la humedad puede hacer que les crezca moho, una buena práctica es forrar el fondo con papel de cocina para que absorba la humedad. Si hay alguna estropeada o que empieza a estar blandengue, conviene retirarla para que no estropee las demás.

Es conveniente cubrirlas con film o plástico de cocina pero haciendo unos agujeritos para que las fresas respiren. Así nos aguantarán dos o tres días perfectamente. Si las laminamos y las cubrimos con zumo de naranja, vinagre suave o vino, podemos mantenerlas en buen estado uno o dos días dentro de la nevera.

Si queremos conservarlas más tiempo, podemos hacer confituras o mermeladas, y para más tiempo lo recomendable es cortarlas en láminas, guardarlas en un envase zip al que saquemos el aire y congelarlas, teniéndolas así disponibles durante todo el año.

Si las quieres congelar enteras, congélalas separadas en una bandeja amplia para que no se toquen durante el proceso de congelado y una vez estén bien congeladas, pásalas a las bolsas zip en raciones para cuando las quieras utilizar.

Siete recetas con fresas de temporada

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Aunque se nos ocurren muchísimas más recetas con fresas, usándolas en tartas, mermeladas, batidos, helados y nos apetece prepararlas maceradas en zumo de naranja o con nata, hemos buscado algunas recetas diferentes con fresas, para que renovéis vuestro recetario y las vayáis incorporando a vuestros menús familiares.

1. Fresas asadas al Oporto

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Ingredientes

Para personas
  • Fresa 450 g
  • Aceite de oliva virgen extra 20 ml
  • Miel 30 ml
  • Vino de Oporto 030 ml
  • Ralladura de naranja o de limón
  • Vinagre de Módena 10 ml
  • Sal una buena pizca

Cómo hacer fresas asadas al Oporto

Dificultad: Media
  • Tiempo total 40 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 30 m

Precalentar el horno a 180º C y preparar una bandeja que pueda recoger bien los jugos sin salirse. No queremos amontonar las fresas. Se puede cubrir con papel de horno o de aluminio.

Lavar la fruta, cortar los rabitos y secar con suavidad. Cortar en cuartos o mitades longitudinales, dependiendo del tamaño. Disponer en un recipiente.

Aparte mezclar bien todos los demás ingredientes y echar sobre las fresas. Remover con suavidad y volcar las fresas sobre la bandeja en una sola capa, agregando los jugos que hayan quedado en el cuenco.

Hornear durante unos 30-40 minutos, o hasta que estén muy blandas y hayan soltado sus jugos. Es interesante que queden bien asadas, pero cuidando que no se quemen.

Fresas asadas

Dejar enfriar un poco fuera del horno antes de trasladarlas a una fuente o recipiente adecuado, agregando todos los jugos de la bandeja. Se puede añadir un poco más de Oporto o de miel si se desea.

Más detalles, aquí

2. Crema de limón con salsa rápida de fresas sin horno

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  • Ingredientes: 200 g de Nata líquida para montar, 200 g de Yogur griego o más nata, Azúcar (85 g o más, al gusto), Ralladura de limón 2 cucharaditas, Zumo de limón, 60 ml, 250 g de Fresas y 10 g de Azúcar blanquilla o moreno
  • Elaboración: Disponer la la nata y el yogur en un cazo, añadir el azúcar y la ralladura de limón lavado, solo la parte amarilla. Mezclar y calentar a potencia media, hasta que vaya a romper a hervir; bajar la temperatura y cocer removiendo unos 5 minutos. Retirar del fuego y agregar el zumo de limón. Remover con las varillas y dejar enfriar unos 20 minutos. Preparar mientras tanto las fresas, lavándolas y cortándolas en trocitos sin el rabito. Mezclar con el azúcar y reservar. Pasar la crema por un colador de malla fina, apretando bien con una lengüeta, para eliminar la ralladura y posibles grumos. Corregir el punto de dulzor si hiciera falta. Repartir esta mezcla en cuatro o seis recipientes y llevar a la nevera. Dejar enfriar, al menos, dos horas, mejor toda la noche. Cocer las fresas, que habrán disuelto el azúcar, a fuego suave, hasta que estén muy tiernas y soltado jugos ligeramente caramelizados. Dejar enfriar y llevar a la nevera para servir en el momento de tomar la crema.

Más detalles, aquí

3. Tartitas de fresas con curd de naranja

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  • Ingredientes: 12 Fresas, 1 Naranja de zumo, Tulipas para helado (de galleta), Menta fresca para decorar. Para hacer el curd, 4 cucharadas de Azúcar, 2 Huevos, Azúcar 110 g, Zumo de naranja 150 ml, Mantequilla 50 g y Ralladura de naranja.
  • Elaboración: Para hacer el curd de naranja, vamos a usar la receta de Esther para hacer curd de limón en el microondas, solo que con zumo de naranja. Mezclamos el zumo con los demás ingredientes en un bol, batimos ligeramente y metemos en el micro a potencia máxima durante un minuto. Sacamos del horno microondas, removemos con las varillas o con una cuchara para mezclar todo bien y volvemos a meterlo al microondas durante otro minuto. Hacemos esta operación de microondas, varillas, microondas, varillas tres o cuatro veces hasta que obtengamos una crema espesa y la metemos en la nevera a que se enfríe y cuaje del todo. Preparamos unas fresas retirando el pedúnculo y cortándolas en láminas finas. Colocamos las fresas en un bol, espolvoreamos con una cucharada sopera de azúcar y cubrimos con el zumo de una naranja. Dejamos macerar en la nevera durante 30 minutos hasta que el zumo tenga color rojizo y el curd haya cuajado definitivamente. Para montar la tartita, usamos tulipas o tartaletas de galleta o barquillo de las que venden en las heladerías, rellenamos el fondo con dos cucharadas de curd de naranja y cubrimos con las fresas maceradas teniendo la precaución de sacarlas bien escurridas del zumo. Decoramos con un capullito de menta.

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4. Mini bombones helados de fresa y yogur

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  • Ingredientes: 12 fresas y 2 yogures azucarados
  • Elaboración: Comenzamos volcando los yogures en un bol y los batimos hasta que estén realmente cremosos. En una cubitera de hielo, preferiblemente con forma de semiesfera o de corazón para que el resultado sea más bonito, llenamos los cubitos con el yogur hasta unos tres cuartos de su capacidad. Metemos al congelador durante una media hora para que la crema se empiece a endurecer. Entre tanto, limpiamos bien las fresas, y las cortamos por mitades, de forma que muestren su peculiar dibujo que contrastará con la cobertura de yogur. Sacamos la cubitera del congelador y con cuidado colocamos las medias fresas sobre cada porción de yogur presionando en la fresa hasta que quede al ras, pero sin que llegue a cubrirse con el yogur. Una vez tenemos todas en su sitio, cubrimos la cubitera con un plástico o film de cocina para que las fresas no se quemen en el congelador por la acción del frío y las dejamos unas doce horas. Ya las tenemos listas para cuando las queramos disfrutar.

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5. Tarta de mousse de chocolate blanco y fresas

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  • Ingredientes: Gelatina en láminas, 3 g, Chocolate blanco de repostería, 120 g, 200 ml de Nata líquida, 1 Vainilla, 24o ml de Nata líquida para montar semimontada, 1 Masa quebrada, 300 g de Fresas, 50 g de arándanos, Mermelada de fresa 2 cucharadas, 50 g de Azúcar, 20 g de Agua
  • Elaboración: Comenzar preparando la mousse de chocolate blanco. Para ello poner a remojar en agua fría las hojas de gelatina. Derretir el chocolate blanco con mucho cuidado en el microondas o al baño maría. Poner a hervir los 200 ml de nata con la vaina de vainilla abierta y rascada, echar las hojas de gelatina, remover hasta que se disuelvan con el calor. Una vez que hierva verter por encima del chocolate blanco emulsionando la mezcla, removiendo con una espátula hasta que el chocolate esté derretido. Semimontar la nata restante y mezclar con una espátula con cuidado. Reservar cuatro horas en frío como mínimo. Precalentar el horno a 160 grados con calor arriba y abajo y cocer la tartaleta diez minutos con papel de horno y rellena de garbanzos. Cuando pase el tiempo, retirar el papel con las legumbres y acabar de dorarla durante quince minutos más. Retirar y dejar enfriar. Distribuir la mousse de chocolate blanco por la base de la tarta llegando hasta el borde. Lavar y picar las fresas a la mitad, colocarlas por la superficie de la tarta intercalando los arándanos. Calentar la mermelada con el azúcar y el agua, y cocer durante cinco minutos. Pintar las fresas con este glaseado. Servir bien fría.

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6. Fresas maceradas a la naranja con crema de mascarpone y nata

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  • Ingredientes: 300 g de Fresas, zumo de naranja, 15 ml de Vinagre balsámico, 3 hojas de Albahaca fresca (o hierbabuena), 10 g de Azúcar (opcional, para las fresas), Nata líquida para montar, 200 ml, Queso mascarpone, 250 g, Esencia de vainilla, 2.5 ml, 30 g de Azúcar glasé, la Ralladura de medio limón, Pistachos
  • Elaboración: Lavar bien las fresas o fresones y las hojas de albahaca y secar con suavidad. Cortar los extremos de las fresas y trocear en cubos pequeños. Disponer en una fuente las fresas, mezclar con el zumo de naranja -o mandarina-, el vinagre balsámico, la albahaca picada y un poco de azúcar, si consideramos necesario añadirlo -con buena fruta no hace falta-. Dejar reposar 1 hora en la nevera. Montar la nata batiéndola con una batidora de varillas hasta que quede bien firme. Mezclarla con el mascarpone escurrido, el azúcar glasé, la vainilla y la ralladura de limón. Combinar con cuidado hasta que quede una crema homogénea y muy melosa, sin grumos. Llenar una manga pastelera. Preparar las copas disponiendo una capa en el fondo de fresas ligeramente escurridas y cubrir con una porción de la crema de queso. Repetir alternando capas de fruta y crema. Finalizar decorando con unas fresas cortadas a lo largo, pistachos picados o almendras y ralladura de limón. Guardar en la nevera hasta el momento de servir.

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7. Tarta de fresas y pera para San Valentín

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  • Ingredientes: 600 g de fresas, 200 g de peras tipo Conferencia, 45 g de maizena, 150 g de azúcar, Harina de repostería, 325 g, Levadura química, 2 g, Sal, 5 g, Azúcar glasé, 30 g, Mantequilla sin sal, 165 g, Agua, 115 ml, Zumo de limón, 5 ml
  • Elaboración: Empezamos preparando la masa. Para ello mezclamos la harina, la levadura, la sal y el azúcar glas en un cuenco. Luego añadimos la mantequilla bien fría y cortada en dados, trabajándola rápidamente bien con las manos muy frías bien con un estribo de mantequilla o las varillas de batir, hasta que quede una textura como miga de pan. El siguiente paso es añadir el agua y el vinagre de manzana. Es conveniente que el agua esté bien fría. Yo he utilizado unos cubitos de hielo para enfriarla. Luego mezclamos con un tenedor hasta obtener una masa manejable, la dividimos más o menos por la mitad (una parte un poco más grande que la otra), les damos forma de bola, las envolvemos con papel film y las guardamos en la nevera durante al menos una hora. Mientras se enfría la masa, aprovechamos para recoger un poco la cocina y lavar, pelar y trocear las peras y las fresas, que pondremos en un cuenco junto con los 150g de azúcar y los 45g de Maizena. Una vez hayan soltado su jugo, las ponemos en una sartén antiadherente a fuego medio, hasta que comience a hervir, y reservamos. Transcurrida la hora de rigor, sacamos la masa más grande de la nevera y la amasamos dándole forma redonda, un par de centímetros más grande que el molde será suficiente. Por otro lado, amasamos la masa pequeña y la recortamos con la forma que más gusto nos dé. Luego engrasamos y enharinamos el molde, que encamisaremos con la masa más grande. Vertemos las fresas y peras en el interior, doblamos los bordes de la masa y decoramos con los corazones. Antes de meter en el horno, tapamos la tarta con papel de aluminio engrasado y enharinado también. El último paso es hornear. Primero 45 minutos con el horno a 215ºC y con la bandeja en la parte inferior, y luego 30 minutos a 180ºC en la zona media, ya sin el papel de aluminio, hasta que la masa se dore y veamos como el relleno burbujea. Dejamos que enfríe completamente y listo.

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Imagenes | Pixabay.com
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Guía para distinguir los diferentes tipos de harina de trigo: en qué se diferencian y cómo usar cada una

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Guía para distinguir los diferentes tipos de harina de trigo: en qué se diferencian y cómo usar cada una

La harina es uno de esos ingredientes considerados básicos en cualquier despensa. Rara es la cocina que no tiene, al menos, un paquete o bote multiusos, de variedad indeterminada a la que solemos llamar "harina normal". En realidad ese término no existe y puede generar mucha confusión y problemas a la hora de embarcarnos con recetas concretas.

Una harina es solo el producto obtenido de la molienda más o menos fina de un cereal, semilla, fruto seco o legumbre, y existen ya incluso de insectos. Aunque en ciertas regiones hay tradición de cereales como el maíz o el centeno, el trigo sigue siendo el más extendido y habitual en nuestras cocinas. Pero no todas las harinas de trigo son iguales.

El trigo y sus particularidades

La harina de trigo se impuso hace tiempo como el cereal básico en la cultura occidental por cuestiones prácticas. Un cultivo relativamente sencillo y económico facilitan la producción a gran escala, y además ofrece una gran versatilidad a la hora de manipularlo.

Harina Trigo

Su sabor es agradable y bastante neutro, más aún al refinarlo, y por su contenido en proteínas resulta fácil trabajar con él para preparar todo tipo de masas dulces o saladas, y se incorpora como ingrediente en multitud de productos de alimentación que no tienen nada que ver con la panadería o repostería.

Hoy en día un molinero tiene los recursos de combinar trigos distintos en función de los resultados que quiera ofrecer a sus clientes: una harina más blanca, un sabor más dulce o intenso, masas más elásticas, etc. Por eso es habitual que un paquete sea resultado de mezclar granos de varios cultivos.

Trigo

Los profesionales, especialmente del mundo de la panadería, se preocupan por el origen específico de cada molienda y saben elegir entre variedades de cereales, zonas de producción, tipo de tierra o época de cosecha. Cada pequeño factor influye y es un mundo muy complejo que, sin embargo, no debería preocupar tanto a nivel doméstico.

Lo que nos interesa en casa es aprender a diferenciar los distitos tipos de harinas que podemos encontrar en el mercado y cómo usarlas correctamente en nuestras recetas. Para ello tenemos que comprender dos conceptos clave: la fuerza y la extracción.

La fuerza de la harina

La fuerza hace referencia a la cantidad de proteína que contiene la harina, que en el caso del trigo corresponde mayormente al gluten, aproximadamente un 80% del total. El resto de proteínas lo forman proteínas solubles e insolubles.

Harina

El gluten, al hidratarse, permite obtener masas elásticas, más fáciles de amasar y formar. Esta proteína ss capaz de atrapar el dióxido de carbono que se libera en las fermentaciones, dando volumen a las masas, y también proporciona una buena estructura general a la miga.

A mayor fuerza de la harina, mayor mayor capacidad de absorber líquidos y de aguantar la presión que genera la fermentación. Una harina fuerte permite trabajar con masas de panadería enriquecidas con grasas y azúcares y de fermentaciones prolongadas. Sin embargo, también la calidad de la proteína es importante, pues no todas responden igual.

Cuanto más alto es el valor W, más fuerza tiene la harina

En el lenguaje más profesional se habla de la fuerza de la harina en valores numéricos expresados con la W. Cuanto más alto sea ese número, más fuerza tendrá esa harina. La harina de repostería, de poca fuerza, suele tener un valor inferior a 100 W; a partir de los 350 W hablamos ya de una harina con mucha fuerza, que puede llegar a los W 400 en la manitoba.

En cuanto a la extracción, como bien describe Ibán Yarza en Pan Casero "es una forma de decir lo integral que es la harina". Un cereal está compuesto de salvado, endospermo y germen, y durante la molienda se puede separa más o menos de esas partes. Al moler y tamizar el grano, se obtiene una harina más o menos refinada.

Harina Reposteria

La extracción determina el grado de refinamiento de la harina

El tipo de molienda también afecta al resultado, por eso muchos productores especifican si el molido se ha hecho a la piedra. En las grandes fábricas suelen emplearse cilindros metálicos que producen harinas homogéneas, muy blancas y finas; los molinos más artesanales pueden producir harinas más heterogéneas y con variaciones de extracción que no se pueden controlar con tanto detalle, y suelen ser más sabrosas.

Una masa más integral es por tanto más aromática y tiene más sabor que una masa muy refinada, también suelen ser más pesadas y necesitan una mayor cantidad de agua u otros líquidos. Es más difícil obtener masas esponjosas y alveoladas con harinas integrales, aunque no imposible.

La extracción se especifica también en valores propios que pueden cambiar en los distintos países. En España es raro que lo veamos indicado en un paquete de supermercado, pero en Francia o Alemania podemos encontrar harinas T45 o T80, y en Italia suelen emplear valores de 0. Cuantos más 0, más refinada es la harina: la más usada para pasta es la 00.

Tipos de harina de trigo más comunes

A continuación repasamos en concreto cada una de las harinas de trigo que podemos encontrar habitualmente en los comercios para la elaboración de nuestras recetas.

Harina de gran fuerza o manitoba

Son las harinas con una capacidad panificable superior a W 350. La manitoba hace referencia a la región del mismo nombre del sur de Canadá, de donde proceden originalmente los granos de una variedad específica de trigo con un alto porcentaje de proteínas; tiene mucho gluten.

Harina Brioche

Además es de extración 00, refinada. Se reserva para masas de panadería enriquecidas y que necesitan largas fermentaciones, como el panettone, el pandoro, un brioche o roscón de Reyes, también pizzas y focaccias con fermentaciones extendidas de más de 24 horas en frío.

Harina de fuerza

Si no se especifica nada más, lo normal es que nos encontremos ante una harina con alto contenido de proteínas, generalmente superior a W 200 o incluso más de W 300. En el envase suelen indicarse los usos recomendados, aunque de forma escueta y poco específica.

Harina Pan

Es una harina más apropiada para masas enriquecidas como en el caso anterior, menos adecuada para usar sola en elaboraciones de pan común. Actualmente es el término más empleado en las harinas panificables de supermercado, que han aumentado su presencia tras el auge de la bollería casera y del roscón del Reyes de los últimos años.

Una forma de comprobar la fuerza que tiene, si no aparece el valor W, es fijarse en la composición nutricional para conocer el porcentaje de proteínas. Si es superior al 12%, es una harina de gran fuerza.

Harina panadera o panificable

Así se denominan las harinas de fuerza media, en torno a W 170-200, o un 10-11% de proteínas. Son las más adecuadas para elaboraciones de panes comunes, es decir, no enriquecidos con mucha grasa o azúcar.

Es una variedad muy versátil para elaborar panecillos, barras, bagels... Existen distintas calidades según el molino o el productor, que habitualmente mezcla diferentes granos. También es apropiada para combinar con harinas diferentes en función del resultado que se busque.

Panes

Algunos profesionales distinguen entre fuerza media y panificable, como Xavier Barriga en su libro Pan: hecho en casa y con el sabor de siempre. Barriga nos indica que una media fuerza (en torno a W 200) es adecuada para masas hojaldradas o enriquecidas con aceite de oliva, mientras que la panificable ofrece mejores resultados para la mayoría de panes corrientes.

Harina recia o de trigo duro

Esta variedad se elabora con un tipo concreto de cereal, el trigo duro, que ofrece una fuerza media-baja de W 100 y presenta un color dorado, textura menos esponjosa y una miga más asentada, con un aroma característico y sabor más pronunciado, ligeramente dulce.

Es perfecta para elaborar panes más duros de miga densa y que no van a subir mucho, con poco alveolado, como el pan cateto. Son panes muy sabrosos y muy particulares, aunque la masa es más difícil de trabajar precisamente por tener menos proteínas. Requiere amasados y reposos más largos, pero se puede combinar con otras harinas para enriquecer otras masas.

Harina candeal

Se trata de una variedad de trigo duro de uso tradicional en ciertas regiones de España, especialmente en Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, de bajo rendimiento pero bien adaptado a las condiciones específicas de estas zonas. Es además una harina de baja extracción, muy blanca, con poco gluten.

Candeal

Tiene la particularidad de absorber muy poca agua, lo que dificulta su amasado y determina el tipo de pan que se puede preparar, llamado con el mismo nombre. El pan candeal, bregado o sobado es más bien chato, de corteza dura y lisa, miga blanca y densa, compacta, sin alveolos, pero suave y sabrosa. El pan cateto mencionado anteriormente sería un tipo de candeal, aunque hay más variedades.

La harina candeal más corriente de supermercado está más destinada a un uso doméstico y es más manejable. Se aconseja combinarla con otras harinas para enriquecer una masa de pan común, o incluso bizcochos y otros dulces de repsotería.

Harina integral de fuerza

En este grupo entran todas las harinas de trigo adecuadas para elaborar masas de panadería integrales, que conservan gran parte o la totalidad del salvado y el germen del cereal. El porcentaje de extracción puede variar según el tipo de molienda o el productor.

Además de ser más nutritivas, proporcionan panes más aromáticos, de textura más gruesa y sabor más a cereal. Necesitan una mayor cantidad de agua y pueden ser más difíciles de amasar. Son ideales para panes de aspecto más rústico, o para dar más sabor y carácter a otras masas en combinación con harina panadera refinada.

También encontramos diferentes grados de fuerza entre las integrales; hay que comprobar el paquete o consultar directamente al productor sobre consejos de uso. O simplemente, experimentar. Son perfectas para alimentar o arrancar una masa madre.

Harina integral

Es el término más genérico que se utiliza habitualmente en las harinas de supermercado. En principio es una harina más bien floja, destinada a un uso versátil en la cocina doméstica, por ejemplo para elaborar bizcochos o galletas, o quienes busquen un rebozado o bechamel más rústico o con fibra.

Integral

Es aconsejable leer bien el etiquetado para comprobar que no es una harina refinada a la que se ha añadido después el salvado. El porcentaje de proteínas también nos dará una pista sobre si es adecuada para emplear en masas de panadería, o si la reservamos para repostería y cocina.

Harina semiintegral

Algunos productores usan este término para ofrecer una harina de trigo a la que se ha extraído solo una parte del salvado, generalmente en torno al 10%. Por tanto, conserva todo el germen y parte del salvado original; es algo más refinada que la harina 100% integral.

Harina floja o de repostería

Se denominan harinas "flojas" por tener pocas proteínas, poca fuerza, y por tanto una escasa capacidad panificable. El porcentaje de proteínas se mueve en torno al 8-10%, como mucho, o un W 100-110.

Harina Reposteria

Es la más común para elaborar cualquier receta de repostería corriente, desde galletas y pastas hasta bizcochos, magdalenas, masas quebradas, masa choux o pasteles. También puede usarse para bollería sin levados. No sirve para hacer pan, menos aún para panes enriquecidos.

Necesita un agente leudante o gasificante para levar y "crecer" en el horno. Puede ser impulsor o levadura química (polvos de hornear), sobres de gasificantes, bicarbonato sódico o de amonio, o, simplemente, huevos o claras muy batidas.

Harina con levadura incorporada (bizcochona o leudante)

También llamada self rising flour en el mundo anglosajón, muy habitual en la cocina británica, esta harina de trigo está diseñada específicamente para repostería. Se elabora con una selección de trigos refinados de baja fuerza combinada con agentes gasificantes, a veces también con sal.

Bizcocho

Esta variedad nos ahorra tener que añadir levadura química, bicarbonato o cualquier otro impulsor en las recetas de repostería, como galletas o bizcochos. No sirve para hacer pan y hay que vigilar bien la fecha de caducidad, o las masas podrían no subir correctamente.

Harina para fritura, rebozado o tempura

Estas harinas están producidas para ofrecer los mejores resultados a la hora de rebozar y freír. Generalmente se componen de una mezcla de trigo duro y sémola o harina de maíz para proporcionar buena adherencia al alimento y crear una corteza homogénea y crujiente que proteja al alimento.

Tempura

Las harinas de tempura o para rebozados orientales además potencian un rebozado ligero, fino y muy crujiente, sin necesidad de utilizar huevo. Por tanto, se elaboran con harinas muy flojas y refinadas, de molienda muy fina, habitualmente combinando trigo con arroz y algún gasificante.

Preparados o mixes especiales de harina

Para hacer la vida más fácil al consumidor -y al hostelero-, las grandes marcas producen mixes o preparados especiales de harinas con usos específicos en la cocina o repostería. Su objetivo es acelerar los procesos, reducir la necesidad de añadir otros ingredientes y ofrecer los mejores resultados con el mínimo margen de error.

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Encontramos, por ejemplo, mezclas de harinas para bechamel o croquetas, tortitas y crêpes, pan, pizza, magdalenas... Evidentemente, incluyen muchos más ingredientes que solo harina, desde los gasificantes hasta azúcar o edulcorantes, leche y huevo en polvo, aromas, etc.

Son un buen recurso para días ajetreados o para novatos en la cocina que no quieran lanzarse directamente a preparar ciertas recetas desde cero, pero no admiten muchas variaciones respecto a lo que indican los paquetes.

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Indagando en productores más pequeños, molinos artesanales o adentrándonos en regiones y países más concretos, podríamos obtener un listado mucho más grande de variedades de harinas de trigo. Descubrir y experimentar con nuevos productos siempre es una tarea muy satisfactoria.

Próximamente repasaremos los demás tipos de harinas de otros cereales que también podemos encontrar ya fácilmente en los comercios, pues merecen un capítulo aparte.

Fotos | iStock - Unsplash - Pixabay - Valdavia
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Qué es el Quorn, la carne vegetal rica en proteínas creada de un hongo que triunfa en Reino Unido (y ya tiene competidores)

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Qué es el Quorn, la carne vegetal rica en proteínas creada de un hongo que triunfa en Reino Unido (y ya tiene competidores)

El mercado de los sustitutos de la carne no deja de crecer. Desde la primera hamburguesa que sangra a las versiones propias de franquicias a supermercados, es una tendencia imparable, y un gran negocio que en el que ninguna gran compañía se quiere quedar atrás. Sin embargo, no son precisamente más saludables. Una alternativa es la microproteína del Quorn, aún poco conocida en España, pero muy popular en Reino Unido y otros países.

El perfil nutricional sitúa al Quorn como una fuente de proteínas vegetales muy atractiva para vegetarianos y veganos, o para quienes busquen reducir el consumo de animales. Es comparable al tofu y la soja, el seitán o el tempeh, y permite crear multitud de platos y productos con diferentes texturas y sabores. Además, su producción es sostenible al consumir muy pocos recursos naturales.

Hay que tener en cuenta que la denominación Quorn corresponde a una marca comercial registrada por Marlow Foods, y engloba a una gran variedad de productos elaborados a partir de la microproteína original. Actualmente, el consumidor solo puede adquirir dichos productos, que pueden estar más o menos procesados; en esto se diferencia, por ejemplo, del tofu o la soja texturizada.

Los orígenes: el miedo a un futuro de escasez alimentaria

Ya en las primeras décadas del siglo XX, las catastróficas consecuencias de las dos guerras mundiales propiciaron la necesidad de crear formas alternativas para nutrir a la población y evitar las hambrunas. En la década de 1960, con la recuperación económica, aumentó la preocupación por un futuro de escasez en el que se podrían agotar los recursos para alimentar a la gran población creciente, sobre todo en cuanto a proteínas.

Laboratorio2

Así, se desarrollaron diversos proyectos de investigación para emplear biomasa unicelular como suplemento de la dieta, animal o humana. La compañía británica Ranking Hovis Mc Dougall (RHM) se propuso convertir carbohidratos en un alimento proteico para el consumo humano usando un microorganismo que evitara recurrir a derivados animales.

El objetivo era poder desarrollar una nueva fuente de proteínas de alta calidad que fuera económica, accesible y sostenible, versátil y apta para la alimentación de toda la población. Falta dar con el microorganismo clave en el proceso, hasta que en 1967 el hongo Fusarium venenatum se reveló como el mejor candidato por sus magníficas propiedades.

Las microproteínas y el nacimiento de Quorn

El nuevo hongo descubierto en suelo británico, tras muchos años de investigación y pruebas con miles de variedades, permitió elaborar un producto bautizado posteriormente como microproteína. El hongo se cultiva en tanques y se somete a una fermentación en la cual se alimenta de carbohidratos. Tras un proceso complejo, finalmente se obtiene una biomasa rica en proteínas lista para ser procesada.

Microscopio

Habría que esperar hasta 1985 para que RHH obtuviera permiso de las autoridades británicas para introducir esta microproteína en el mercado. Ahora bajo el nombre de Marlow Foods, la compañía bautizó su creación como Quorn y ese mismo año comenzó a vende el primer producto elaborado con él, un pastel de "carne" vegetal.

Desde entonces el Quorn ha ido ganando gran popularidad en el mercado británico con su creciente gama de formatos, especialmente con el reciente boom de las dietas vegetales, la preocupación por una alimentación más sostenible o por reducir el consumo de carne. La marca se introdujo en el mercado estadounidense en 2002, y va ganando hueco en más países del mundo.

Quorn

Además de ofrecer un extenso catálogo de productos directamente al consumidor, Quorn elabora alimentos específicos para compañías que están sumándose a la corriente de las alternativas vegetales. A finales de 2018 multiplicaron su producción al abrir la mayor fábrica de sustitutos de la carne del mundo.

Propiedades nutricionales: ventajas e inconvenientes

La microproteína del Quorn es muy rica en proteínas completas, es decir, contiene todos los aminoácidos esenciales que normalmente se atribuyen a los alimentos de origen aninal -aunque también se encuentran en algunos vegetales-. Se considera una proteína completa de alta calidad, y que además posee una gran digestibilidad, fácil de asimilar por el organismo.

Quorn Guiso

Además destaca por su bajo contenido en grasas saturadas, y azúcares y colesterol, y por ser una notable fuente de fibra, nutriente del que carecen otros sustitutos vegetales de la carne.

El Quorn básico es rico en proteínas completas de calidad

En cuanto al contenido nutricional exacto del Quorn, es necesario revisar el etiquetado y la composición de cada variedad de la gama, pues depende un poco de cada producto. En general, todo el Quorn es muy rico en proteínas de calidad, en torno a 15 g de proteínas por cada 100 g de porción comestible, aunque las grasas, sales y azúcares pueden variar.

Los ultraprocesados siguen siendo alimentos de baja calidad. Los beneficios nutricionales de un producto no se basan en la ausencia de carne, sino en la composición total de sus ingredientes y disponibilidad de nutrientes. Aunque la compañía cada vez potencia más productos enfocados a una alimentación saludable, sigue ofreciendo sustitutos a procesados cárnicos populares: salchichas, hamburguesas, nuggets, y platos preparados como currys o pastas precocinadas.

Sí son alternativas más sostenibles en tanto a que la huella ecológica de la obtención de microproteínas y la elaboracion del Quorn es muy inferior a los procesados cárnicos, pero no son recomendables para un consumo habitual. Algo similar a lo que sucede con las hamburguesas de Beyond Meat o Impossibel Foods.

Desde el punto de vista de la salud, conviene escoger los productos mínimamente procesados, como el llamado "no pollo" presentado en piezas, o la versión picada (mince), muy versátil para incorporar a todo tipo de recetas más caseras, equilibradas y saludables.

¿Es vegano el Quorn?

Originalmente el Quorn no era apto para dietas veganas porque contenía claa de huevo como aditivo de la microproteína para convertirlo en un producto más maleable y conseguir mejor textura. Sin embargo, en la última década han potenciado la gama vegana de la marca, y ya es posible encontrar una buena variedad de productos de Quorn totalmente libres de productos animales, incluyendo filetes de "no pescado".

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Como siempre, para salir de dudas lo mejor es leer con detenimiento el etiquetado para comprobar los ingredientes y declaración de alérgenos. La línea vegana de Quorn aparece además fácilmente reconocible con el sello Totally Vegan para que los consumidores no tengan dudas, con el reconocimiento de la asociación Vegan Society.

Conscientes del auge que está viviendo el veganismo como movimiento mundial, la propia compañía ha declarado estar trabajando en desarrollar más opciones completamente veganas, incluso colaborando con compañías como KFC en la creación de nuevos productos veganos.

Nuevos competidores en el horizonte

La patente de la elaboración de la microproteína con la que se elabora el Quorn, registrada oficialmente en 1985, expiró al cumplir 20 años según la legislación europea. Por tanto, el proceso está abierto a otras compañías que quieran usar el mismo método para desarrollar sus propios productos , utilizando, eso sí, otro nombre.

Mycorena

Desde Marlow Foods cuentan con la confianza que aportan 30 años de experiencia ya consolidada con un método exclusivo de fermentación y el alto coste que supone invertir en la fabricación de esta proteína vegetal. Pero ya hay otras pequeñas start-ups que trabajan en comercializar alimentos similares.

La microproteína Promyc reaprovecha desechos de la industria

Mycorena, desde Suecia, es una de las más prometedoras. La compañía acaba de inaugurar unas nuevas instalaciones para comenzar a producir a gran escala su propia microproteína a partir del hongo filamentous fungi, bautizada como Promyc. En su caso su filosofía está uy enfocada en la sostenibilidad y utilizan además desechos de la industria alimentaria para elaborar sus productos.

A diferencia de Quorn, la idea de Mycorena es ofrecer proteínas veganas atractivas capaz de satisfacer las demandas de la producción industrial a gran escala a bajo coste, accesible a toda la población. Su objetivo es colaborar con otras compañías y profesionales para desarrollar nuevos productos a partir de Promyc, y así venderlas al consumidor con sus propias marcas.

Mycorena Promyc, la microproteína desarrollada por Mycorena.

El reto de estas nuevas proteínas vegetales está en conseguir productos que sean rentables, sostenibles, y verdaderamente nutritivas, sin necesidad de recurrir a un exceso de aditivos para lograr sabores y texturas agradables para el consumidor.

Por el momento, en España se pueden conseguir algunos productos de Quorn en comercios especializados en productos vegetarianos y veganos, Amazon y en tiendas enfocadas a turistas británicos, alemanes y holandeses, muy frecuentes en zonas costeras.

Fotos | Quorn - AngieSix - Ewan Munro - Mycorena
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Los mejillones están a muy buen precio, (y te damos seis buenas ideas para disfrutarlos)

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Los mejillones están a muy buen precio, (y te damos seis buenas ideas para disfrutarlos)

Los estaréis viendo a diario en vuestros puntos de venta. Los mejillones están a muy buen precio y tenemos muchas ideas para sacarles partido. Si solamente los preparas al vapor o a la vinagreta, hoy te damos seis opciones diferentes para disfrutar con este ingrediente.

Cuando tienes claro cómo limpiarlos sin esfuerzo, resultan una fuente de proteínas económica y sabrosa, con una textura excelente que permite su utilización en numerosas elaboraciones, casi siempre asociadas a la hora del aperitivo o como ingrediente en ensaladas, sopas y arroces.

Características nutricionales

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En general los mejillones que consumimos provienen de las bateas de las rías de Galicia o de la zona mejillonera del Delta del Ebro. Su contenido en minerales (hierro, calcio, fósforo, yodo y magnesio) y en ácidos grasos hace que nos siente bien y contribuya en procesos de nuestro metabolismo de forma importante.

El mejillón es un producto de alta calidad nutricional ya que su consumo nos aporta la misma cantidad de proteínas que la carne roja, pero con mucha menos grasa y calorías. Este alto contenido en proteínas con baja incidencia de grasa es lo que convierte a los mejillones en un alimento muy recomendado en dietas de adelgazamiento, prevención o control de peso.

Comprar mejillones, opciones

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Encontraremos en los supermercados y pescaderías tanto mejillones frescos, como en conserva y también congelados. Cuando los compramos frescos, debemos comprobar que las conchas de los mejillones estén cerradas, -se abrirán durante la cocción-, y si están rotas, debemos desecharlos.

Los mejillones en conserva, son un excelente sustituto del mejillón fresco y un gran recurso para elaboraciones de salsas y dips o untables. Finalmente, los mejillones congelados son perfectos para tener a mano este producto durante todo el año. Puedes congelar tanto el mejillón con su concha como solamente la carne.

Seis recetas originales para disfrutar con los mejillones

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Hemos elegido seis recetas variadas con mejillones, sencillas y rápidas de llevar a la mesa. Junto a esas seis recetas, podríamos haber elegido algunas más como los espaguetis con mejillones al curry, el arroz caldoso de marisco, o los mejillones con salsa picante de tomate, que ya habréis probado en otras ocasiones. Estas son nuestras seis propuestas con mejillones para hoy.

1. Mejillones con leche de tigre

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Ingredientes

Para 6 personas
  • Mejillones 1 kg
  • Vino blanco 100 ml
  • Jengibre fresco 10 g
  • Cebolla morada 1
  • Apio
  • Cilantro fresco al gusto
  • Yogur griego 125 ml
  • Pasta de ají amarillo 50 g
  • Zumo de lima 40 ml

Cómo hacer mejillones con leche de tigre

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 20 m
  • Elaboración 20 m

Limpiamos bien los mejillones y los abrimos al vapor con el vino blanco. Con un colador filtramos el líquido y lo reservamos. Quitamos una de las valvas a los mejillones y cortamos las barbas con unas tijeras, si las tuviera. Colocamos los mejillones en una fuente de servir con la valva hacia abajo.

Paso A Paso

Picamos el jengibre, media cebolla morada, el apio y el cilantro. Los ponemos en un bol y añadimos el líquido de cocción filtrado, el yogur, la pasta de ají amarillo y el zumo de lima. Lo trituramos todo con ayuda de una batidora de mano o la Thermomix. Vertemos la salsa en una jarra y rellenamos las valvas de los mejillones. Por encima repartimos el resto de cebolla morada picada menuda y servimos inmediatamente.

Más detalles, aquí.

2. Mejillones tigres o mejillones con bechamel empanados

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  • Ingredientes: Mejillones 12, Cebolla 1, Salsa de tomate 2 cucharadas soperas, Salsa Tabasco unas gotas, Salsa bechamel para rellenar, Pan rallado para empanar, Huevo para empanar y Aceite de oliva virgen extra abundante para freírlos.
  • Elaboración: Comenzamos cociendo los mejillones una vez limpios de tierras y barbas, poniéndolos al vapor durante unos 4 minutos y retirándolos en cuanto se abren. Separamos la carne de las conchas y nos quedamos con la mitad de ellas que limpiamos a conciencia. Es conveniente darles un hervor en agua con vinagre durante unos minutos. Secar y reservar. Picamos una cebolla lo más pequeña que podamos y la pochamos en una sartén con 3 cucharadas de aceite de oliva. Una vez transparente, añadimos la carne del mejillón picada en trozos de tamaño intermedio y salteamos el conjunto. Incorporamos el tomate frito, las gotas de tabasco y probamos, rectificando de sal si fuera necesario. Hacemos una bechamel utilizando 2 cucharadas de harina, medio litro de leche entera y un chorro del caldo de la cocción de los mejillones bien colado para que el conjunto tenga cierto sabor a mar. Reducimos la bechamel removiendo continuamente hasta que quede bastante espesa y dejamos enfriar. Para montar los tigres, ponemos en cada concha una cucharada del relleno de mejillones con tomate, cubrimos con otra cucharada de la bechamel espesa y cuando estén bien fríos, los pasamos por huevo batido y pan rallado, friéndolos en aceite muy caliente. Como siempre conviene escurrirlos después en papel absorbente.

Más detalles, aquí.

3. Mejillones a la marinera

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  • Ingredientes: 1 kg de Mejillones frescos y limpios, Cebolla, 150 g, Vino blanco, 80 ml, Tomillo fresco rama, 2, Laurel hoja, 1, romero fresco rama, 1, Pimentón dulce (una cucharadita), 5 g, Sal, Pimienta negra molida, Aceite de oliva virgen extra, Perejil fresco (opcional)
  • Elaboración: Esta es una receta que prepara en un abrir y cerrar de ojos, pero es necesario tener los mejillones limpios y listos antes de empezar a cocinarla. Aquí os dejamos unos consejos sobre su limpieza que os vendrá de perlas a la hora de poneros a ello y que os ahorrarán tiempo de trabajo. Pelamos la cebolla y la picamos muy finamente. Calentamos un poco de aceite de oliva virgen extra en una sartén y pochamos la cebolla durante unos cinco minutos (no debe dorarse). Añadimos el pimentón dulce, removemos para que no se queme. Inmediatamente después incorporamos los mejillones y regamos con el vino blanco. A continuación salpimentamos e incorporamos la hoja de laurel, las hojas de tomillo y la rama de romero. Con esta última no hace falta separar las hojas de la rama pues solo la queremos para aromatizar. Cocemos a fuego fuerte durante cinco minutos o hasta que los mejillones se abran. Una vez listos, separamos las conchas, colocamos las que tienen el mejillón en una fuente, regamos con la salsa y servimos inmediatamente. Si os gusta que la salsa sea más espesa, la podéis dejar reducir a fuego fuerte mientras desconcháis los mejillones o añadir un poco de espesante instantáneo y dejar cocer a fuego suave durante un par de minutos. Igualmente podemos espolvorar con perejil fresco picado en el momento de servir.

Más detalles aquí.

4. Crema de mejillones con manzana

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  • Ingredientes: 1.5 kg de Mejillones, Agua, 500 ml, Agua de cocer los mejillones, 300 ml, Puerro, 150 g, Aceite de oliva virgen extra, 50 g, 3 Diente de ajo, 1 Manzana, Cilantro fresco al gusto, Tomate troceado en lata 150 g, Sal y pimienta al gusto
  • Elaboración: Comenzaremos limpiando y lavando los mejillones. Los cocemos al vapor en una olla hasta que se abran las conchas, los retiramos del fuego y quitamos de las conchas. En una cazuela ponemos a calentar el aceite y sofreímos el puerro en rodajas, los dientes de ajo, la manzana en cubos, y lo salteamos todo durante unos minutos hasta que estén blandos. Añadimos el tomate y el cilantro y cocemos todo durante quince minutos. Añadir el agua y el caldo de cocer los mejillones. Añadimos los mejillones, reservando alguno para decorar, salpimentamos y después trituramos con la túrmix, pasándolo por el chino para que quede suave.

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5. Pintxo de patatas con mejillones y alioli de su escabeche

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  • Ingredientes: Mejillones en escabeche de lata, 4 Patatas pequeñas, 4 Tomate cherry, Mayonesa, Sal Maldon o en escamas
  • Elaboración: Para hacer esta receta comenzamos preparando una mayonesa sencilla con un huevo y aceite de girasol con ayuda de la batidora. Si lo preferís, podéis utilizar en esta época del año mayonesa industrial. Para hacer el alioli de escabeche, agregamos el aliño de la lata de mejillones en escabeche sobre la mayonesa y batimos con las varillas hasta obtener una crema homogénea anaranjada que guardamos en un biberón para poder dosificarla mejor. Por otro lado, cocemos las patatas con piel en agua con sal, durante unos 18 minutos, -dependerá del tamaño- y después cortamos los extremos de las patatas para que puedan sujetarse bien en el plato y servir de base de nuestro pintxo. Sobre cada patata ponemos un tomate cherry asado -aquí tenéis la receta para que os queden perfectos- y sobre cada tomate asado, colocamos un mejillón de la lata, sujetando todos los ingredientes en equilibrio con un palillo. Solo falta dar el toque final a nuestro pincho de patata, tomate y mejillón, añadiendo un buen chorro de nuestro alioli de escabeche y llevar a la mesa. Como me quedaba un poco de salsa de la de asar los tomates cherry, lo puse en la base, mezclado con un poco más del líquido de la conserva.

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6. Mejillones en salsa verde

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  • Ingredientes: 1 kg de Mejillones frescos, 6 ramas de Perejil fresco, 2 Dientes de ajo, Harina de trigo una cucharada, Guindilla de Cayena, 1, Agua, Vino blanco, Aceite de oliva virgen extra, Sal
  • Elaboración: Limpiamos los mejillones de barbas y suciedad. Los abrimos al vapor con un poco de agua y un chorrito de vino blanco. Retiramos y reservamos mientras hacemos la salsa. Aparte en una cazuela baja echamos un chorrito de aceite de oliva. Picamos finos los dientes de ajo y los doramos ligeramente junto a la guindilla. Añadimos la cucharada de harina y le damos unas vueltas para que se cocine. Echamos el perejil limpio y muy picadito y removemos durante un minuto. Por último ponemos 1/2 vaso de vino blanco, subimos el fuego para que se evapore el alcohol, y sin dejar de remover con una varilla, agregamos otro 1/2 vaso de agua. Cuando tengamos la salsa lista y sin grumos echamos un poco de sal y los mejillones. Cocinamos el conjunto unos 10 minutos. Podemos dejar reposar un ratito para que la salsa coja un punto mejor de picante. Servimos calientes.

Más detalles aquí.

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Ikea ya prepara hamburguesas y albóndigas suecas elaboradas con insectos (aunque de momento solo para prensa)

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Ikea ya prepara hamburguesas y albóndigas suecas elaboradas con insectos (aunque de momento solo para prensa)

La mayoría de las veces, ser periodista de lifestyle es bonito y en lo gastronómico sueles ir a eventos en los que el catering es exquisito. Pero en ocasiones puede ser mejor: puede ser noticia. Así sucedió en la última presentación de Ikea, en la que los medios podían descubrir las próximas novedades de la marca, pero además, el catering estaba compuesto por las hamburguesas y albóndigas suecas elaboradas con insectos. O platos como gelatinas de limón y ensaladas con espirulina. Una experiencia interesante.

albóndigas suecas de insectos

Algunos periodistas intentaron probarlo. Otros ni siquiera. En la presentación de la nueva temporada de Ikea, el catering no era apto para remilgados. O al menos no todo. En un cartel se podía leer: Bug Burguer. Y como toda buena empresa restauradora, y para evitar alergias, se detallaban los ingredientes que llevaba: molitores, patata, psyllium, especias y brotes. Los molitores son las larvas de un tipo de escarabajo y hay que tener estómago o no pensar mucho para llevarlo a la boca.

Cartel Bug Burguer

El menú del futuro, por Ikea

El menú completo tenía variedades muy exóticas: mini ensaladas de pan seco roto, multibrotes, avellanas tostadas y aliño de aceite, espirulina y romero. También mini era el "no" perrito de espirulina con zanahoria asada y vegetales. Otra opción: mini "no" hamburguesas en pan de espirulina de larvas con chips de kale. O mini ensalada de algas surtidas. Y otra especialidad que nos llamaba la atención: las albóndigas de patata, cebolla, psyllum y larvas con aliño de vinagre y miel... entre otras propuestas más habituales. Todo salido del laboratorio Space 10: la consultora independiente que trabaja para Ikea en resolver los problemas del futuro. Y sí la comida del futuro, también.

Hamburguesa ikea

Según sabemos por ellos, la espirulina será fundamental porque su riqueza nutritiva es increíble y su elaboración muy económica. Aunque su sabor es complicado. Los brotes son muy interesantes puesto que se hacen gracias a la agricultura hidropónica (con muy poca agua al estilo de los experimentos que hacíamos en el cole con las lentejas que germinaban).

insectos utilizados en Ikea

Los insectos serán esenciales en el menú del futuro porque aportan muchas proteínas y son baratos de producir además de ser sostenibles. Tras más de tres años de investigación, han llegado a numerosas conclusiones que han plasmado en el libro Future Food Today, para animar a la gente a adelantarse al futuro. Contiene además una gran cantidad de recetas con las que esperan revolucionar la forma de comer. Algunos de esos platos son los que se sacaron en este catering del que hablamos y probaron nuestros compañeros.

ensalada

La degustación de la hamburguesa de insectos y las albóndigas de larvas

Nuestro compañero de Decoesfera, Nacho Viñau nos cuenta su experiencia al degustar el menú: "Me gustó todo excepto la hamburguesa. Las algas eran como las que puedes tomar en un japonés y las ensaladas y la gelatina con espirulina me gustaron mucho. La hamburguesa era clara, como una pasta estilo hummus, la probé y al principio bien, hasta que mastiqué algo crujiente y abrí y vi que en el centro había gusanitos negros. Me dio asco y no pude seguir. Otro periodista que estaba conmigo, igual. Pero una chica lo probó y le gustó. Sé que es algo mental e irracional porque me gustan los caracoles. O si lo piensas, las gambas o camarones que son igual de feos y crujientes, pero me encantan".

Patricia Gubieda, también de Decoesfera, probó las albóndigas de patata y larvas: "eran pequeñas y secas (no es que fueran crujientes, si no que no estaban tiernas ni suaves). Me esperaba otra cosa en cuanto a textura. Sabía a algún tipo de carne y tenía muchas especias (pimienta, curry, etc...) que convertían la albóndiga en algo más elaborado. Estaba muy buena", nos cuenta.

perrito caliente espirulina

Preguntamos a Ikea cuándo se podrá probar este tipo de producto en sus tiendas y, aunque reciben muchos mensajes con peticiones para que se haga realidad y con deseos de probarlo, aseguran que de momento no hay fecha para que estos productos estén en sus tiendas y restaurantes. Así que de momento volveremos a por su codillo y su fantástico salmón salvaje. Bendito sea.

Imágenes| Ikea y Space 10
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Cómo lavar frutas y verduras: la guía definitiva para sacarles partido de forma segura

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Cómo lavar frutas y verduras: la guía definitiva para sacarles partido de forma segura

La higiniene juega un papel clave en la seguridad alimentaria, y no debemos descuidarla dentro de casa. De hecho, no son pocas las intoxicaciones y otras complicaciones que se producen en los hogares, por descuido, malas prácticas o simple pereza. Si bien no todos los alimentos hay que lavarlos, sí deberíamos hacerlo con todas las frutas y verduras.

Con algunas excepciones -por ejemplo, la cuarta gama-, la recomendación general de todos los expertos y autoridades es clara: siempre hay que lavar con agua los productos vegetales. No importa si vamos a pelarlas, a cocinarlas o a comerlas en crudo, la única diferencia está en cómo lavar cada fruta y verdura para garantizar la máxima higiene sin estropearlas.

¿Por qué lavar las frutas y verduras?

Por el mismo motivo que limpiamos cualquier cosa: para eliminar posibles restos de suciedad, patógenos bacterias, alérgenos y otras sustancias indeseadas. Es una cuestión de salubridad, de prevención de intoxicaciones y también de garantizar el mejor sabor del alimento que vayamos a degustar. Nadie quiere comerse una lechuga con sabor a tierra.

Lavar Verduras

Con la quimiofobia que nos ha invadido en los últimos años, existe un temor generalizado hacia los pesticidas y otros productos de tratamientos de los cultivos. Hay que recordar que también en la agricultura ecológica se aplican fitosanitarios autorizados por la normativa oficial de la UE, y sí, hay restos en los productos en ambos casos; pero estos están por debajo los límites permitidos y sometidos a controles.

En otras palabras, la fruta y la verdura hay que lavarla más por pura higiene, pues los fitosanitarios empleados son seguros, sean de agricultura ecológica o convencional. En ambos casos hay que lavarlos bien, y casi más concienzudamente en el el caso de productos bio, pues suelen conservar más restos de tierra y posibles insectos.

Claves a tener en cuenta

De poco sirve lavar los vegetales si no respetamos unas pautas previas y posteriores esenciales. Se trata de cumplir con las mismas recomendaciones generales para evitar la contaminación cruzada y para la correcta conservación de los alimentos.

Lavar Fruta
  • Hay que lavarse bien las manos antes de manipular alimentos. Aquí tenemos una guía completa sobre cómo hacerlo correctamente.
  • Las frutas y verduras se lavan con agua corriente del grifo. En nuestro país es agua potable sin mayor problema.
  • Nunca hay que usar jabón o detergente: podrían quedar restos en los productos y causar intoxicaciones.
  • Es aconsejable usar utensilios limpios y destinados solo a la preparación de vegetales crudos. Nunca mezclar cuchillos, tablas o trapos que hayan entrado en contacto con carne, pescado o huevos.
  • Lo ideal es secar todo con papel de cocina desechable. Si usamos trapos de tela, hay que asegurarse de que están completamente limpios y no acumulan restos de humedad o suciedad de otros productos.
  • Los productos de limpieza que supuestamente desinfectan frutas y verduras son innecesarios y están desaconsejados por organismos como la FDA (Food and Drugs Administration).
  • Como norma general, las frutas y verduras se lavan en el momento en que se vayan a consumir o utilizar, y antes de pelarlas, en su caso.
  • Si el producto en cuestión viene muy sucio y no vamos a consumirlo al momento, bastará con frotar o retirar en seco la suciedad superficial antes de guardarlo.

Cómo lavar los diferentes tipos de frutas y verduras

Bayas y frutos del bosque

Son de las frutas más delicadas y perecederas, muy sensibles a golpes y cambios de temperatura. Tienen una vida útil corta y la humedad acelera el deterioro, por lo que podemos empezar aplicando este método que vimos hace un tiempo para alargar un poco su conservación. Pero siempre, siempre, secándolas muy bien.

Lavar Fresas

Por su delicadeza, salvo que vayamos a usar pequeñas unidades, una buena idea es introducirlas en un colador y poner este a remojo en agua fría unos minutos, frotándolas suavemente con las manos. A continuación, hay que desechar ese agua, volver a enjuagarlas y secarlas con papel de cocina o una tela que sepamos que está completamente limpia.

Los fresones más duros y grandes se pueden lavar más fácilmente frotándolos directamente en el colador bajo el grifo del agua. Una vez secas, podemos ya retirar el pedúnculo y trocearlas o usarlas a conveniencia.

Frutas duras con piel comestible

Aquí entra una gran variedad de frutas de consumo habitual: manzanas, peras, ciruelas, melocotones, albaricoques, caquis, nectarinas, paraguayos, nísperos, etc. La piel se puede comer o no -siempre es muy recomendable hacerlo-, pero, independientemente de si las vamos a pelar, hay que lavarlas antes.

Lavar Frutas Duras

De no hacerlo, podríamos ensuciar y contaminar el interior de la fruta. Estos productos se pueden lavar como todo el mundo hará habitualmente: bajo el chorro del grifo, frotando delicadamente con las manos, y secando después. Como siempre, mejor con papel de cocina, o con un paño bien limpio.

A continuación podemos ya pelarlas o trocearlas, o simplemente comerlas a bocados. Lógicamente, frutas como el melocotón necesitarán un lavado más concienzudo para retirar esa "pelusilla" exterior, poco agradable al paladar. También hay que tener cuidado en no apretar de más la fruta más madura.

Para lavar muchos ejemplares al mismo tiempo, lo más fácil es repetir el método descrito con las bayas: sumergidas en agua dentro de un recipiente, mejor si es sobre un colador. Así las podemos frotar todas a la vez, para después enjuagarlas. Es un sistema útil a la hora de hacer mermeladas o dulces.

Frutas con piel no comestible

Productos como el mango, la papaya, el aguacate, el kiwi o los cítricos, que habitualmente pelamos para comer solo la pulpa interior, también deben lavarse. Por mucho cuidado que llevemos, si no lavamos la piel o cáscara estaremos contaminando la fruta por dentro, y ensuciaremos también la tabla de trabajo. Sí, el aguacate también hay que lavarlo siempre.

Mangos

Una vez lavada cada pieza bajo el grifo y correctamente seca, podemos abrirlas y pelarlas. En realidad, la mayoría de estas pieles se podrían comer sin problemas, y de hecho nos comemos la piel de naranjas, limones y mandarinas en muchas recetas.

Es habitual pelar el plátano con las manos y comerlo tal cual, aunque tendríamos que acostumbrarnos a lavarlo también. El motivo siempre es el mismo: la posible transferencia de bacterias o suciedad al interior. Si no lo hacemos, al menos hay que intentar que ningún utensilio o la mano que hayanmos usado para abrir la piel toque la fruta.

Piña, melón y sandía

Pin

Merecen su atención aparte por tener una piel algo especial. La piña tiene una corteza muy dura y llena de recovecos. Es raro que nos llegue con tierra o polvo, así que lavarla puede parecer inútil y difícil, aunque nunca estaría de más. Lo mejor es cortar primero las hojas, sin llegar a atraversar la pulpa, y enjuagarla un poco.

Melones y sandías sí aparecen a menudo con restos de polvo y tierra, haciendo más patente la necesidad de lavarlos, siempre al momento de partirlos. Además, es aconsajable emplear un cuchillo para partirlos y otro diferente para trocear la pulpa; lo mismo en el caso de la piña-

Setas y champiñones

Lavar Niscaos

Los hongos son también muy delicados y complicados de limpiar. Por sus recovecos y superficie porosa se acumula tierra, hierbas, hojas e incluso pequeñas piedrecitas, especialmente si son silvestres y no de cultivo.

La idea generalizada que aún permanece es la de no lavarlas con agua, pero ya hemos aprendido que en los restaurantes los profesionales sí recurren a ella para limpiarlas bien. Es la única manera de retirar con total eficacia la suciedad adherida, pero hay que hacerlo con delicadeza y al momento.

El primer paso es retirar la suciedad más visible y externa, frotando con un cepillo adecuado. Después, se lavan con suavidad bajo el grifo, frotando con las manos, y se vuelven a cepillas. A continuación hay que secarlas muy bien para ya consumirlas o cocinarlas al momento. Lo que no hay que hacer nunca es dejaras a remojo o guardarlas después de pasarlas por agua.

Los champiñones laminados habitualmente también se indica en el paquete que hay que lavarlos: siempre debemos leer con detenimiento las instrucciones del etiquetado. Además, los champiñones blancos absorben mucha menos humedad que otras setas debido a que su superficie es menos porosa.

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Tubérculos y otras raíces

Patatas, boniatos y batatas, remolachas, zanahorias, nabos, colinabos, chirivías... Las hortalizas "de raíz" que crecen bajo tierra llegan a casa habitualmente muy sucias, con restos de, lógicamente, tierra. Aunque muchas patatas se lavan en las naves de procesamiento, siempre toca la limpieza en casa.

Lavar Remolacha

En el caso de que conserven las hojas, como puede ocurrir con la remolacha o las zanahorias, podemos separarlas para tratarlas de forma distinta, lavándolas al momento también o no, según el caso.

Los tubérculos suelen ser más duros y se pueden dejar a remojo unos minutos para ablandar la suciedad. Después, lo mejor es frotar bajo el agua, usando un cepillo adecuado para que sea más fácil, y enjuagar muy bien. Una vez secos, estos vegetales se pueden pelar o no, al gusto o en función de la receta. Pero recomendamos aprovecharla al máximo.

Solo conviene retirar la piel si está dañada, han crecido raíces o muestra cierto verdor en la patata, un signo de exposición a la luz que puede ser tóxico.

Hojas verdes de ensalada y más

Aquí entran todas las hojas -realmente, no siempre verdes- que podemos consumir en crudo o cocinadas, desde la amplia gama de lechugas hasta otras variedades como la rúcula, los canónigos, las pamplinas, coles, espinacas o acelgas, entre muchas más. Al almacenarlas en casa es aconsejable retirar primero las hojas dañadas o mustias.

Lavar Hojas

Limpiar las hojas sueltas es un poco tedioso, pero necesario. En los ejemplares más "prietos", como los cogollos, no hay que caer en el error de simplemente retirar las capas externas y no lavar el interior. Lo ideal es separar y cortar las piezas como queramos usarlas, dejarlas a remojo, removerlas bien, enjuagarlas y escurrirlas.

Llega el punto crítico: eliminar el máximo de humedad. Una enasalada húmeda es desagradable y se pondrá mustia más rápidamente, además podríamos conservar restos de suciedad. Podemos usar un paño limpio, papel de cocina muy absorbente o, mejor, una centrifugadora de vegetales.

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Coliflor, brócoli y romanesco

Estas verduras formadas por un tallo que se multiplica en floretes o flores ponen una difitultad añadida a su limpieza. Lo más fácil para asegurarnos de que el agua llega a todos sus recoquecos es cortar primero el ejemplar en piezas, y después lavarlas estas como haríamos con unas fresas.

Coliflor

Para ello pondremos las flores en un colador que sumergiremos en agua fría, removiendo bien con suavidad, para después enjuagar, escurrir y secar. Si pelamos el tronco, lo haremos después de lavarlo, y usaremos utensilios diferentes o limpios para tratar la verdura después de limpiarla.

Puerro y cebolletas

El puerro y su multitud de capas internas requiere un tratamiento especial. Si vamos a reservar la parte verde, primero hay que cortarla y guardarla en seco. Después se corta el extremo inferior, que suele tener algunas raíces, y se hace un corte en cruz del extremo opuesto, el que aún tiene partes verdes.

Lavar Puerro

Así se abre un poco para separar las capas, que deben penetrar bastante en el interior del vegetal, hasta donde pueda llegar la tierra. A continuación, se lava bajo el grifo o sumergido en agua, frotando bien y a conciencia por las capas. Se enjuaga y se seca.

También se puede lavar abriéndolo por la mitad en un corte longitudinal, dependiendo de la receta en la que lo usemos. Si la capa más externa está muy dañada o pasada, la retiraremos antes de lavarlo.

Las cebolletas y otras variedades que no poseen piel protectora seca también conviene lavarlas con agua.

Hierbas aromáticas frescas

Albahaca, perejil, cilantro, cebollino, eneldo, tomillo... las hierbas aromáticas, ya sean cultivadas en casa o compradas cortadas, siempre hay que lavarlas. A veces parece que vienen listas para usar -se confunden con las bolsas de ensalada de cuarta gama-, pero el fabricante siempre indica la necesidad de "lavar antes de usar". Como ocurre con la lechuga y las bayas, la acumulación de humedad las estropea.

Lavar Hierbas

Por eso estos productos hay que manipularlos según vamos a usarlos, cortando la cantidad necesaria para cada vez. Los tallos son comestibles, pero podemos primero seleccionar las hojas sueltas, lavarlas sumergidas en agua, enjuagarlas suavemente y secarlas muy, muy bien.

En cantidades pequeñas podemos usar papel de cocina, o también el centrifugador de lechugas. Solo cuando estén muy secas podremos picarlas o cortarlas, siempre con un cuchillo o tijeras y tabla limpia.

Resto de verduras y hortalizas

Tomates, pepinos, calabacines, berenjenas, pimientos y demás verduras comunes se pueden lavar como la fruta de piel firme, frotando bajo el agua del grifo. Los tallos o pedúnculos se retiran después de lavar el ejemplar completo, para que no traspase la posible contaminación al interior.

Lavar Tomates

Si la verdura es porosa o más intrincada, como puede suceder con el pepino nacional, podemos frotarlo con un cepillo limpio similar al de los tubérculos. Como siempre, hay que secar a conciencia cada vegetal y manipularlo con utensilios completamente limpios, especialmente si vamos a consumirlos crudos.

Finalmente, el bulbo de hinojo es recomendable lavarlo una vez cortado, pues las diferentes capas pueden acumular tierra en su interior.

Algunos de los enlaces aquí publicados son de afiliados. A pesar de ello, ninguno de los artículos mencionados han sido propuestos ni por las marcas ni por las tiendas, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores

Fotos | Unsplash
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Botillo, butelo, chosco y androlla: en qué se diferencian y cómo cocinar estos embutidos (imprescindibles en carnaval)

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Botillo, butelo, chosco y androlla: en qué se diferencian y cómo cocinar estos embutidos (imprescindibles en carnaval)

En un catálogo de fiestas en las que casi todas tienen un origen alejado de la religión, el carnaval es la que conserva el espíritu más pagano y folclórico de todas. Ya pocos respetan la absitencia cuaresmal, pero nos hemos quedado con lo mejor de los carnavales: el despiporre gastronómico en el que los productos del cerdo son los grandes protagonistas.

También tiene un sentido meramente práctico; la matanza fue durante siglos, y sigue siendo, todo un acontecimiento que proporcionaba valiosos alimentos a una población que no tenía demasiado acceso a la carne el resto del año. Realizada tradicionalmente a final del otoño, los carnavales ponían el marco perfecto para celebrar y disfrutar de carnes y embutidos ya curados.

Por eso los productos del cerdo siguen manteniendo una gran importancia en aquellas regiones donde los carnavales continúan festejándose a día de hoy conservando costumbres, platos y recetas tradicionales, como sucede en gran parte del norte de nuestro país. Asturias y Galicia, con su popular Entroido, destacan especialmente estos días ofreciendo manjares no aptos para dietas bajas en grasas o vegetarianas.

Matanza Imagen medieval en la que se reproduce una escena de matanza del cerdo.

Son días de caldos generosos, de guisos reconfortantes y de cocidos, muchos y contundentes cocidos que alimentan cuerpo y alma en los días más fríos del invierno. Hay que aprovechar antes de la llegada del Miércoles de Ceniza, cuando la Iglesia cerraba la veda a tanto desenfreno gastronómico.

Ya no hay que coger fueras ni reponer las reservas de grasa, pero las buenas tradiciones nos gusta mantenerlas. Por eso en carnavales se recupera el interés por productos tan típicos como los embutidos artesanales, entre los que destacan el botillo, el butelo, la androlla o el chosco. Todos más o menos parecidos, pero cada uno con características propias y únicas.

El Botillo

El más popular de estos productos es el botillo, un embutido peculiar por ser mucho más fresco y perecedero que los chorizos más comunes. Tal y como ya vimos detallado aquí, es un alimento cuyo origen se remonta a época romana y que se preparar en diferentes regiones de nuestro país, siendo el más conocido el botillo del Bierzo, comarca de León.

Botillo

Este embutido posee Indicación Geográfica Protegida (IGP), amparada por el correspondiente Consejo Regulador que certifica mediante un distintivo oficial numerado la autenticidad y calidad de cada botillo. Tiene una forma muy característica, irregular y gruesa, con la marca de los cordeles que cierran la tripa y un intenso color rojo. Sus ingredientes básicos son:

  • Costilla de cerdo: mínimo 65% y máximo 905%.
  • Rabo de cerdo: mínimo10% y máximo 20%.

A estos, según cada productor, se pueden añadir, sin superar el 20% del total, otros elementos del cerdo, como lengua, carrillera, paleta o espinazo. Se completa con sal, pimentón y especias naturales, además de aditivos autorizados.

El botillo se elabora partiendo de la carne fresca tras la matanza, troceando todos los ingredientes en tamaños adecuados. A continuación se adoba y se embute en la tripa del cerdo, también previamente adobada. Después se procede al imprescindible ahumado, mediante leña de encina o de roble, durante al menos un día, que aporta el aroma tan característico.

La última fase del proceso es el secado, que en este caso es mucho menor al de otros productos del cerdo. Los botillos se dejan en secaderos especiales controlando las condiciones de humedad y temperatura entre cinco y nueve días. Así desarrolla todos sus sabores y consistencia adecuada.

Botillos

Ese secado tan corto proporciona una carne jugosa que se separa en hebras, conservando un sabor más fresco y una textura firme pero tierna. No se puede almacenar durante mucho tiempo, es un embutido de consumo mucho más inmediato que se comercializa refrigerado, envasado al vacío o en preparaciones en conserva.

Para prepararlo correctamente a la manera tradicional hay que tener paciencia en la cocción larga y mucho cuidado en la manipulación, pues la piel es muy fina y se rompe fácilmente. Un buen truco es envolver el botillo en un saco de tela fina, un paño fino o en bolsas de vacío (menos recomendable ya que no liberará sus jugos al caldo).

Una pieza media necesita entre una y dos horas de cocción prolongada cubierto de agua fría, con la olla sin tapar. Cuando faltan 45-30 minutos se añaden los acompañamientos, tradicionalmente patatas peladas, repollo y chorizo fresco. Una vez todo cocido, se sirve el botillo ya desenvuelto, entero, con los demás acompañamientos alrededor.

Lo típico es disponer el botillo en una fuente de barro presidiendo la mesa, siendo el anfitrión el encargado de partir la pieza para que libere sus jugos y aromas. Además se pueden añadir garbanzos, previamente remojados, cocinados desde el principio con el propio botillo.

El butelo o botelo gallego

El del Bierzo no es el único botillo que se prepara en España. Destaca también el butelo, botelo o bitelo gallego, imprescindible durante los carnavales o Entroido, en los que la gastronomía juega un papel clave. Existen incluso fiestas específicas dedicadas a este embutido, la Festa do Botelo, celebrada espeicalmente en zonas de Ourense y Lugo, a menudo ya a finales de enero.

El botelo de O Barco de Valdeorras es de gran tamaño y se prepara usando la tripa del estómago del cerdo como contenedor de la mezcla de carnes. El butelo de A Fonsagrada está ahumado con madera de roble, y muchas veces proviene de porco celta, una raza autóctona ancestral en proceso de recuperación en la zona.

Botelo Botelo gallego con patatas y repollo. (Imagen cedida por Turismo de Galicia)

También este producto goza de reconocimiento como producto de Indicación Geográfica Protegida, y el festejo de Ourense se considera Fiesta de Interés Turístico de Galicia. En este caso, se elabora con los siguientes ingredientes:

  • Costilla de cerdo: mínimo 70%.
  • Otras partes de despiece del cerdo: cueros de piel, magro, huesos de la cabeza y otros huesos con carne (espinazo y otros huesos con carne, máximo 15%).

Su elaboración parte de un adobo de ajo, orégano, pimentón dulce y picante y sal, que suele durar un día. A continuación se rellena el estómago apretando bien el relleno, se cose la abertura, se adereza con pimentón y se cuelga para el proceso de ahumando con madera de roble, durante unas 30 horas.

Botillo 2

La curación final se realiza durante un mínimo de siete días, pudiendo llegar a las dos o tres semanas, y también tiene una caducidad corta debido a su frescura.

La cocción tradicional es prácticamente idéntica a la del botillo del Bierzo. También es aconsejable introducirlo en una pieza de tela o lienzo adecuado, para sumergirlo por completo con agua fría en una olla destapada. Se necesita, como mínimo, una hora por cada kilo de peso, y también se acopaña con patatas -cachelos- peladas y chorizo.

En Galicia además se suelen añadir grelos sustituyendo al repollo o berza -o en compañía de esta-, que por su cocción más corta se incorporan ya casi al final, cuando apenas restan unos 10 minutos de cocción final.

El chosco

Nos vamos ahora hacia tierras asturianas, donde también el carnaval o Antroxu se sigue con devoción, y con buen apetito. Asturias es otra región donde la matanza y sus productos cobran gran importancia y protagonizan muchos platos típicos, especialmente durante los meses fríos.

El chosco es un embutido ligado a Tineo, concejo y localidad del mismo nombre situado en la zona suroccidental de la comunidad. Su origen y calidad están amparados con el reconocimiento de producto con Indicación Geográfica Protegida.

Chosco

Se trata de un embutido curado y ahumado, elaborado con una mezcla de cabecera de lomo y lengua, adobada con pimentón, ajo y sal, y embutida en ciego, la tripa más gruesa del intestino del animal, que le confiere una forma caracterítica, redondeada e irregular. De color rojizo intenso variable, se asemeja más al lomo común pero conserva una textura jugosa.

Tras el embutido, el chosco se somete al ahumado y curación. Para el ahumado se suele emplear madera de roble y el proceso dura un mínimo de siete días, pudiendo llegar a la quincena. El tiempo final es el que marcará el color y la intensidad aromática de cada pieza determinada, tan característicos de este producto asturiano.

El chosco puede consumirse tal cual o cocido, caliente o frío

El resultado es un embutido en apariencia externa similar al botillo, pero de textura muy diferente. Se puede consumir tal cual, cortando en lonchas como un lomo, o cocido. Para cocerlo se recomienda pincharlo previamente y así evitar que se rompa; la pieza entera se cubre de agua fría o tibia, se lleva a ebullición, se baja el fuego y se deja cocer lentamente durante una hora o más tiempo, en función del peso.

Una vez cocido se sirve cortado en rodajas más bien gruesas, normalmente acompañado de patatas también cocidas o incluso fritas, aderezadas con pimentón. Se puede consumir caliente o frío, o también como parte del copango de guisos y cocidos de legumbres, caldos y sopas, potajes, arroces o tapas.

La androlla

Finalmente tenemos la androlla, de nuevo volviendo a Galicia, donde posee reconocimiento de Indicación Geográfica Protegida, y también a tierras leonesas. Aquí podemos conocer más detalles de este antiguo ambutido que se distingue claramente de los anteriores por su forma más alargada.

Androlla1

La composición y elaboración exacta puede variar según dónde y quién la realice, pero a grandes rasgos se trata de una mezcla de costilla y pieles del despiece del cerdo (alrededor del 90% del total) con trozos magros de carnes saladas y adobadas con pimentón picante, pimentón dulce y ajo. Se embute en tripa de intestino, en ocasiones usándose de vacuno.

Tradicionalmente se somete a un ahumado de diez días y un secado de unos veinte, durante el cual la textura se vuelve más firme y adquiere su sabor ahumado característico, entre picante y dulce, con un color rojizo intenso. Se comercializa cruda, normalmente envasada al vacío, o ya cocida para consumir.

Androlla2

Para cocinar la androlla se sigue el mismo proceso que en los embutidos anteriores, cubierta de agua a fuego lento para que no se rompa, a veces también envuelta en una tela, necesitando generalmente unos 90 minutos para quedar muy tierna. Además es costumbre también prepararla asada, regada con vino tinto y envuelta en papel de aluminio, sobre brasas.

Se consume al estilo tradicional de estos derivados del cerdo, acompañada de patatas cocidas, grelos o repollo, también como parte de caldos, cocidos y potajes, o incorporando ya su carne a platos más elaborados.

Fotos | Turismo de Galicia - Javier Lastras - Tarmolan
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Más allá del trigo: las otras harinas de cereales que podemos usar en nuestras masas (con y sin gluten)

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Más allá del trigo: las otras harinas de cereales que podemos usar en nuestras masas (con y sin gluten)

Tras realizar un buen repaso al trigo y sus tipos de harinas más comunes, a continuación centraremos nuestra atención en las alternativas que nos presentan los demás cereales a la hora de hornear masas en casa, tanto en panadería como repostería. Aunque no vamos a dejar a nuestro amigo el trigo muy lejos todavía.

Son cereales de uso muy antiguo que han quedado algo olvidados a nivel industrial, precisamente por la imposición del trigo común, muy rentable, como cultivo e ingrediente masivo. Afortunadamente, a raíz del auge de las panaderías artesanas y la preocupación por una alimentación más saludable, cada vez se están recuperando estos granos ancestrales que merecen ganarse un hueco en nuestra despensa.

Hay cereales que son naturalmente 100% libres de gluten, aunque los celíacos tendrán que comprobar siempre si el productor garantiza la ausencia total de trazas en el envasado, pues a menudo se procesan en instalaciones que trabajan con diferentes cereales y no se garantiza la ausencia de contaminación cruzada.

Otras variedades presentan una menor cantidad de gluten y de fuerza respecto al trigo, lo que influye de forma determinante en la cantidad de agua que es capaz de absorber la masa, en la textura y el formado. Pero, como sucede con el trigo, cada tipo de harina es un mundo que depende del cultivo concreto y la forma de procesamiento al que se ha sometido. Aunque se trate de un mismo cereal, no toda la harina de centeno o de espelta se comportará igual.

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Como siempre, lo mejor es acudir a productores o distribuidores especializados que puedan informarnos de los detalles específicos de sus harinas, leer bien los paquetes o jugar un poco en casa al ensayo y error. La experiencia es la mejor consejera a la hora de trabajar con masas y diferentes ingredientes.

Espelta o escanda

En realidad la espelta es un pariente del trigo y, como tal, también tiene gluten. Recuperado su valor hace unos años -poniéndose, de repente, de moda-, es un cereal muy antiguo cuyo origen se remonta a miles de años antes de Cristo, siendo muy valorada por los pueblos antiguos. Estuvo olvidada durante muchos años, lo que ha permitido que hoy no existan variedades tan modificadas para potenciar su productividad.

Espelta2

Nutricionalmente es más interesante que el trigo común, pero también es una excelente alternativa para conseguir masas más sabrosas y aromáticas, con texturas diferentes. Lo peculiar de la espelta es que su grano presenta una cáscara mucho más dura que dificulta su refinado, por eso lo más habitual es encontrarla en formato integral, aunque también existe la harina de espelta blanca en el mercado.

Los panes y otras masas de espelta absorben muy bien el agua pero necesitan amasados ligeros y cortos, y fermentaciones poco prolongadas, ya que tiene un gluten más débil. Combinada con harina de trigo de fuerza proporciona manes con buen volumen y estructura de la miga, aromáticos y con más sabor a puro cereal, con toques de frutos secos, y un bonito color más dorado.

Eikorn, escaña o espelta pequeña

Los orígenes de este cereal se remontan hasta unos 7500 años a.C., situándolo como el gran antepasado el trigo actual. Probablemente domesticado para el consumo humano en zonas de la actual Turquía, los seres humanos ya consumían el cereal sin procesar, hasta que empezó a usarse como harina, aunque fue desplazada por otros cereales más rentables.

Los granos de la escaña (triticum monococcum) también están recubiertos por una cáscara dura que dificulta su refinado, tiene poco gluten y es algo complicada de trabajar en panadería, pero no imposible. Combinada con otras harinas enriquece las masas con un sabor mucho más profundo, una corteza crujiente y una miga muy aromática de bonito color amarillento. Igual que la espelta, se beneficia de fermentaciones más cortas y amasados breves combinados con reposos.

Emmer, farro o espelta mediana

Menos conocida que sus hermanas anteriores, la harina de espelta mediana es más habitual hoy en día en Italia, donde tradicionalmente se consumen también los granos en cocidos; con el término farro realmente se pueden encontrar también referencias a la espelta o el eikorn.

De nuevo estamos ante un cereal muy antiguo que apenas ha sufrido modificaciones dadas las dificultades de su cultivo y producción a gran escala. Hoy en día se está recuperando por parte de pequeños productores y panaderos que buscan dar un carácter especial a sus masas, pues la espelta mediana es muy sabrosa, ligeramente dulce, y proporciona un tono rojizo muy atractivo.

Centeno

Este cereal se extendió por el este de Europa convirtiéndose en el cultivo más popular de países como las actuales Polonia, Alemania o Rusia, en cuyos suelos y condiciones climáticas crece especialmente bien. Con un tipo de harina especial integral se elabora el "pan negro" alemán o Pumpernickel, muy contundente y nutritivo, húmedo y quebradizo.

Centeno

La harina, ya sea integral o refinada, proporciona panes y masas más toscas, "rústicas", más densas y algo difíciles de trabajar por la baja elasticidad, pero que resultan extraordinariamente sabrosas. Habitualmente se combina con trigo u otros cereales para obtener diferentes resultados más o menos suaves y alveolados, y puede usarse perfectamente para recetas de repostería.

El centeno tiene menos gluten que el trigo y absorbe una gran cantidad de agua. Se recomienda trabajar con masa madre para potenciar todas sus cualidades de sabor y maduración, garantizando panes que aguantan durante muchos días, con una miga algo húmeda y muy aromática. Los panes elaborados 100% con harina de centeno pueden chocar a paladares acostumbrados al trigo refinado, pero merece la pena darle una oportunidad.

Trigo sarraceno o alforfón

A pesar de que se conoce como "trigo" sarraceno, no es una variedad de aquel, sino un pseudocereal naturalmente sin gluten. La harina se diferencia claramente a simple vista: oscura, con un tono casi violáceo, con un profundo aroma que recuerda a frutas maduras, y cereales tostados.

Sarraceno

El alforfón necesita combinarse con otros cereales o ingredientes adicionales para convertirse en harina panificable, aportando un toque rústico a las masas, más sabroso y jugoso, con ligeras notas amargas que combina muy bien con especias y frutos secos. Además es un ingrediente común en Asia para elaborar fideos, como los soba japoneses.

Sí se puede usar por sí sola para preparar las típicas galettes, crêpes o blinis sin gluten. En repostería, con la ayuda de otras harinas que sí tienen gluten, ofrece texturas y sabores excelentes en combinación con frutas, chocolate, semillas o nueces.

Tritordeum

A diferencia de los anteriores, el tritordeum es un cereal mucho más reciente y que además tiene origen español. Creado por la empresa Agrasys en colaboración con investigadores del CSIC, es el resultado del cruce de variedades de trigo duro y una cebada silvestre. Tiene la ventaja de ser un cereal que rinde igual de bien que el trigo, pero es más resistente a sequías y tiene un menor impacto medioambiental.

También es un cereal más nutritivo y con menos gluten que, aseguran, se digiere mejor el trigo común. Lo interesante es que permite obtener panes y masas con un bonito color dorado amarillento, de sabor y aromas más pronunciados, más dulce y con toques de frutos secos.

Maíz (y todas sus variantes)

El maíz es uno de los cereales más consumidos a nivel mundial y juega un papel esencial en la alimentación y cultura de muchos países latinoamericanos; de allí nos llegó a Europa y aún tiene una gran presencia en España, especialmente en regiones del norte, y en Portugal, donde destacan los panes o broas, también presentes en Galicia.

Maiz

Pero es un cereal que puede ser confuso en su presentación en forma de harina, según el grosor del molido o si ha sido precocida. La confusión entre los diferentes tipos pueden arruinar cualquier receta.

  • Harina de maíz. Puede ser amarilla o blanca, y suele ser de textura algo más fina que el trigo refinado, aunque puede presentar un grosor algo distinto según el molido que se le haya aplicado. Cuando no se especifica nada más, se trata del cereal sin más, molido al natural. Es la más adecuada para hacer pan, también bizcochos o galletas.
  • Harina de maíz refinada, fécula o almidón de maíz. Lo que conocemos por maizena, de textura finísima, casi un polvo, pegajosa y empleada habitualmente para espesar o ligar salsas. Además se puede usar en repostería sustituyendo parte o la totalidad del trigo.
  • Harina de maíz precocida. Con algunas variantes según la marca, es la que se emplea para la preparación de arepas y otras recetas similares. Normalmente solo hay que mezclar con agua para darles forma.
  • Sémola de maíz o polenta. Con una textura granulada más o menos gruea, la sémola también puede presentarse cruda o precocida, especialmente si está destinada a la elaboración de polenta instantánea.
  • Harina de maíz tostada. El uso más habitual que se le da es la preparación del gofio canario, pero también es un ingrediente común en algunos países americanos. Tiene mucho más sabor y es interesante enriquecer con ella masas dulces de repostería.

La harina de maíz no tiene gluten y por eso no se puede usar sola en la elaboración de pan. Las mencionadas broas suelen prepararse combinándola con centeno, a veces con algo de trigo para proporcionar más volumen. Es recomendable escaldarla previamente con un 70% del agua de la receta para liberar el almidón.

Cebada

Este cereal también tiene un origen remoto y sabemos que tuvo una gran importancia para los antiguos egipcios, tanto a nivel de alimentación diaria con el grano, como para la elaboración de cerveza. Es muy resistente y sigue siendo uno de los más cultivados en todo el mundo.

Cebada

La cebada perlada o con salvado forma todavía parte de la dieta habitual en muchos países, cocida o como parte de sopas, guisos y estofados, también dulces y porridge o gachas, mucho más nutritiva y saciante que el arroz. También se emplea para hacer copos y, cómo no, harina blanca o integral.

Tiene una buena cantidad de proteínas pero poco gluten, por ello es perfecta para combinar con el trigo o la espelta en todo tipo de recetas de panadería o repostería. Aporta una textura más rústica, menos fina, pero con más sabor y aroma, ligeramente ácida. Proporciona migas más jugosas y sabrosas y potencia el resto de sabores de la receta.

Avena

La ya tan común avena es uno de los ingredientes favoritos de la llamada cocina fitness porque resulta mucho más nutritiva que el trigo, ideal para deportistas o quienes buscan reducir un poco la ingesta de hidratos más simples. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que no es lo mismo la "harina" de copos triturados, que la harina de avena obtenida del grano.

Avena

En repostería podemos usar la primera opción, muy común ya en todo tipo de supermercados, y facilísima de preparar en casa si disponemos de un robot de cocina o picadora para moler los copos de avena. Pero a la hora de elaborar masas de panadería, y recetas con mejor sabor y textura, necesitaremos harina profesional.

Este cereal no tiene gluten aunque no todos los productores garantizan que sea una harina apta para celíacos, siempre hay que revisar la etiqueta. Con la avena podemos enriquecer todo tipo de recetas, especialmente si queremos potenciar los toques más dulces de una masa, dándole una textura más rústica pero sin el exceso del centeno. Como en el porridge, combina muy bien con lácteos, frutas y frutos secos.

Quinoa

Quinoa

Los granos de quinoa blanca o roja se pueden procesar para elaborar copos o harina. Este pseudocereal ya sabemos que no contiene gluten, por tanto no es panificable por sí sola, pero sí permite jugar con ella para lograr diferentes resultados en las masas, y enriquecerlas con sus propiedades nutritivas.

Es mucho más adecuada para la repostería dulce o salada, con su sabor a fruto seco que adquiere matices de mantequilla tostada al hornearse. Tiene un aroma fuerte muy característico, como a tierra húmeda. Por eso hace buena pareja con ingredientes también de gran presencia, como especias, frutos secos, frutas maduras o verduras como la remolacha y el boniato.

Kamut

El Kamut o khorasan es otra antigua variedad de trigo (triticum turgidum) que pudo estar emparentada con el emmer, originaria de las zonas de la antigua Mesopotamia o Egipto. Este cereal pasó mucho tiempo casi olvidado hasta que a mediados del siglo XX fue recuperado en Montana (EEUU), registrándose su propiedad con el nombre comercial de kamut.

Su harina tiene un color amarillento muy agradable visualmente, que además aporta un sabor particular a las masas, más dulce y menos ácido, potenciando los lácteos de una receta o los matices más afrutados. Es excelente para combinar con otras harinas en repostería o para usarla sola, también en panes, considerando que absorbe gran cantidad de agua y no nos dará una miga tan elástica.

Arroz

Arroz

El molido del grano de arroz, normalmente en versión blanca refinada, proporciona una harina muy fina y suave, libre de gluten, con gran cantidad de almidón y pocas proteínas. No es adecuada para panificar por sí sola, pero sí se puede combinar con otros cereales para la elaboración de panes de miga más densa y húmeda.

Apenas tiene sabor y no tiñe las masas, siendo muy adecuada por tanto para la repostería sin gluten, si bien puede dejar una textura algo más apelmazada que el maíz. Se suele emplear también para rebozar y lograr fritos más crujientes. No hay que confundirla con la harina de arroz glutinoso o mochiko, ingrediente fundamental de dulces japoneses como el mochi.

Teff

Este antiguo cereal procedente de una planta herbácea ha sido parte indispensable de la dieta en Etiopía, muy apreciado en un país tan pobre por su bajo coste y ricas propiedades nutritivas; es la base de la injera, una especie de plan plano o tortitas muy finas. Recientemente lo ha descubierto el resto del mundo y no es raro que se le aplique el término de súperalimento o sustituto de la quinoa.

Tendencias absurdas aparte, la harina de teff no tiene gluten y es algo tosca, ligeramente granulosa, muy aromática y oscura. Aporta toques de sabor malteados a las masas y por eso es perfecta para enriquecer cualquier receta dulce con un acabado más rústico, si preferimos los sabores algo más agrios y menos dulzones. Es aconsejable añadirla en pequeñas cantidades a la hora de experimentar, pues tiende a dejar las migas muy ásperas y no absorbe bien del todo las grasas.

Harinas que no son de cereales

Puesto que, técnicamente, el término harina se refiere únicamente al polvo procedente del molido de cereales, semillas u otras materias sólidas, podríamos alargar este listado casi hasta el infinito.

Crepes

En el repertorio más habitual de harinas que no proceden de cereales podemos destacar la de garbanzos, llamada besan en la India -aunque hay diferentes variedades- donde es un ingrediente básico de su cocina. La harina de garbanzos conserva ese color amarillento y aromas típicos de la legumbre, absorbe gran cantidad de líquidos y es rica en proteínas, pero, lógicamente, no tiene gluten.

Se emplea para enriquecer en pequeñas proporciones masas de pan o repostería, también para rebozar y para elaborar tortitas, chapati, crêpes o las tradicionales socca, farinata y fainá, que admiten muchos ingredientes.

Santiago

Los frutos secos molidos, como la almendra, la nuez o la avellana, tienen características especiales por su alto contenido en grasas vegetales. La almendra es más suave y dulzona, mientras que la avellana posee un sabor mucho más intenso que combina especialmente bien con el chocolate. Si bien se pueden añadir a masas de pan, son mucho más adecuadas para elaborar recetas dulces, como la clásica tarta de Santiago, carajitos del profesor o cualquier otro bizcocho, brownie o galleta.

Pao

Finalmente merece su mención la tapioca, obtenida a partir de la yuca, una raíz comestible muy popular en países latinoamericanos. Realmente se trata de un almidón, de textura muy fina y sin sabor, ingrediente habitual de postres cremosos o como espesante de salsas y guisos. Con harina de tapioca se elabora el pao de queijo brasileño, a los que proporciona esa textura suave tan sabrosa y adictiva.

Fotos | iStock - Unsplash - Pixabay
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Siete ideas para cocinar con judías verdes ahora que vas a encontrar las mejores en tu mercado

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Siete ideas para cocinar con judías verdes ahora que vas a encontrar las mejores en tu mercado

A finales de febrero, las judías verdes están en su punto. Aunque su temporada es larga, cuando se vislumbra la llegada de la primavera, la producción es mayor y resultan más tiernas por lo que hoy hemos buscado siete recetas con este ingrediente, para que las disfrutes en su mejor momento.

La verdad es que podemos encontrar judías verdes en el mercado español durante todo el año, ya que es una verdura que con frecuencia se cultiva en invernaderos. No obstante, te recomendamos que consumas las judías verdes entre octubre y julio, ya que es en esos meses cuando se encuentran en plena temporada, siendo las de febrero y marzo mis preferidas.

Las judías verdes, aspectos nutricionales, conservación y usos

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Se las conoce con el nombre de judías verdes, vainas, porotos verdes, vainicas, chauchas, habichuelas, o alubias verdes y las encontramos de distintas variedades, planas, redondas, con color verde intenso, con matices morados...

Se trata de una legumbre, que contiene dentro las semillas o habas. Para su consumo como vainas, se requiere una cosecha temprana, sin dar tiempo a que las legumbres maduren en su interior.

Las judías verdes son una importante fuente de proteínas, minerales, y algunas Vitaminas como la B6, vitamina C y ácido fólico. Además no contienen grasas y tienen mucho contenido en fibra y en agua por lo que su consumo tiene efectos diuréticos y digestivos.

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Aunque las encontramos frescas casi todo el año, si quieres puedes tener unas cuantas en reserva, para disfrutar de la temporada de judías verdes durante más tiempo. Con esa finalidad puedes congelarlas, para lo que tendrás que escaldarlas previamente, ya que no pueden congelarse directamente.

¿Cómo pelar las judías verdes?

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Antes de cocinar o congelar las judías verdes es necesario separar el filamento longitudinal que presentan y si se quiere, retirar también las puntas, aunque también son igualmente sabrosas. A continuación, se lavan bajo el chorro del agua del grifo, se escurren y ya están listas para ser cocinadas o envasadas para su congelación.

Siete recetas con judías verdes

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Las judías verdes pueden ser un excelente entrante o primer plato, o formar parte de las guarniciones de otros platos principales. En general las solemos utilizar cocidas, para que su textura sea tierna, pero también podemos freírlas o cocinarlas en el horno.

1. Pastelitos fritos de judías verdes

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Ingredientes

Para 2 personas
  • Judías verdes redondas bobby 500
  • Harina de trigo 150
  • Huevo 3
  • Perejil
  • Aceite de girasol
  • Sal y pimienta al gusto

Cómo hacer pastelitos fritos de judías verdes

Dificultad: Media
  • Tiempo total 30 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 20 m

Ponemos a hervir agua con sal en la que colocamos las judías verdes por unos 25 minutos o hasta que estén blandas. Las drenamos y reservamos. En un recipiente hondo mezclamos ahora los huevos junto con la harina y el perejil seco. Salpimentamos al gusto y agregamos finalmente las judías verdes al conjunto. Volvemos a mezclar todo bien para que los ingredientes hagan una masa ligera bien homogénea.

Tortitas Prep

Calentamos el aceite, hacemos unos pastelitos con la ayuda de dos cucharas soperas y los ponemos a freír en el aceite por unos cuatro o cinco, volteándolos una vez. A medida que saquemos los pastelitos de judías verdes, los colocamos sobre papel absorbente para retirarles el exceso de aceite.

Más detalles en la receta completa

2. Pollo en reducción de balsámico y verduras

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  • Ingredientes: 2 Pechuga de pollo, 400g Judías verdes redondas bobby, 12 Tomate cherry, Mostaza de Dijon, 40 g, Vinagre de Módena (4 cucharadas), Tomillo seco (1 cucharadita), 3 g, Mantequilla, 15 g, Aceite de oliva virgen extra, Sal y Pimienta negra molida
  • Elaboración: Para empezar vamos a calentar la mantequilla y el aceite de oliva en un sartén para luego sellar las pechugas de pollo por unos 4 minutos de cada lado, a fuego medio alto. Mientras tanto mezclamos en un cuenco el balsámico con la mostaza, el tomillo, sal y pimienta al gusto. Ponemos a hervir las judías verdes en una olla con agua y sal, por unos 20 minutos o hasta que queden blanda. Les drenamos el agua y reservamos. Enseguida vertemos la preparación de balsámico sobre las pechugas, bajamos la lumbre, tapamos el sartén y dejamos unos 10 minutos. Finalmente agregamos las verduras, ajustamos el sazón con sal y pimienta de ser necesario. Dejamos, siempre en al lumbre baja y con el sartén tapado, por unos 20 minutos adicionales.

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3. Sartenada de verduras y hortalizas con velo ibérico

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  • Ingredientes: 1 Patata, 1 Calabacín, 1 Berenjena, Panceta ibérica, 100 g, Zanahoria, 2, Judías verdes planas, 100 g, Tomate cherry, 8, Jamón ibérico en taquitos, 30 g, Brotes de alfalfa para decorar
  • Elaboración: Para que todas las verduras queden en su punto, tenemos que dar a cada una su tiempo y por ese motivo, cortamos y salteamos cada uno de los ingredientes por separado. Una vez todos están en su punto o a falta de un minuto, los juntamos para saltearlos todos juntos y rematar la receta. Cortamos los calabacines en dados, las berenjenas en rodajas que después partimos en cuatro trozos, una zanahoria en rodajas y otra en juliana, las judías verdes también en juliana y la patata en rodajas finas como para hacer una tortilla. Doramos los cubitos de calabacín. Las zanahorias en rodajas las salteamos en un poco de aceite dejándolas un poco al dente para que al comer este plato encontremos un toque de crujiente. Las que están en juliana las salteamos con las judías verdes también cortadas en juliana. Recordamos añadir un pellizco de sal a cada hortaliza y las reservamos cuando están listas. Freímos las rodajas de patata sin que lleguen a cocinarse del todo. Las rematamos a la plancha para que se doren y las reservamos con los demás ingredientes. Tostamos en la plancha las rodajas de berenjena y cuando ya están doradas, reincoporamos las demás hortalizas salteando el conjunto para que las distintas variedades queden repartidas por la sartén. Entonces cubrimos la superficie con rodajas muy finas de panceta ibérica y apagamos el fuego. Cubrimos con una tapadera de cacerola para que la panceta se cocine con el vapor y calor residual quedando como un velo transparente.

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4. Salteado de judías al ajo negro

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  • Ingredientes: Judías verdes redondas bobby, 350 g, 4 dientes de ajo negro, Salsa Worcestershire, 2.5 ml, Vino blanco, 60 ml, Pimienta negra molida, Sal y Aceite de oliva virgen extra
  • Elaboración: Lavar y secar bien las judías verdes. Cortar ligeramente las puntas, aunque hay quien prefiere dejarlas enteras. Llenar con un dedo de agua una sartén lo suficientemente grande, poner a hervir con una pizca de sal y echar las judías. Tapar y cocinar hasta que estén tiernas pero firmes, al dente. Escurrir y reservar las judías. Pelar los dientes de ajo negro y picar en trozos no demasiado pequeños. Calentar un poco de aceite de oliva en la misma sartén y tostar ligeramente los ajos. Reincorporar las judías y mezclar bien a fuego fuerte. Añadir el vino blanco, la salsa Worcestershire y dejar que se consuma el líquido. Saltear a fuego vivo unos pocos minutos más hasta que las judías estén a nuestro gusto y se hayan liberado bien los aromas del ajo negro. Salpimentar al gusto y servir con un hilo de buen aceite de oliva virgen extra.

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5. Lasaña de judías verdes y mozzarella

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  • Ingredientes: Judías verdes redondas o planas, 400 g, 1 Zanahoria, 1 Cebolla, Apio penca 0.5, Sal, Tomate pera, 500 g, Alcaparras, 40 g, Laurel, Queso Parmesano rallado, 50 g, Mozzarella fresca, 150 g, Orégano seco, Pimienta negra molida, Vino blanco, 75 ml
  • Elaboración: Empezamos raspando y lavando la zanahoria. Limpiamos y lavamos el apio y pelamos la cebolla. Lo cortamos todo en daditos. Escaldamos los tomates 30 segundos en agua hirviendo. Los escurrimos, reservando el líquido, los dejamos templar, los pelamos y los troceamos. Lavamos las judías, despuntándolas y quitándoles las hebras, y las cocemos 15 minutos en el agua de los tomates. Las escurrimos y las enfriamos con agua helada. Calentamos dos cucharadas de aceite en una sartén. Rehogamos el apio, la cebolla, la zanahoria y una hora de laurel lavado durante cinco minutos. Vertemos el vino y lo dejamos evaporar. Salpimentamos y agregamos los tomates. Sofreímos a fuego lento 30 minutos, removiendo de vez en cuando. Precalentamos el horno a 180º. Cubrimos el fondo de una fuente de horno pequeña y honda con salsa de tomate. Añadimos una capa de judías. Cubrimos con el sofrito y añadimos la mozzarella y unas alcaparras. Repetimos las capas hasta acabar los ingredientes. Terminamos con sofrito, espolvoreamos con el queso parmesano y un poco de orégano y horneamos unos 25 minutos.

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6. La receta de judías verdes de Nino Redruello

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  • Ingredientes: Judías verdes planas, 200 g, Agua abundante para cocer, Sal al gusto, Harina de trigo, 10 g, Mantequilla, 15 g
  • Elaboración: Hacer unas judías verdes que queden bien verdes, sabrosas y cremosas puede parecer una tarea muy sencilla y realmente no es un plato que tenga mucha dificultad. Sin embargo, conseguir que sean un plato realmente delicioso, merece una pequeña explicación para que, -al igual que ha ocurrido conmigo-, cambie vuestra percepción sobre este plato barato y tradicional que podéis servir como entrante, usarlo para una cena ligera o servir como guarnición, en lugar de patatas fritas u otras guarniciones mucho más calóricas. Para comenzar, limpiamos las judías verdes cortando las puntas o extremos. Cocemos las judías verdes durante cinco minutos exactos en agua con sal y en cuanto pase ese tiempo, las enfriamos en agua con hielo para cortar la cocción y fijar bien ese color verde de la clorofila, que nos gustará mucho más que el habitual color marrón caqui o pardo que suelen tener. Una vez cocidas y con ese color magnífico, en lugar de cortarlas en dos o tres porciones transversales como suele ser habitual, vamos a cortar las judías longitudinalmente para conseguir unas judías muy muy finas o estrechas que se cocinarán/calentarán en muy poco tiempo en la segunda fase que os cuento ahora. En una sartén, mezclamos un pegote de mantequilla con media cucharada de harina y hacemos un roux clarito. A continuación, vamos añadiendo un poco del agua de la cocción de las judías hasta obtener una cremita muy ligera, en la que calentamos las tiras de judías verdes que se irán napando o cubriendo con esa crema. Y ya está, ya están listas para servir y sorprender a todos con su color, su textura -algo al dente- y su sabor potenciado por esa velouté o bechamel del caldo de las propias judías.

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7. Ensalada de arroz y judías verdes

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  • Ingredientes: Judías verdes redondas bobby, 250 g, Arroz integral 1 taza, Huevo, 1, Maíz en grano, 80 g, Diente de ajo, 1, Cebolla, 50 g, Mostaza de Dijon, 10 g, Aceite de oliva virgen extra, 75 g, Vinagre de manzana, 10 g, sal y Pimienta negra molida
  • Elaboración: Cocemos las judías verdes en una olla con agua y sal durante 15 minutos o hasta que estén tiernas. Escurrimos, cortamos en dos y reservamos. Ponemos a hervir el huevo en un olla con agua durante 10-12 minutos. Refrescamos en abundante agua fría, pelamos, troceamos y reservamos. Calentamos un poco de aceite de oliva en una olla y rehogamos el arroz un par de minutos. Vertemos dos tazas de agua y llevamos a ebullición. Después de cinco minutos cociendo a fuego fuerte bajamos el fuego al mínimo y dejamos hasta que el arroz se cueza durante 12 minutos más o hasta que no queden resto de agua. Retiramos de la lumbre y dejamos enfriar. Para preparar la vinagreta, picamos finamente la cebolla y el diente de ajo. Los colocamos en un cuenco con la mostaza, el aceite de oliva, el vinagre, sal y pimienta. Mezclamos bien todo enérgicamente para integrar bien los ingredientes. Colocamos todos los ingredientes en una ensaladera y añadimos la vinagreta. Revolvemos bien y dejamos reposar en frío unos minutos antes de servir.

Más detalles en la receta completa

Con estas siete ideas para cocinar con judías verdes, hemos querido enseñaros que tienen muchas posibilidades, tanto fritas como cocidas o asadas, y tanto como protagonistas de platos de entrantes o ideales para cenas ligeras como de guarnición de otros platos más contundentes. Disfrutadlas ahora que están en su mejor momento.

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Cinco recetas para sacarle el jugo a la efímera (y exquisita) naranja sanguina, un alimento de temporada algo olvidado

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Cinco recetas para sacarle el jugo a la efímera (y exquisita) naranja sanguina, un alimento de temporada algo olvidado

El invierno tiene los días contados, y con él también van desapareciendo productos de la estación fría, como el caqui o la chirimoya. Pero si hay una fruta cítrica cuya temporada es especialmente corta, esa es la naranja sanguina, tan vistosa como rica en matices de sabores intensos.

Casi olvidada durante muchos años, esta fruta típicamente mediterránea se está recuperando y vuelve a encontrarse con cierta facilidad en mercados y grandes superficies. Será casi un visto y no visto, por eso merece la pena aprovechar las últimas semanas de su temporada para disfrutarla en casa y redescubrir un cítrico tan especial y aromático.

A la sanguina le gusta mucho el frío, por eso suele aparecer en las fruterías ya avanzado el invierno, siendo su mejor momento entre febrero y principios de marzo. Según la cosecha y las condiciones de almacenamiento en cámara, podremos encontrar ejemplares todavía con el arranque de la primavera, pero no conviene confiarse.

La más gourmet de las naranjas

Mientras los productores se esfuerzan en llevar al mercado naranjas y mandarinas muy dulces, al gusto con el paladar del consumidor medio, la naranja sanguina se considera un producto más gourmet, que puede chocar a quien no esté habituado a los sabores con toques más amargos y ácidos.

Sanguinas2

Pero este cítrico no es tan agresivo como el pomelo ni su pulpa blanca tan astringente. Pequeñas, redondeadas y prietas, las sanguinas suelen atesorar una gran cantidad de zumo en su interior que destaca por su llamativo color rojizo.

Esa tonalidad, que también acostumbra a manifestarse en forma de manchas en la piel, es producto de unos pigmentos hidrosolubles llamados antocianinas. Según la variedad del fruto será más oscura o más dulzona, aunque en general todas las sanguinas comparten características similares, superando en vitaminas antioxidantes a la naranja de mesa o zumo común.

Rica en aromas que ya se desprenden al cortarla, su sabor es intenso, muy rico en matices, dulce pero con toques agridulces muy refrescantes que se entremezclan con notas de frutos rojos. Estas particularidades y la viveza de su color la convierten en una naranja muy codiciada por pasteleros y chefs, especialmente en elaboraciones dulces.

Sanguinas

En casa podemos utilizarla como haríamos con cualquier otro cítrico de mesa, siendo recomendable degustarla al natural para apreciar mejor todas sus cualidades y aprovechar sus nutrientes. Podemos exprimir su zumo -mucho mejor sin filtrar la pulpa- y tomarlo solo o combinado con otras frutas, y también podemos cocinar con ella.

Un ejercicio interesante es el de probar a sustituir por sanguinas las naranjas o limones de recetas que ya nos sean conocidas, por ejemplo en bizcochos, vinagretas o recetas de mermelada. Es perfecta para equilibrar postres muy dulces, refrescar platos grasos o avivar sabores más planos. Presentarla en una macedonia combinada con gajos de pomelo, mandarina y naranja de mesa nos ayudará a apreciar mucho mejor las virtudes de cada cítrico.

Cinco recetas con naranjas sanguinas

Si nos encontramos con buenas sanguinas en el mercado, hay que aprovechar para llevar a casa un buen cargamento. Así podremos comerlas tal cual, beber su zumo y también sacarles partido con recetas como estas, tanto dulces como saladas.

Tarta fina de naranja sanguina y avellanas

Tarta Fina

Ingredientes

Para 8 personas
  • Harina de repostería 100 g
  • Harina integral 20 g
  • Avellana molida ( o 40 g de avellana, sin la integral) 20 g
  • Huevo 1
  • Levadura química (1/2 cucharadita) 2 g
  • Bicarbonato sódico (1/2 cucharadita) 3 g
  • Sal (1 pizca) 1 g
  • Mantequilla sin sal 45 g
  • Naranja sanguina 4
  • Azúcar moreno (2 cucharadas, aprox.) 25 g
  • Crocanti de avellana

Cómo hacer tarta fina de naranja sanguina y avellana

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 1 h 5 m
  • Elaboración 15 m
  • Cocción 50 m

Precalentar el horno a 180ºC y engrasar un molde redondo bajo, o cubrir el fondo con papel sulfurizado. Colocar en un recipiente la harina, la harina integral, la avellana molida, el azúcar, el azúcar vainillado, la levadura química, el bicarbonato sódico y la sal. Mezclar bien con unas varillas.

Añadir el huevo y la mantequilla cortada en trozos. Batir ligeramente con las varillas y a continuación mezclar a mano, estrujando bien la masa para incorporar la mantequilla, hasta obtener una masa homogénea, algo pegajosa pero maleable. Colocar en el molde, apretando bien, dejando ligeramente más gruesos los bordes.

Pelar las naranjas sanguinas a lo vivo, sin dejar demasiada parte blanca y desechando los posibles huesos. Cortar en láminas no muy gruesas. Distribuir en el molde, cubriendo la máxima superficie posible. Espolvorear con azúcar moreno y añadir un par de cucharadas de crocanti de avellanas. Hornear unos 45-50 minutos.

Ensalada de coliflor y naranja sanguina

Ensalada devColiflor
  • Ingredientes para 4 personas. 1 cebolla morada, 20 ml de vinagre de manzana o Jerez, 1 coliflor cortada en floretes, 60 ml de aceite de oliva virgen extra, 1 cucharadita de comino molido, 1/2 cucharadita de pimentón picante o dulce, 1 diente de ajo, 1 cucharadita de cilantro molido,1 cucharadita de mostaza, 2 apios tiernos con hojas, 3 naranjas sanguinas, pipas de calabaza, cebollino, sal y pimienta negra.

  • Elaboración. Precalentar el horno a 200º C y preparar una fuente. Cortar la cebolla morada en lunas o juliana y poner en un plato. Mezclar el vinagre con dos cucharadas de agua fría y una pizca de sal, y echar sobre la cebolla. Cortar la coliflor en floretes guardando el tronco para otra preparación, o asarlo también. Lavarla y secar con suavidad. Separar las hojas; asar las más grandes y reservar las pequeñas. Mezclar en la bandeja con 30 ml de aceite de oliva, el comino y el pimentón. Salpimentar y asar unos 25-30 minutos, removiendo, hasta que esté tostadita. Escurrir la cebolla y colocar en el fondo de una fuente. Pelar las naranjas y sacar los segmentos cortándolos a lo vivo guardando los jugos. Picar el apio tierno, incluyendo las hojas y el cebollino. Batir la mostaza con los restos de zumo de naranja, un poco del vinagre de la cebolla y aceite de oliva hasta tener una vinagreta. Corregir de sal. Disponer la coliflor asada y templada sobre la cebolla, añadir la naranja, el apio, las hojitas reservadas de la coliflor y las semillas de calabaza. Aliñar con la vinagreta y agregar cebollino picado fresco u otra hierba al gusto.

Más detalles en la receta completa.

Pollo al horno con boniato, sanguinas y queso feta

Pollo con naranja sanguina y boniato
  • Ingredientes para 4 personas. 4-8 contramuslos de pollo pequeños (dependiendo del tamaño), 1 boniato grande o 2 medianos, 4 dientes de ajo, 1 limón, hierbas provenzales,2 naranjas sanguinas, 80 g de queso feta. aceite de oliva virgen extra, pimienta negra molida, sal, perejil fresco o cilantro para servir, vino tinto o blanco para desglasar.

  • Elaboración. Precalentar el horno a 220º C. Lavar y secar bien los boniatos, retirando la suciedad, tierra o impurezas que puedan tener, pinchar con un tenedor, envolver en papel de aluminio y asar hasta que estén bien tiernos. Secar el pollo con papel de cocina y disponer en un recipiente. Rallar los dientes de ajo , mezclar con 3-4 cucharadas de aceite de oliva, el zumo de un limón y unas hierbas. Salpimentar y echar sobre el pollo, masajeánolo bien por todas partes. Tapar y dejar marinar en la nevera unos 30 minutos, o más. Escurrir el pollo y dorar a fuego bien fuerte en una sartén o plancha, unos 5-8 minutos. Trasladar a una fuente ligeramente engrasada con la piel hacia arriba. Hornear unos 20 minutos a 200º C. Cortar las naranjas sanguinas en rodajas no muy gruesas. Dar la vuelta al pollo con cuidado, cubrir con la fruta y añadir unas hierbas. Hornear 10 minutos. Pelar mientras los boniatos y llevar al horno en los últimos minutos para volver a calentarlo si se ha enfriado demasiado. Desglasar la sartén calentándola a fuego fuerte y añadiendo vino y zumo o caldo o agua, removiendo rascando hasta que reduzca. Distribuir el puré de boniato, añadir el pollo, las naranjas y repartir el queso feta desmenuzado, regando con los jugos de la sartén.

Más detalles en la receta completa.

Bizcocho de naranjas sanguinas

Bizcocho
  • **Ingredientes. 2 naranjas sanguinas en rodajas, 150 g de azúcar, 150 ml de agua, 180 ml de aceite de oliva, zumo de 1 naranja sanguina, ralladura de 1 naranja sanguina, 120 g de harina con levadura, 6 huevos M, 170 g de azúcar, 1 pellizco de sal, 10 g de mantequilla o margarina para engrasar el molde, 1 cucharada de harina para espolvorear el molde,
  • Elaboración. Empezamos con las naranjas confitadas poniéndolas en un cacito al fuego con el agua y el azúcar. Dejamos hervir 15 minutos y retiramos del fuego. Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo y engrasamos un molde corona de unos 23 cm y lo enharinamos, sacudiendo el exceso de harina. Separamos las yemas de las claras. Batimos con una batidora o unas varillas las claras a punto de nieve con el pellizco de sal. En otro bol añadimos las yemas con el azúcar y la ralladura. Batimos hasta que blanqueen . Vertemos poco a poco sin dejar de batir el aceite de oliva y el zumo de naranja sanguina, incorporando suavemente los ingredientes. Echamos la harina y la mezclamos con la masa sin sobrebatir hasta que no veamos grumos, añadimos las claras a punto de nieve y mezclamos con suavidad para incorporarlas. Vertemos en el molde y horneamos unos 50 minutos o hasta que al pincharlo lo veamos cocido.

Más detalles en la receta completa.

Ensalada de langostinos y naranja sanguina

Ensalada de Sanguinas
  • Ingredientes para 2 personas. 200 g de langostinos ya pelados, 1 aguacate grande, ¼ de cebolleta, 2 naranjas sanguinas, 150 g de mezclum de lechugas, zumo de medio limón, 30 ml de aceite de oliva virgen, 1 cucharadita de tabasco verde, sal.
  • Elaboración. Comenzar cociendo tres minutos los langostinos en una olla con agua hirviendo, escurrirlos y pelarlos. Mientras enfrían, lavar y centrifugar las lechugas variadas, disponer en una fuente. Pelar las naranjas y cortarlas en gajos. Pelar el aguacate y cortarlo en trozos. Añadir todos los ingredientes a la lechuga. En un bol pequeño echar el aceite, el Tabasco verde y el zumo de limón. Mezclar para unir los ingredientes. Salar la ensalada y añadir el aliño repartiéndolo bien por todas las verduras.

Más detalles en la receta completa.

Fotos | iStock - Pixabay
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Polenta, el alimento "de pobres" del norte Italia que gana a la pasta: qué es y cómo cocinarla

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Polenta, el alimento

Sin quitarle méritos a las diferentes variedades de pasta y pizza de las que hace gala Italia, su gastronomía ofrece mucho más que estos dos iconos mundiales. Cada territorio conserva su idiosincrasia, una cultura propia que se refleja perfectamente en la cocina tradicional. Y pocos platos hay más típicos del norte italiano que la polenta.

Tanto es así que se popularizó el término polentone para designar despectivamente a sus habitantes, pues todavía es un alimento que no se ha sacudido del todo su aura de "comida de pobres". La polenta fue durante muchos siglos la base de la alimentación de los campesinos y gente más humilde de las regiones norteñas, también con tradición en el Ticino suizo y territorios cercanos.

Hoy en día, sobre todo fuera de Italia, la equiparamos a la sémola de maíz, pero no toda la polenta es de maíz ni toda la sémola de maíz es polenta. Conviene aclarar un poco la terminología para saber exactamente qué ingrediente utilizar y cómo usarlo en la cocina según la receta que nos propongamos elaborar.

Polenta antes y después de América

El maíz no llegó a Europa hasta el descubrimiento de América, pero la polenta ya se consumía mucho antes, pues ya era popular en la Antigüedad. De hecho, polenta deriva del latín pollen, usando para designar una especie de harina fina o casi polvo, término del que también deriva nuestra palabra "polen".

Porridge Antes de la llegada del maíz a Europa, se preparaba polenta o gachas con otros cereales.

Desde su origen, la polenta no era más que una versión de las gachas o porridge que han sido el sustento básico de la población más humilde durante muchos siglos. Cuando había poco donde elegir, el mejor recurso era echar a la olla cualquier ingrediente disponible para cocerlo con agua -o, si había suerte, leche, caldo o vino- y conseguir algo caliente para llenar el estómago.

Estas papillas pastosas se preparaban, y aún se preparan, con trigo, arroz, cebada, castaña, escanda o avena, hasta que el maíz irrumpió en Europa y se alzó como un cultivo de alta rentabilidad en los territorios de lo que hoy conocemos como el norte de Italia (Véneto, Piamonte, Lombardía, etc.).

Maiz

La planta del maíz se adaptó bien al suelo europeo en determinadas regiones, desplazando al trigo y otros cultivos menos productivos, ganándose su hueco así también como ingrediente de panadería y cocina. En la Península Ibérica, por ejemplo, es notable la presencia de la harina de maíz en muchos panes tradicionales de Portugal o Galicia, o en los talos tan típicos del País Vasco y Navarra.

En los mencionados territorios italianos, la producción del maíz se impuso de tal manera que la población con menos recursos -es decir, la inmensa mayoría- convirtió a este cereal en base fundamental de su dieta. El abuso de la polenta provocó graves problemas de salud creando epidemias de pelagra, pero no por causa directa del maíz, sino por el severo déficit de vitaminas del grupo B.

De sémolas y harinas

La polenta se prepara con sémola, que podríamos decir es un tipo de harina. Como ya vimos aquí, no hay que confundir las diferentes moliendas del cereal ni sus presentaciones. Para los angloparlantes, la terminología se complica ya que suelen usar cornflour a menudo para designar a cualquier variedad de maíz procesado, cuando no se comportan igual.

Polenta

Resumiendo: no se puede preparar polenta al estilo tradicional italiano con maizena, ni con harina de maíz panificable, ni con harina de maíz tipo PAN o "masa" para arepas o tacos.

La sémola es el maíz desprovisto del pericarpio -la capa más externa del grano- y molido dejando un grosor grueso y mucho más basto que la harina como tal. A simple vista se ven claramente los pequeños gránulos, casi como cuscús fino -que no es más que sémola de trigo-, y al tacto deja una sensación granulosa, rústica, como de arena.

Si el molido es más fino, sin llegar al refinamiento de una harina como tal, se pueden obtener variantes más suaves como la semolina, muy usada en panadería para hornear pizzas y otras masas. En Estados Unidos, donde han heredado la importancia del maíz de las culturas americanas, distinguen entre diferentes grosores del molido (coarse, fine, grits) según la receta a elaborar.

Y aunque se podría hacer polenta con esas harinas de maíz de molido grueso, los expertos aseguran que solo se conseguirá un resultado verdaderamente auténtico con sémola de maíz italiano, cultivado y procesado específicamente para la preparación de la polenta.

Tipos de polenta

Como avanzábamos al principio, polenta no designa a un ingrediente particular, sino a un plato -o platos- concreto. Sin embargo, la popularidad de esta elaboración y su expansión por medio mundo han terminado equiparando materia prima e ingrediente, y así se comercializa por muchas marcas, aumentando la confusión.

Polenta Harina

La de maíz se ha impuesto como la más consumida, pero todavía se preparan variantes en Italia con otros ingredientes. Así, podemos encontrar polenta gialla o amarilla, la más común a base de sémola de maíz; polenta bianca o blanca, elaborada con una variedad concreta de maíz o con otras harinas como la de castaña; y polentas más oscuras, normalmente con trigo sarraceno (alforfón) solo o mezclado con maíz.

A la hora de comprarla también hay que vigilar si se trata de polenta al natural (bramanta) o su versión precocida o instantánea. Esta última no es más que la sémola ya cocida previamente y vuelta a secar, que apenas necesita pocos minutos para cocinarla, y también menos líquido. Digamos que es un equivalente al cuscús habitual de los supermercados, donde la sémola de trigo se nos presenta ya precocida.

Polenta

Como plato humilde, adquiere diferentes matices y recetas según la región o el país. En Italia, además del norte, está extendida a otras zonas, aunque fundamentalmente tiene más tradición en algunos territorios del centro, como la Toscana. Una variante muy popular es la polenta taragna, más oscura, combinada con alforfón, también las contundentes polenta uncia y concia, con abundante queso y mantequilla.

Cómo cocinar polenta

El procedimiento básico es muy sencillo: solo hay que cocer la sémola en agua muy caliente con sal. Dependiendo un poco de la variedad de maíz y cómo haya sido procesado, el tiempo total de cocción puede extenderse desde 30 minutos hasta casi una hora. Usando polenta precocida apenas necesitaremos entre uno y cinco minutos.

Polenta

La proporción de sémola/agua también es variable, y depende mucho del resultado que queramos obtener, con una polenta más cremosa o más espesa, tipo puré. Además de las preferencias personales, la manera de servirla y los acompañamientos son factores importantes a tener en cuenta.

Lo más recomendable es comenzar presentando atención a las indicaciones del fabricante o productor, y a partir de ahí ajustar cantidades al gusto. Como sucede con todas las recetas tradicionales, la mejor forma de cocinar polenta es a puro ojo y hacer ajustes sobre la marcha. Es otra variante del viejo "echa la harina que admita".

Polenta Paso

Como medida estándar, podemos partir de 500 g de sémola para seis personas, con 1,5 litros de agua. Si se quiere más cremosa, se puede añadir más líquido, o cocerla menos tiempo. Al enfriarse siempre espesará.

  1. Calentar el agua en una olla o cazuela de fondo grueso.
  2. Salar el agua cuando rompa a hervir.
  3. Añadir la sémola poco a poco (como una lluvia) removiendo con unas varillas o una cuchara, suavemente.
  4. Bajar el fuego.
  5. Mantener la cocción suave removiendo constantemente hasta que alcance la consistencia deseada.
  6. Aderezar al final con más sal, hierbas frescas o secas, un chorrito de leche o nata, mantequilla y/o queso.

Lo ideal es que la polenta se despegue de las paredes de la olla, pero si se utiliza sémola sin precocer, no hay que fiarse: necesitaremos como mínimo 30-45 minutos para que adquiera una textura cremosa y melosa de verdad. También hay quien deja el fuego al mínimo, tapando la olla, alargando la cocción hasta una hora y removiendo muy pocas veces.

Recetas con polenta o sémola de maíz y con qué acompañarla

Hay que ser sinceros: la polenta tal cual es sosa y su textura puede desencantar a los paladares de hoy. Por eso hay que considerarla como un lienzo en blanco para empezar a darle más vidilla con los acompañamientos y otras formas de aprovecharla.

Polenta en Guiso

Para empezar, podemos cocinarla con caldo de pollo, carne o verduras, o agregar leche y/o nata ligera sustituyendo parte del agua. La mantequilla y el queso del final son casi imprescindibles; la cantidad ya dependerá del juicio de cada chef. Si preferimos evitar la grasa láctea, un chorro generoso de buen aceite de oliva le darán un matiz muy sabroso.

Tradicionalmente la polenta es la guarnición perfecta de platos contundentes de otoño e invierno: guisos y estofados de sabores profundos y aromas intensos, potajes con legumbres o también asados de carnes. Lo importante es tener una buena salsa sabrosa para bañar la polenta en ella. Un ragú o goulash son opciones perfectas.

Polenta Tarta

Otra manera más atractiva de cocinar polenta es dejarla enfriar extendida en una bandeja hasta que espesa y se solidifica. Así se puede cortar en cubos, triángulos o cubos para cocinarla a la plancha, saltearla, freírla o gratinarla en el horno. Incluso se puede usar como base de tartas saladas, falsas pizzas o como sustituto de patatas fritas.

En los últimos años se ha recuperado como ingrediente para elaboraciones más sofisticadas en restaurantes de alta cocina, en la corriente de reivindicación de la cucina povera. Además, la sémola se puede usar como espesante y complemento nutritivo de sopas y guisos, y para elaboraciones de panadería y repostería.

Polenta Bizcocho

Estas son algunas recetas sencillas que demuestran su rica versatilidad:

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Es temporada de habas tiernas: propiedades, consejos y recetas para cocinarla (y dejarnos de tanto edamame)

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Es temporada de habas tiernas: propiedades, consejos y recetas para cocinarla (y dejarnos de tanto edamame)

El edamame sigue luciendo el sobrenombre de snack de moda y no es raro que se agote en los supermercados. Pero, por mucho que nos guste, no viene mal recordar que en nuestro país tenemos también excelentes productos que no tienen nada que envidiarle, como las habas tiernas, tan exquisitas como saludables.

La comparación con el aperitivo japonés no es casual; ambos alimentos son la versión más fresca y tierna de una legumbre, se presentan en vainas verdes y se pueden comer en crudo o cocinándolas. Tienen pocas calorías pero muchos nutrientes, y si bien las habas requieren algo más de trabajo para disfrutarlas, la recompensa final merece la pena el esfuerzo.

¿Legumbre o verdura?

El haba es una planta herbácea de la familia de las fabáceas o leguminosas cuyas semillas crecen en el interior de una vaina. Comparte por tanto familia con las legumbres, pero, en su versión fresca o tierna, se considera más una verdura, a efectos nutricionales y también prácticos. Es un caso similar al guisante fresco.

Habas Vainas

Las legumbres, siguiendo la definición de la FAO, son cultivos leguminosos con semillas comestibles secas, con un aporte calórico mayor y que suelen requerir remojo previo o cocciones más largas; además tienen una vida útil mayor ya que se pueden almacenar durante meses sin estropearse.

No es el caso del haba cuando se recolecta verde y se consume en su versión más fresca, tan tierna que permite disfrutarla en crudo sin poner a prueba la dentadura. Fuera de temporada sí se pueden adquirir habas secas, en cuyo caso ya entran a formar parte del grupo de legumbres, más apropiadas para guisos y cocciones largas.

Características y propiedades

Cultivadas especialmente en Andalucía, Alicante, la Región de Murcia y también Navarra, el haba es una planta que crece durante el invierno y ofrece su cosecha ya a finales de la estación más fría. Resiste bien las heladas pero le gustan las temperaturas templadas, y es por ello que no es raro encontrar ya las primeras vainas en los mercados desde el mes de febrero.

Haba Planta

Es un producto que todavía hoy identificamos con la inminente llegada de la primavera, como sucede con los espárragos o los guisantes frescos. Su temporada es muy corta, rara vez llegando al verano, pero podemos encontrarla todo el año congelada y en conservas al natural.

Las habas se comercializan en sus vainas, mucho más grandes que las del edamame, largas y con una piel más gruesa, pero blanda. Esta vaina es perfectamente comestible, aunque actualmente rara vez se aprovecha en la cocina. En su interior se encuentra lo que consideramos el haba en sí misma, con tamaños muy variables y de un característico color verde pálido.

Habas

Esta legumbre-verdura apena aporta unas 55 kcal por 100 g de porción comestible fresca y prácticamente no tiene nada de grasa. Destaca por su contenido en proteínas vegetales, fibra y vitaminas A y C, además es una buena fuente de minerales como potasio, con un bajo aporte de hidratos de carbono.

Así, las habas tiernas son perfectas para dietas de adelgazamiento, saciantes pero ligeras, muy nutritivas y también más digestivas que la legumbre seca. Y otra de sus ventajas es la versatilidad que ofrecen para consumirlas o cocinarlas, aptas también para tomarlas a modo de picoteo entre horas directamente en crudo.

Cómo preparar las habas y cocinar con ellas

Las vainas protegen las habas del interior pero no conviene esperar demasiado tiempo a consumirlas. Una vez en casa se pueden conservar unos tres o cuatro días en la nevera, si bien hay que evitar que aparezcan manchas marrones u oscuras. Una buena vaina debe ser de color verde vivo y firme al tacto, pero debe ceder ante la presión.

Habas

Desgranarlas es muy fácil, aunque puede llevar cierto tiempo. Solo hay que partir un extremo y separar la vaina en dos abriéndola por la línea longitudinal. Es conveniente lavar bien las vainas antes de abrirlas para no contaminar el interior.

Un mismo ejemplar puede contener habas muy grandes y otras más pequeñas; lo ideal es separarlas por tamaños. Se pueden comer ya crudas pero las habas tienen una capa de piel que conviene retirar, especialmente si se van a consumir crudas o con cocciones muy cortas. Aunque en la cocina más tradicional este paso no se suele contemplar, sí es muy recomendable.

Habitas Escaldadas

Las habas más pequeñas se pueden pelar directamente, con mucho cuidado; las grandes necesitarán un escaldado. Para ello basta con cocerlas en abundante agua salada hirviendo durante menos de un minuto, para después enfriarlas rápidamente en agua helada con hielo.

La piel se abre sin problemas pinchando un extremo con los dedos, presionando desde abajo con suavidad para extraer el haba. De color verde intenso, las habas tiernas peladas son exquisitas, mantecosas, frescas y muy sabrosas. Cuando se cocinan sin pelar, se oscurecen y arrugan.

Habas Peladas

Podemos tomarlas tal cual, aderezadas con especias o hierbas, aliñadas con una vinagreta o rehogadas muy brevemente para darles algo de calor. Con las habas peladas podemos hacer untables, hummus o salsas, o triturarlas para convertirlas en cremas y purés.

Combinan muy bien con otras verduras de finales de invierno y de primavera, como las alcachofas o los guisantes, siendo deliciosas en arroces huertanos o ensaladas. Simplemente salteadas con ajo o jamón son una delicia y podemos coronarlas con un huevo poché de yema semilíquida, o conventirlas en una rica tortilla.

Cinco recetas para cocinar con habas frescas

Habitas frescas con jamón

Habas con Jamon

Ingredientes

Para 2 personas
  • Habas frescas 1 kg
  • Cebolla picada 1
  • Diente de ajo picado 1
  • Jamón serrano troceado 25 g
  • Panceta troceada 25 g
  • Vino blanco 15 ml
  • Aceite de oliva virgen extra 15 ml
  • Sal
  • Huevo frito (opcional)
  • Jamón serrano en lonchas para decorar (opcional)

Cómo hacer habitas frescas con jamón

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 50 m
  • Elaboración 20 m
  • Cocción 30 m

Desgranamos las habas. Calentamos en una cazuela un poco de aceite y rehogamos la cebolleta; cuando esté transparente añadimos el ajo. Una vez tenga el conjunto color, echamos el jamón y la panceta troceados en dados y dejamos que se hagan durante un par de minutos.

Echamos el vino blanco, subimos el fuego y dejamos que el alcohol se evapore. Agregamos las habas y cubrimos con un poco de agua si fuese necesario. Dejamos cocer a fuego medio hasta que éstas estén tiernas, cuidado con pasarlas ya que al ser frescas se hacen enseguida. Adornamos con una loncha frita de jamón y huevo (opcional) y servimos caliente.

Más detalles en la receta completa.

Ensalada de habas tiernas con rabanitos y ventresca

Habas con Ventresca
  • Ingredientes para 1-2 personas. 500 g de habas frescas, 5 rabanitos, 50 g de ventresca de bonito en aceite, cebollino, 1 limón, pimienta negra molida, sal, aceite de oliva virgen extra .
  • Elaboración. Desenvainar las habas. Poner agua a hervir en un cazo y escaldarlas durante apenas 1 minuto, algo menos si son muy pequeñas. Escurrir rápidamente y enfriar con agua fría. Lavar bien los rabanitos y cortar el tallo. Laminar en piezas muy finas con ayuda de un buen cuchillo. Mezclar con las habas. Escurrir el aceite de la ventresca de bonito y disponer una ración coronando los vegetales. Batir una cucharada de aceite de oliva con un chorrito de zumo de limón, pimienta negra y sal, y aliñar al gusto. Sazonar con un poco de cebollino picado.

Más detalles en la receta completa.

Solomillo de cerdo con habitas

Habas Solomillo
  • Ingredientes para 2 personas. 1 solomillo de cerdo mediano cortado en medallones, 500 g de habas frescas, mezclum de lechugas, sal y aceite de oliva virgen extra.
  • Elaboración. Desenvainamos las habas, cocemos 8 minutos en agua con sal y después las repelamos. Llas salteamos en una sartén un par de minutos. Pasamos los medallones de solomillo por la plancha un minuto por cada cara con el fuego muy fuerte, añadiendo unos cristalitos o escamas de sal. Echamos las habitas en la sartén o plancha donde se ha cocinado el solomillo de cerdo, salteamos un minuto el conjunto para integrar todos los sabores y lo preparamos para servir con una guarnición de ensalada.

Más detalles en la receta completa.

Canapé de salmón ahumado y paté de habas

Habas Canape
  • Ingredientes. 100 g de habas frescas desenvainadas, aceite de oliva virgen extra, 1/2 limón en zumo, unos 100 g de salmón ahumado, 4 rebanadas de pan de molde, ensalada variada y sal.
  • Elaboración. Hacemos la crema de habas triturándolas junto con el zumo de limón, un buen chorro de aceite de oliva y una pizca de sal. Tostamos el pan y recortamos los bordes. Cada loncha la cortamos en cuatro. Untamos la crema de habas en cada pan y encima pondremos unas hojas de ensalada y el salmón ahumado. Podemos decorar con ralladura fina de limón.

Más detalles en la receta completa.

Habas frescas salteadas con brócoli

Habas con Brocoli
  • Ingredientes para 2 personas. 1 kg de habas frescas, 1 brócoli pequeño, 1 diente de ajo picado, 1 limón, 15 ml de vino blanco, almendras, tomillo, pimienta negra, sal y aceite de oliva virgen extra.
  • Elaboración. Desgranas las habas. Poner a hervir agua con sal y una pizca de bicarbonato -opcional- y escaldar las habas grandes durante 30 segundos. Escurrir rápidamente y enfriar con agua muy fría. Pelarlas con suavidad y combinar con las pequeñas. Cortar los ramilletes del brócoli, lavar y cocer al vapor unos 6-7 minutos, reservando el tallo para otras preparaciones. Tostar las almendras en una sartén sin aceite y reservar. Calentar un poco de aceite en una sartén o plancha. Añadir el ajo picado y las habas, a fuego suave. Regar con el vino, dejar que evapore e incorporar el brócoli. Salpimentar, añadir ralladura del limón y saltear unos pocos minutos. Servir con las almendras, un chorrito de buen aceite de oliva y algunas escamas de sal gruesa, si se desea.

Más detalles en la receta completa.

Fotos | jules - 305 Seahill - Pixabay
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11 alimentos que pueden generar adicción si los consumes con frecuencia

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11 alimentos que pueden generar adicción si los consumes con frecuencia

La adicción a la comida existe, sólo que no podemos eliminar los alimentos de nuestra vida porque los necesitamos como fuentes de nutrientes. Entonces, la clave está en reconocer los alimentos que pueden generar adicción como los que te mostramos a continuación.

Azúcar de mesa

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La carga glucémica de un alimento, y su rápida metabolización, son factores que influyen en el poder adictivo de los alimentos según se ha comprobado.

Tal es así que el azúcar de mesa es uno de los alimentos más adictivos que podemos consumir, al igual que otras fuentes de azúcares libres o añadidos como la miel, los siropes o jarabes.

Lo recomendable es limitar su consumo siempre que sea posible, pudiendo usar en su reemplazo edulcorantes hasta reducir el umbral de dulzor o la apetencia por el dulce en nuestro cuerpo.

Refrescos y bebidas de cola

Refresco

Con azúcar o sin azúcar, estos alimentos de sabor dulce tienen además cafeína que incrementa su poder adictivo.

Así, si bien todos los refrescos azucarados pueden generar adicción, peor aun son los de cola por sus componentes derivados de la cafeína que estimulan el sistema nervioso central y por ello nos incentivan a desear más y más.

Bollería industrial (incluidas las galletas dulces y crackers)

Bollos

Tanto un bollo como una galleta dulce crujiente o una galleta salada o cracker puede resultar adictiva, pues no sólo ofrecen azúcares o harinas refinadas que se metabolizan rápidamente sino también, son alimentos altamente procesados y este es otro factor asociado a la adicción.

Además, suelen tener grasas y sodio que son otros componentes adictivos de los alimentos. Y ello sumado a la textura crujiente de las galletas, puede agravar la situación estimulando su consumo y deseando siempre más.

Golosinas diversas

Azucaralcohol

Por su contenido en hidratos simples o azúcares añadidos, las golosinas en general suelen generar adicción y si acostumbramos a su consumo cada día, podemos engancharnos más y más.

Lo recomendable es sustituirlas por frutas u opciones que sacien tales como uvas pasas, orejones de melocotón o similares que poseen fibra y demandan mayor trabajo digestivo.

Patatas fritas de bolsa

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Entre los snacks comerciales encontramos muchas alternativas adictivas, pero las patatas fritas de bolsa son la combinación perfecta de almidones que se asimilan fácil en nuestro cuerpo, sodio y grasas con textura crujiente.

Así, fácilmente podemos evidenciar que no es posible comer una sola y que hasta que no vemos el envase vacío no nos podemos detener.

Lo recomendable es consumir en su reemplazo opciones no fritas como unos chips al horno, y sin sal. También frutos secos especiados o pipas son alternativas saludables.

Chocolate azucarado

Chocolate 799398 1280

El chocolate que incluye leche, el chocolate blanco o el chocolate con bajo porcentaje de cacao y azúcar añadido es una opción que puede resultar muy adictiva por tener teobromina y azúcar libre.

Lo mejor es optar por un chocolate negro con alto grado de pureza y sin azúcar agregado, pues tiene mayor poder saciante, resulta menos adictivo y además, aporta más antioxidantes y minerales propios del cacao.

Palitos de maíz fritos u otros snacks fritos y salados

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Al igual que las patatas fritas de bolsa, los snacks fritos y salados resultan muy adictivos por su contenido en grasas y sodio junto a su textura crujiente.

Asimismo, muchos poseen almidón en su interior y por lo tanto, no sacian en absoluto sino que nos empujan a comer más y más.

Lo más aconsejable en su reemplazo son los snacks horneados o frutos secos y semillas tostados y especiados.

Helados

Helados

Si bien la mayoría se elabora a base de leche que ofrece proteínas de calidad, los helados también son ricos en azúcares y grasas que de forma combinada estimulan la adicción.

Lo más recomendable es optar por helados caseros, sin azúcar añadido.

Fiambres y embutidos

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Los fiambres y embutidos son muy concentrados en sal y grasas pero también, muchos incluyen azúcar o harinas refinadas en su interior. Así, son carnes procesadas y forman parte de los ultraprocesados que siempre es mejor evitar.

Son un alimento muy apetecible y por lo tanto, pueden generar adicción sin aportarnos nutrientes de calidad. Lo aconsejable es usar en su reemplazo carnes frescas, cocidas y fileteadas como puede ser pechuga de pavo o pollo.

Cereales azucarados

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Su textura crujiente, su contenido elevado en azúcares (aun en cereales "fitness") y su bajo aporte de proteínas y muchas veces de fibra hacen que estos alimentos resulten muy adictivos, sobre todo para los niños.

Los cereales comerciales siempre deberían evitarse pudiendo optar por avena, cuscús integral, quinoa inflada o similares sin azúcar añadido para incluir en nuestros desayunos.

Comida rápida: pizza, hamburguesas y otras

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Como otros ultraprocesados de esta lista, la pizza, hamburguesas y otras comidas rápidas se encuentran entre los alimentos más adictivos que podemos consumir debido a sus hidratos fáciles de asimilar, grasas y alto contenido en sodio.

El bajo aporte de fibra y otros nutrientes que sacian son los que convierten a la comida rápida en una opción que debemos evitar para no engancharnos en demasía.

Estos son 11 alimentos que pueden generar adicción y que recomendamos reducir al máximo en nuestra dieta habitual si queremos cuidar la salud mediante lo que comemos.

Imagen | iStock, Unsplash y Pixabay

Todo sobre la caballa: propiedades, características y cómo cocinar este pescado de temporada (con recetas incluidas)

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Todo sobre la caballa: propiedades, características y cómo cocinar este pescado de temporada (con recetas incluidas)

También llamada verdel, sarda o xarda, la caballa es un pescado azul de tamaño medio que se encuentra actualmente en el mejor momento de su temporada. Aunque disponible todo el año bajo diferentes formatos, merece la pena aprovechar estas semanas para disfrutar de este delicioso pescado fresco en todo su esplendor.

Este animal de aguas marinas permanece en las bajas profundidades durante los meses del invierno; hacia el final de la estación fría, y sobre todo con las temperaturas más cálidas de la primavera, se agrupa en bancos y sube a la superficie, facilitando su captura. Sabrosa y saludable, la caballa además es un pescado muy versátil que podemos preparar de mil maneras diferentes.

Descripción y características

En España, al hablar de caballa, nos referimos fundamentalmente al Scomber scombrus, o caballa del Atlántico, y pertenece a la familia de los escómbridos, de los que existen otras variedades como la japonesa Scomber japonicus, o estornino, con la que a veces se confunde.

Caballa

Se trata de un pescado azul de cuerpo alargado y fino, hidrodinámico y fusiforme con el hocico muy puntiagudo, grandes ojos, boca ancha y mandíbula fuerte con dientes pequeños cónicos. Está cubierta de pequeñas escamas y presenta un color blanco o perlado en el vientre que contrasta con las rayas oscuras verticales que la cubren en el lomo, con reflejos azulados.

La caballa atlántica se distingue por las dos pequeñas aletas dorsales, muy separadas entre sí, y las también pequeñas pectorales. Además tiene aletas ventrales y anales casi imperceptibles que preceden la gran aleta caudal, firme, fuerte y ahorquillada, propia de los escómbridos.

La talla mínima de comercialización del verdel es de 18 cm y puede llegar a los 50 cm y hasta casi tres kilos de peso. En el mercado, normalmente, encontramos ejemplares de unos 30 cm de longitud, con un peso aproximado de 250-350 g por unidad.

Caballa Pescada

Este pescado acostumbra a vivir en grupos y no es raro encontrarlo en compañía de sardinas o de otras especies. Le gustan las aguas frías del atlántico, y se acerca a los litorales de costa a finales del invierno, siendo más frecuente su presencia en la superficie durante las semanas centrales de la primavera.

Es un animal omnívoro que suele alimentarse de pequeños crustáceos, moluscos y de otros peces pequeños cuando alcanza la madurez, como sardinillas o arenques. Es un gran depredador, nadador rápido y muy voraz, que alcanza la madurez sexual a los 2-3 años de vida. Se pesca con redes de cerco, anzuelo, enmalle y arrastre, concentrándose las mayores capturas entre febrero y mayo.

Propiedades y beneficios

Como ya hemos comentado, la caballa o verdel es un pescado azul, con 10 g de grasa por cada 100 g de porción comestible, fuente por tanto de ácidos grasos poliinsaturados, omega-3, saludables.

Además es, como todos los pescados, un alimento rico en proteínas de alta calidad. Destaca por su contenido en vitaminas del grupo B, especialmente en B12, y liposolubles como la D o A. Además es una buena fuente de minerales como selenio, fósforo y potasio.

Caballa Barbacoa

La cantidad precisa de calorías que aporta el consumo de este pescado varía según las fuentes -236 kcal por cada 100 g en crudo según la Base de Datos de Composición de Alimentos, 150 kcal por 100 g según la Fundación Española de Nutrición-; en cualquier caso, no es una cifra exacta que deba preocuparnos.

El pescado azul es un alimento muy saludable, nutritivo y completo cuyo consumo se recomienda incluir al menos una vez por semana en nuestros menús cotidianos, incluso si buscamos adelgazar. Además de las mencionadas grasas saludables, de las que carece el pescado blanco, los azules son más ricos en proteínas y vitaminas, y también son más saciantes.

Caballa Restaurante

Su consumo aporta numerosos beneficios, contribuyendo a un correcto funcionamiento del sistema cardiovascular al ayudar a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos, así como de otras enfermedades del corazón y vasos sanguíneos. Además, su alto aporte de vitaminas y minerales le añaden propiedades como el facilitar la absorción y fijación del calcio, mejorar la buena salud de la vista, la piel, tejidos y el sistema nervioso o la acción antioxidante que protege contra el envejecimiento y diversas enfermedades.

Es un pescado con baja presencia de mercurio, por lo que no hay restricciones de consumo entre la población. Sí tienen que vigilar su ingesta las personas con problemas de gota o hiperuricemia, pues en ocasiones acumulan gran cantidad de purinas.

Cómo preparar y cocinar este pescado

La caballa se comercializa fresca, en conserva, semiconserva, congelada y también ahumada, pero lo que nos interesa hoy es destacar las posibilidades que ofrece este pescado fresco, en plena temporada.

En la pescadería encontraremos los ejemplares enteros, normalmente con un peso y tamaño perfecto para considerar cada unidad como ración por persona. Además, los pescados de tamaño medio o pequeño suelen ser más sabrosos que los excesivamente grandes. Como siempre, hay que fijarse en que sean ejemplares muy frescos, sin olores extraños, de piel firme y tersa y ojos brillantes.

Caballa

Lo más sencillo es pedir que nos den las caballas limpias de vísceras, abiertas, pero dejándolas enteras para cocinarlas rellenas, a la brasa o en el horno. La cabeza se suele conservar para facilitar la manipulación y que sumen sabor al plato, pero se puede pedir que nos la retiren. Si queremos cocinar los filetes a la plancha, es más sencillo perdir los lomos así directamente, sin las espinas.

La caballa se puede adobar en una marinada antes de cocinarla, por ejemplo con vino blanco, vinagre o limón, aceite, ajos y unas hierbas frescas. Admite casi cualquier preparación: a la plancha o grill, al horno sola, rellena de hortalizas o sobre una cama de patatas y pimientos, también al papillote o al vapor; no requiere añadir mucha grasa y siempre queda jugosa si se evita la sobrecocción. Hay que cocinarla con piel, pues resultaría muy complicado tratar de retirarla en crudo.

Caballa Horno

Con caballa se pueden elaborar preparaciones sin cocción, como sashimi o sushi, también un tartar, ceviche o tiradito, siempre respetando la congelación mínima de cinco días para evitar el anisakis. El pescado en conserva o ahumado nos servirá para hacer todo tipo de ensaladas, aperitivos y canapés, o para rellenar empanadas, cocas y acompañar pastas.

Recetas para sacar partido a la caballa fresca

Como ejemplo de esa versatilidad del verdel, proponemos cinco recetas con elaboraciones y técnicas diferentes que demuestran todas las posibilidades que nos ofrece este pescado en la cocina en estas fechas.

1. Caballa al horno con hortalizas asadas

Caballa al Horno

Ingredientes

Para 4 personas
  • Caballa limpias 4
  • Tomate en rama 3
  • Pimiento verde italiano 2
  • Patata 4
  • Cebolla 1
  • Diente de ajo 2
  • Vino blanco 130 ml
  • Zumo de limón 1
  • Aceite de oliva virgen extra 50 ml
  • Sal

Cómo hacer caballa al horno con hortalizas asadas

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 1 h 10 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 1 h

Comenzaremos precalentando el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas finas, lavamos y cortamos los pimientos y tomates en rodajas, la cebolla en láminas, así como los dientes de ajo bien picaditos. Reservamos.

En una bandeja refractaria echamos una cuarta parte del aceite de oliva y lo extendemos por la base de la fuente, colocamos las patatas entremezcladas con los aros de cebolla, salamos, seguidamente las lonchas de tomate y los aros de pimiento verde y el ajo picado, rectificamos de sal.

Añadimos todo el vino, el zumo de limón y la mitad del agua, y horneamos 45 minutos, vigilando que no se queden las hortalizas secas, en tal caso les añadiríamos un poco más de agua durante la cocción.

Colocamos el pescado, limpio, salado y con unas rodajas de limón, encima de la cama de hortalizas asadas y añadimos el resto del agua que nos había quedado. Horneamos 15 minutos y servimos caliente.

Más detalles en la receta completa.

2. Conserva casera de caballa en aceite de oliva

Caballa en Conserva
  • Ingredientes. 2-3 caballas enteras sin vísceras, agua, sal, aceite de oliva virgen extra, piel de limón, pimienta en grano, hierbas frescas al gusto.
  • Elaboración. Cocemos las caballas enteras en agua con sal abundante, durante 10-15 minutos, dependiendo del tamaño. Una vez cocidas, dejamos que se enfríen y procedemos a pelarlas, retirando la piel y la espina central y sacando con cuidado las espinas que puedan quedar en la zona ventral. Colocamos los lomos de la caballa en una fuente rectangular y los cubrimos con aceite de oliva virgen extra. Agregamos unas bayas de pimienta. Podemos añadir también bayas de enebro o dos o tres clavos de olor, hierbas, cominos y unos dientes de ajo pelados. Agregamos unas pieles de limón, -teniendo cuidado de no llegar a la parte blanca para que no amargue- y cubrimos con el aceite necesario para cubrir. Dejamos dos días en la nevera y ya tenemos listas las caballas en conserva casera en aceite de oliva listas para consumir.

Más detalles en la receta completa.

3. Caballa a la plancha con ensalada cremosa de remolacha y jengibre

Caballa a la Plancha
  • Ingredientes. 2 caballas limpias en lomos, 1 remolacha cocida escurrida y picada en cubos, 1 trocito de jengibre pelado rallado, cilantro fresco, 1 limón, 5 ml de mostaza, 40 ml de yogur o nata espesa, aceite de oliva virgen extra, pimienta, sal, canónigos.
  • Elaboración. Mezclar la remolacha, el jengibre y un manojito de cilantro picado, añadir un chorro de la mitad del limón y salpimentar. Agregar la mostaza, el yogur o alternativa y mezclar bien. Probar y ajustar los ingredientes al gusto. Reservar. Calentar aceite en una buena sartén o plancha, salpimentar ligeramente y cocinar los filetes de caballa a fuego medio-fuerte, primero por la parte de la piel. Hay que dejarla bien crujiente. Dar la vuelta con una espátula adecuada y cocinar lo justo por el otro lado, apenas uno o dos minutos más. Aderezar con un poco de zumo de limón por la parte de la carne y servir los platos repartiendo la ensalada de remolacha con los filetes de caballa, siempre con la piel hacia arriba. Acompañar de unos canónigos o de otras hojas verdes, y más cilantro fresco si se desea.

Más detalles en la receta completa.

4. Caballa en escabeche de cebolla

Caballa Escabeche
  • Ingredientes. 2 caballas limpias y troceadas, harina, 2 cebolla en juliana, 1/2 cabeza de ajos, 1 vaso de vinagre de vino blanco, 1/2 vaso de vino blanco, 2 hojas de laurel, aceite de oliva virgen extra, 1 cucharada de pimentón dulce, sal.
  • Elaboración. Pasamos el pescado por harina y lo freímos. Salamos y reservamos. En el mismo aceite (o con algo más) echamos los ajos machacados y después la cebolla y el laurel, dejamos que se confite todo a fuego lento. Agregamos una cucharada de pimentón dulce, removemos y dejamos hasta que la cebolla esté hecha. Añadimos el vinagre y el vino blanco y dejamos reducir ligeramente. Por último, disponemos la caballa en un recipiente hondo y repartimos por encima la cebolla y el líquido que haya quedado.

Más detalles en la receta completa.

5. Pinchos de rúcula, tomates secos y caballa

Pinchos
  • Ingredientes. 300 g de caballa en conserva, 6 tomates secos, 30 g de rúcula y 30 g más para el pesto, 3 rebanadas de pan, 30 ml de aceite de oliva virgen extra y un poco más para aliñar, 30 g de piñones, 30 g de queso parmesano, 2 dientes de ajo, flores de cilantro (opcional).
  • Elaboración. Cortamos las rebanadas de pan y las tostamos para que estén crujientes. Mientras se tuestan, preparamos un pesto de rúcula con 30 g de piñones, 30 g de rúcula y 30 de queso parmesano, dos dientes de ajo y un buen chorreón de aceite de oliva. Trituramos y reservamos. También podéis utilizar un pesto de albahaca casero o comprado. Cubrimos las rebanadas de pan con rúcula aliñada con aceite de oliva virgen extra. Sobre la rúcula ponemos dos trozos de tomates secos y sobre ellos una buena porción de caballa. Terminamos los pinchos, poniendo en un extremo de la caballa un poquito de nuestro pesto de rúcula y decoramos con una flor de cilantro u otra aromática.

Más detalles en la receta completa.

Fotos | iStock - Pixabay - W.carter - wolfworld - T.Tseng
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Cómo congelar verduras y frutas en casa correctamente (y no salir tanto a hacer la compra)

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Cómo congelar verduras y frutas en casa correctamente (y no salir tanto a hacer la compra)

Puede que durante los últimos días, a raíz del estado de alarma decrato por el coronavirus, hayas visto imágenes de gente haciendo acopio de víveres, entre ellos verduras, hortalizas y frutas y hayas pensado "se le va a poner malo". Esta percepción no es del todo correcta porque estos productos, al igual que carnes, pescados, mariscos y otros frescos, se pueden congelar.

Quizá no lo tengamos tan asociado, o no al menos al congelado en fresco pero es factible, sencillo y puede asegurar que en tu arcón nunca falten pimientos, brócoli, guisantes, puerros o calabaza (y muchos más ingredientes) sin que tengas que recurrir a los ultracongelados. Hoy te explicamos cómo hacerlo y por qué en los tiempos del coronavirus tampoco hace falta prescindir de estos alimentos en fresco. De ello nos habla Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos, nutricionista y dietista, que marca las pautas de cómo conseguir que nuestras verduras aguanten tras pasar por el congelador.

Primer paso: el cortado y troceado

Foto 01 Puerro Cortado

Cálzate el delantal y afila el cuchillo porque éste es el punto de partida de cualquier verdura u hortaliza congelada. Básicamente, debemos cortar y trocear cada pieza por varias sencillas razones. La primera es una mera cuestión de espacio: si ya de por sí un manojo de puerros es voluminoso en tu cocina, imagínalo dentro del congelador, o una bandeja de pimientos rojos. Cortándolo evitarás que ocupen más espacio del que debieran, además de obedecer a otras razones de carácter práctico, como poder controlar mejor las raciones.

Es posible que hayas congelado producto sin tener en cuenta su tamaño o volumen, bien sea cerdo, pollo o ternera y, cuando lo descongelas, te encuentres con una cantidad demasiado abultada para lo que querías cocinar. Pues bien, trocear las verduras te puede permitir comprender mejor los tamaños de lo congelado y los requerimientos culinarios, así te será más sencillo, por ejemplo, encontrar un par de puerros si los empaquetaste por separado que haberlos envasado juntos en una bolsa más grande.

Sin embargo, la tercera razón por la que debes trocear las verduras tiene más que ver con su propia conservación que con el carácter logístico. Debes trocearla para que puedas someterla al paso previo al congelado: el escaldado -del que te hablaremos más abajo- y que es necesario para fijar nutrientes y evitar posibles contaminaciones.

Por qué debes escaldar tus verduras antes de congelar

Foto 02 A Guisantes

Muy posiblemente alguna vez hayas escaldado, por ejemplo, unas espinacas o un tronco de brócoli para que mantengan su verdor natural y un toque ligeramente crujiente. Pues bien, eso es lo mismo que debes hacer para congelar correctamente tus verduras. Según nos cuenta la experta: "Con el escaldado se inactivan las enzimas como lipooxigenasas o polifenoloxidasas, que serían capaces de mantener su actividad a temperaturas de congelación, y producirían olores y sabores anómalos, y colores pardos indeseables".

Una razón de peso para que nuestros congelados mantengan la mayor parte de sus propiedades y no nos encontremos con pimientos rancios y zanahorias revenidas cuando abramos el congelador. Además, la experta cita otra buena razón para escaldar las verduras: "Este tratamiento térmico inhabilita parte de los microorganismos, mejorando la calidad higiénica, y expulsa el oxígeno que se aloja en los tejidos, lo que reduce las reacciones de oxidación durante el almacenamiento".

Entonces, ¿cómo las escaldo?

Foto 02 Brocoli Escaldado

Este proceso, que muchos conoceréis, es realmente sencillo y efectivo. Sólo debes sumergir las verduras limpias ya troceadas -ahora también es relevante que estén cortadas, ya que escaldar un puerro entero puede ser un circo- en agua hirviendo durante un tiempo breve (entre un minuto y tres, en función del producto, necesitando menos tiempo los más delicados o blandos) y luego sumergirlo inmediatamente en agua muy fría para cortar esa cocción.

No olvides renovar el agua si preparas varias tandas a la vez, ya que acabará templándose y no cumplirá con su labor, por lo que tampoco es descartable que uses boles de agua con hielo.

Después, sólo necesitarás secarlas a conciencia sobre papel de cocina y proceder al envasado. El paso del secado es importante porque si introducimos verduras ligeramente húmedas, el efecto del congelador puede quemarlas. Además, debes recordar que este proceso de escaldado se realiza para congelar correctamente.

Cuando saques tus verduras del congelador, deberás cocinarlas y además no te recomendamos que las verduras que descongeles las consumas en crudo, principalmente porque su textura y sabor, a pesar de una correcta congelación, se verán mermados, haciendo que algunas no sean susceptibles de entrar en el arcón.

Siempre las mejores y en perfecto estado de revista

Foto 03 Calabacines

No es lo mismo recurrir a un pimiento fresco pero algo magullado para un sofrito que hagamos en el día que someterlo al congelado para que nos aguante varias semanas. Asegúrate de que las verduras que vas a congelar están en perfecto estado, esto es: limpias, sin golpes, desperfectos o magulladuras.

Este paso, que parece baladí, es importante para que no transmitan al resto del paquete o tarro posibles propiedades sensoriales y organolépticas indeseadas.

Voluntarios para entrar en el congelador

Foto 04 Cebolletas

Por desgracia, no todas las verduras y hortalizas soportan igual de bien el congelador y varias de ellas no deben pasar por él, porque sus texturas se arruinan por completo. Es el caso de aquellas que tengan mucha agua o que suelan consumir crudas como podrían ser la lechuga, el tomate, el pepino, la patata -que también se nos arruina si congelamos un guiso con ella- o el apio.

Los que sí son susceptibles de entrar son, por ejemplo: los guisantes -que puedes congelar en crudo si están bien lavados-; el ajo; la cebolla, cebolleta y el puerro; los pimientos, limpios, libres de semillas y troceados; el calabacín y la calabaza; las acelgas y las espinacas; las alcachofas; las berenjenas; repollos, coles y kale, o la zanahoria.

¿Papel film, vacío, tupper, tarros o bolsas herméticas?

Foto 05 Verduras En Bolsas

La mejor forma de envasado es el vacío, simplemente porque elimina el aire que quede dentro de la bolsa en su totalidad -recordemos que el aire implica oxígeno y que, por tanto, oxida- y porque las cierra por completo. Las bolsas herméticas también son una buena solución, aunque es mas difícil expulsar la totalidad del aire y además debemos cerciorarnos bien de que estén bien cerradas. De lo contrario, nuestro congelado cogerá olores extraños de sus vecinos de cajón.

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Barata pero relativamente voluminosa es recurrir a los tradicionales tarros con cierre hermético. En este caso, limpia a conciencia el frasco y deja un dedo de margen entre la verdura y la tapa, ya que algunas aumentan su tamaño al congelarse. También puedes usar tuppers, en los que también debes respetar algo de espacio por si el congelado crece. El papel film es la opción más asequible, aunque también la más conflictiva porque no asegura la estanqueidad del producto -salvo que usemos una cantidad ingente de él- pero es también una buena opción si no estamos congelando a largo plazo, sino a pocos días.

¿Podré salvar mis frutas?

Foto 06 Peras

"Las frutas se pueden congelar", asegura la experta, pero tienen algunos problemas que tienen difícil solución. "No suele hacerse escaldado porque el reblandecimiento es inevitable y afecta negativamente a sus propiedades sensoriales, así que la congelación de frutas enteras o en trozos supone un desafío mayor para que textura y color se mantengan", asegura.

"La solución pasa por pelarlas, cortarlas en trozos y sumergirlas en una solución de agua con azúcar (40% de azúcar) y ácido ascórbico. La congelación será buena, pero estamos incorporando azúcares libres, que no es nutricionalmente lo mejor", asegura. Por tanto, ofrece como solución, "usar agua o zumo pero el resultado es peor y en cualquier caso implica sumergirlas en un líquido", ilustra.

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Aunque hay algunas excepciones que aguantan relativamente bien, como los frutos del bosque y las frutas rojas (fresas, frambuesas, arándanos, moras...) que se congelan mejor -gracias a su pequeño tamaño- "aunque no se les dé ningún tratamiento". La última opción, más cara pero funcional, es "hacernos con un equipo de vacío y envasarlas al vacío limpias y enteras -peladas o no-, para después congelarlas", explica. También los cítricos, si se pelan y se desgajan, aguantan moderadamente bien pero, evidentemente, no serán lo mismo que en fresco.

Como veis, en líneas generales, el congelador no es país para frutas si queremos consumirlas luego en fresco, ya que la mayoría deberemos aprovecharlas para compotas o repostería.

No te olvides de que están allí

Foto 07 Zanahorias

Recuerda que los congeladores no son Karina buscando en el baúl de los recuerdos. Que un producto esté congelado no significa que aguante allí años y años -de hecho, su período máximo oscila entre los ocho meses y el año-, sobre todo dependiendo de la categoría de nuestro frigo, combi, arcón o congelador. Por eso, cuando congeles verduras, es conveniente que anotes en el pack la fecha de congelación para saber cuándo darle uso culinario.

Tampoco viene mal que apuntes en una libretita e incluso en alguna aplicación del móvil lo que tienes congelado, la cantidad y la fecha en que lo hiciste. Quizá puedas pecar de minucioso pero os aseguramos que es una tarea sencilla y resultona para que vuestras carnes, verduras y pescados no se conviertan en habitantes casi con derecho a voto en nuestra casa.

Imágenes | Pexels/Pixabay/iStock

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